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Nicolás Stenon

Niels Stensen nació en Copenhague, capital de Dinamarca, el 10 de enero de 1638. Era hijo de un pastor luterano, herrero de profesión, que trabajaba con frecuencia al servicio del rey Christian. De naturaleza enfermiza, pasó buena parte de su infancia en casa, sin poder salir a jugar, y escuchando las discusiones religiosas de sus mayores. En 1644 su padre murió, contando él 6 años, y su madre se casó con otro herrero. Su padrastro le proporcionó una educación clásica a cargo del poeta Ole Borch, gracias al cual aprendió a expresarse fluidamente en latín. En noviembre de 1656, con 18 años, Niels ingresó en el Estudio de Medicina de la Universidad de Copenhague, latinizando su nombre por el de Nicolaus Stenonis, como era costumbre en la época. En ese momento, los descubrimientos del flamenco Vesalio en el siglo anterior, habían convertido a la anatomía en la especialidad más destacada, y Nicolaus tuvo por preceptor nada menos que a Thomas Bartholin, descubridor de la circulación linfática. Bartholin había realizado estudios sobre las propiedades de unas piedras llamadas glossopetrae, y tenía una amplia colección de fósiles que de inmediato atrajeron la curiosidad del joven Stenonis.

Por desgracia, al poco de su ingreso, la guerra entre Suecia y Dinamarca llevó a las tropas suecas a las puertas de Copenhague, interrumpiendo sus estudios. Los años siguientes la situación no mejoró, y finalmente, en 1659, a los 21 años, con una carta de recomendación de Bartholin, Stenonis se exilió al norte de Alemania para poder continuar sus estudios. Tras pasar por Rostock, y recalado en Amsterdam, se hospedó en casa de Gerard Blaes (Gerardus Blasius), profesor de anatomía y amigo de Bartholin. Una tarde, Stenonis compró una cabeza de cordero y al disecarla en el laboratorio buscando vasos, halló un conducto en la boca que le conducía a una cavidad hueca. Blaes le quitó importancia al hallazgo, atribuyéndolo a una falsa vía (es decir, una cavidad creada accidentalmente por la penetración de la propia sonda). Nicolaus buscó referencias al conducto en todos los libros sin hallarla, y más tarde se trasladó a la universidad de Leiden, donde hizo una nueva disección ante los profesores, los cuales confirmaron que se trataba de un hallazgo nuevo. Este fue presentado públicamente, y el conducto que unía la glándula parótida (cuya función hasta entonces era desconocida) con la boca, fue bautizado en reconocimiento como ductus stenonianus, o conducto de Stenon, como se sigue conociendo actualmente. Como en todo hallazgo médico, no puede faltar la polémica, y Blaes acusó públicamente a su antiguo huésped de haberle robado el descubrimiento. Llevado el caso ante la cátedra de anatomía de la universidad, Blaes hizo una descripción del conducto tan llena de inexactitudes, que el danés no tuvo dificultad en desenmascararle en la propia mesa de disección.

Nicolaus se dedicó monográficamente a las glándulas de la cabeza durante el siguiente año, y describió por primera vez de modo completo el aparato lacrimal, también publicó trabajos muy importantes sobre los músculos intercostales, músculos linguales y músculo cardíaco (siendo el primero en definirlo como un único músculo), alcanzando el doctorado en Leiden. Allí coincidió con naturalistas de la talla de Jan Swammerdam (descubridor de las fases vitales de los insectos y primer descriptor de los glóbulos rojos observados al microscopio), Frederick Ruysch (descubridor de las válvulas linfáticas y la arteria central de la retina), Reinier de Graaf (descriptor del aparato reproductor humano), Franciscus de Le Boe, alias Silvio (descriptor del cerebro, en cuyo homenaje hay varios topónimos encefálicos bautizados con su nombre, y se cree que inventor de la ginebra), o el célebre filósofo Baruch Spinoza.

Viajó durante tres años: a Saumur, donde se reencontró con su viejo profesor Ola Borch, y conoció a Melchisedec Thevenot (descubridor de la influencia del magnetismo en los animales); a Montpellier, donde conoció los trabajos de Randelet (que tanta influencia tendrían posteriormente en sus estudios), al malacólogo Martin Lister y al médico William Croona, miembros de la Royal Society, donde presentaron los trabajos de Stenon; por último conoció en Roma al papa Alejandro VII, y al brillante anatomista Marcello Malpighi.

Regresó a Dinamarca en 1664, optando a una cátedra universitaria, y tras ser rechazado, se trasladó a París, donde comenzó a firmar sus trabajos como Nicolás Stenon, nombre por el que sería más conocido en la posteridad. Allí publicó la autopsia de un embrión muerto con malformaciones, siendo la primera descripción de una tara cardíaca congénita. En 1665 pronunció una célebre conferencia llamada «discurso sobre la anatomía del cerebro», que comenzó con las siguientes palabras: «en lugar de prometerles satisfacer su interés sobre la anatomía del cerebro, les confieso aquí, honesta y francamente, que no sé nada sobre ella». En efecto, sus investigaciones le habían revelado que todo lo supuesto en los textos clásicos sobre la función cerebral era inexacto, y que había que comenzar otra vez desde el principio. Uno de esos aportes a la ciencia que no suelen destacar las efemérides, pero que son tanto o más importantes que los descubrimientos novedosos.

