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El Castor (The Beaver)

El Castor (The Beaver)

Título original: The Beaver
Director: Jodie Foster
País: EEUU
Año: 2011
Género: Drama
Fotografía: Hagen Bogdanski
Guión: Kyle Killen
Reparto: Mel Gibson, Jodie Foster, Jennifer Lawrence, Anton Yelchin, Riley Thomas Stewart, Cherry Jones, Zachary Booth, Michael Rivera
Música: Marcelo Zarvos
Duración: 91 min.
Montaje: Lynzee Klingman
Distribuye: Aurum
Fecha de estreno en España: 27/05/2011

Sinopsis

El castor (The beaver) cuenta la historia de un hombre inmerso en un viaje para redescubrir a su familia y reanudar su vida. Acosado por sus propios demonios, Walter Black fue en otro tiempo un ejecutivo de éxito de la industria juguetera y un hombre de familia, que ahora sufre una grave depresión. Intente lo que intente, Walter no parece encontrar nada que le permita retomar el rumbo de su vida, hasta que irrumpe en ella una marioneta con forma de castor.

Críticas

[Maria Dolores Valdés. Cinemanet]

Tras A casa por vacaciones y El pequeño Tate, Jodie Foster vuelve a ponerse detrás de las cámaras para dirigir esta película basada en el guión de Kyle Killen (debutante en estas lides tras algunos relatos cortos y guiones para televisión). Como protagonistas la misma Jodie Foster y Mel Gibson que reaparece en la gran pantalla con un papel bastante complejo que interpreta de manera soberbia, con el punto justo de humor que la historia necesitaba, estando también a la altura el resto del reparto en el que se encuentran Jennifer Lawrence (Winter´s Bone), Antón Yelchin (Star Trek XI y Terminator Salvation) o el niño Riley Thomas Stewart (Zohan: Licencia para peinar ), confirmando a Jodie Foster como una gran directora de actores.

Aunque el punto de partida es la depresión que sufre el personaje interpretado por Mel Gibson, y en este sentido puede adolecer de cierta falta de empatía con la gente que padece esta enfermedad, lo cierto es que no quiere hacer un retrato de la misma, ni de sus causas ni de sus tratamientos o posibilidades de curación. Pese a reflejar unos síntomas inequívocos, en este hombre enfermo o al borde de la locura estamos representados todos en la medida en que de una forma u otra no somos capaces de afrontar una situación y nos venimos abajo… así nos presenta de manera fabulada o metafórica la historia de un hombre que ha perdido la autoestima (quizá por no poder asumir los retos profesionales) y una familia que se desmorona al no poder superar la situación, con los problemas que esto conlleva, tanto en el matrimonio como la relación con los hijos.

Y para contar esta peculiar historia utiliza a una marioneta con forma de castor, que será la que ayude a Walter (Mel Gibson) a encontrarse a sí mismo tanto a nivel profesional como familiar…eso sí, en todo momento debe ir con la marioneta y hablar por ella, a modo de ventrílocuo, de tal manera que llega a adquirir proporciones de personaje auténtico, a pesar de que en ningún momento se utiliza la animación ni se oculta que es Walter quien está hablando. En este sentido recuerda a Lars y una chica de verdad más que a la clásica El invisible Harvey, aunque de alguna manera tiene similitudes con ambas.

Pese a lo peculiar de la historia los temas que trata son profundos, haciendo especial hincapié en los problemas de comunicación en el matrimonio y en las relaciones paterno-filiales, la necesidad de aceptarnos a nosotros mismos o el hecho de reconocer que todos necesitamos ayuda y amor de los demás, primando el de la familia, así como la presencia del sufrimiento y la preparación para afrontarlo como un punto más en la educación.

Todo ello se consigue con unos exteriores a la medida de la historia, un vestuario muy cuidado hasta en los mínimos detalles y unos primeros planos que inciden en las vivencias de los personajes, en sus dramas y luchas interiores para salir adelante. Se sustenta en unas interpretaciones sobresalientes, que en todo momento consiguen hacer creíble la historia.

Por tanto esta fábula familiar, nos hace pensar en que la autoestima es importante y necesaria, pero sin llegar al extremo del excesivo amor a uno mismo donde los demás pasan a un segundo plano y el triunfo profesional o social se convierte en un objetivo en sí mismo, primando el egoísmo y trastocando el orden de prioridades que da valor a lo realmente importante y que debe existir para lograr la felicidad.

[deCine21]

Una terapia peligrosa

Walter Black debería ser feliz… pero no lo es. Casado, con dos hijos, dirige una empresa juguetera… y está sumido en una profunda depresión. Después de intentarlo todo para arreglar las cosas, Meredith, su esposa, le ha dejado. Refugiado en el alcohol y con ideas suicidas, llega una inesperada tabla de salvación: la marioneta de un castor, perpetuamente unida a su mano, y gracias a la cual logra expresarse, conectar con los demás y consigo mismo. Pero la línea que separa una curiosa terapia y la locura puede ser muy tenue.

Notable regreso a la dirección de la actriz Jodie Foster, quince años después de A casa por vacaciones. Quizá le falta un punto de emoción genuina a su film, pero demuestra gran oficio, y el deseo siempre loable de abordar cuestiones de entidad. Como en sus otras películas como directora, se reserva además un papel coprotagonista. Y de nuevo reincide en un tema común a gran parte de su filmografía -piénsese en títulos como El silencio de los corderos, Nell, El pequeño Tate…-, el problema de la comunicación con los demás, y singularmente con los seres más queridos, la propia familia. Cuenta para ello con un guión de Kylle Killen, con varios puntos de interés. Desde luego, es original el punto de partida, el otro yo de Walter volcado en la marioneta del castor, donde se logra un difícil equilibrio entre lo dramático y lo cómico, lo surrealista e incluso lo terrorífico. También tiene interés la subtrama del hijo adolescente, Porter, que rechaza a su padre, con el que presenta similitudes que lejos de agradarle le producen temor. La soledad, el autoengaño, la herencia genética, el conocimiento propio, la humildad para dejarse ayuda, las modas, el impacto de los medios de comunicación, son ideas que enriquecen la trama.

La película presenta un subtexto indudable, la formidable interpretación que entrega Mel Gibson de su personaje tiene una base en su propia vida, sus muy aireados por la prensa problemas personales, y se nota para bien; su trabajo es poderoso, tanto al mostrar el dolor y las contradicciones de Walter, como en su intereactuación con la marioneta, el actor se diría que es un experto ventrilocuo. También se advierte, como en sus anteriores filmes manejando la cámara, que Foster es una buena directora de actores. Está su propio trabajo, por supuesto, un papel difícil el de esposa que no quiere tirar la toalla, que debe ser sobrio y contenido. Pero también el de Rhiley Thomas Stewart, el hijo pequeño, y el de los adolescentes Anton Yelchin y Jennifer Lawrence, que encarnan bien la idea de buscar un lugar en el mundo.

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