Ese año sostuvo también una polémica contra la obra póstuma del ya difunto René Descartes, «sobre el hombre», en la que afirmaba que el cuerpo era una máquina simple y que la glándula pineal, bajo la dirección del alma, giraba moviendo las cuerdas del organismo. En una disección pública, Stenon demostró la inmovilidad de la glandula pineal, ganándose la animadversión de muchos seguidores de Descartes. Con todo, Nicolás aprobaba la filosofía cartesiana, y declaró: «no reprocho a Descartes por su método [mecanicista], sino precisamente por ignorarlo él mismo».

En otoño de 1665, con 27 años, se trasladó a Florencia junto a un grupo de sabios y científicos, para formar parte de la Academia del Cimiento (o de Experimentos), fundada por el Gran duque Ferndinando II de Médici, la primera en el mundo dedicada en exclusiva a la ciencia experimental. Allí, la función del ya célebre Stenon era la de diseccionar los cadáveres procedentes del contiguo hospital o de los ajusticiados, y volvió a traducir su nombre por el italianizado Niccolo Stenone . A los pocos meses, su carrera dio un giro radical, cuando el gran duque le encargó la disección de un tiburón gigante capturado por unos pescadores en Livorno. Se dio cuenta de que los dientes del tiburón, como ya había afirmado Guillaume Randelet un siglo antes, eran iguales a las piedrasglossopetrae sobre las que tanto había estudiado su viejo maestro Bartholin. En el informe sobre la disección del escualo, añadió una reflexión, en la que reconocía que las piedras glossopetraebien podían ser dientes de tiburón petrificados. Esta reflexión le introdujo en la discusión ya antigua acerca de las conchas petrificadas que existían en lugares alejados del mar, incluso montañas. La mayoría de los sabios de su época seguían a Aristóteles, que enseñaba que las conchas marinas podían crecer de manera espontánea, tanto en el mar como en la tierra. No pocos atribuían el fenómeno al depósito de conchas marinas durante el diluvio universal, y algunos creían que provenían de los astros del cielo, siguiendo a Plinio el Viejo. Stenone, basándose en un trabajo de Fabio Colonna, publicado en 1616, dedujo que las piedras habían sido anteriormente un sedimento blando cubierto por el agua de un mar anterior, donde habían quedado atrapadas las partes duras del cuerpo de animales que habían vivido en ese mar. El danés fue precavido al publicar sus reflexiones, pues estas entraban en conflicto con la cronología terrestre tomada literalmente de la Biblia (unos 6000 años a.C) que seguían los naturalistas de la época.

Hasta 1667, Stenon se dedicó al trabajo de campo, recolectando fósiles, aunque también continuó con sus estudios de anatomía, realizando otra aportación fundamental: el descubrimiento de los óvulos. Hasta entonces, los anatomistas habían creído que los ovarios eran una suerte de testículos inactivos; por primera vez se postuló la existencia de huevos internos en los vivíparos.

En 1669 pronunció un discurso en París, separando por primera vez la sustancia blanca de la sustancia gris en el cerebro. Ese año publicó su obra magna, De solido intra solidum naturaliter contento dissertatiois prodromus, considerada el primer tratado de geología moderna. En ella describió la constancia de los ángulos interfaciales en los cristales de cuarzo, y propuso los conocidos como principios de Stenon de la geología: primero, principio de superposición, existen capas de sedimentos, y los inferiores son más antiguos que los superiores; segundo, principio de la horizontalidad original, todo estrato, no importa la orientación actual, fue originalmente un depósito de agua, y por tanto, era horizontal; tercero, principio de continuidad lateral, el agua deposita sedimentos en una capa continua que sólo termina en el borde de su cuenca, por tanto, capas de rocas correspondientes en ambos lados de un valle, fueron originalmente una sola capa. En el epílogo, Stenon concilia sus hallazgos con lo revelado en las Sagradas Escrituras. La comunidad científica contemporánea, pese al prestigio ganado como anatomista por su autor, rechazó las conclusiones del De solido. Solamente autores como Robert Hooke o John Ray exploraron la vía abierta por Nicolaus Stenonis. La teoría de Stenon de que los fósiles eran un registro de criaturas vivas en diferentes eras, fue un cimiento indispensable para la teoría de la evolución de Charles Darwin.

Tal vez desalentado por este fracaso aparente, Stenon, pese a continuar sus estudios científicos, se sintió atraído cada vez más por la vida espiritual, principalmente en su afán por terminar con la división de los cristianos. Educado en las creencias luteranas, su naturaleza inquisitiva le hizo replantearse su fe, y durante su estancia en Florencia llevó a cabo estudios teológicos, incluyendo la lectura de los Padres de la Iglesia, llegando por medio del estudio y el razonamiento, a la conclusión de que el catolicismo respondía mejor a los preceptos de la fe cristiana que el luteranismo. Apadrinado por su amiga Lavinia Cenami, se convirtió al catolicismo el día de Todos los Santos del año 1669. A lo largo del año 1670 viajó por Hungría y Austria, recalando en primavera de nuevo en Amsterdam. En 1671 el estadista danés Peder Schumacher (casualmente vecino de calle durante su infancia), le ofreció un puesto como profesor en la universidad. Pasó dos años en Copenhague, donde al fin le fue reconocido el prestigio que ya gozaba internacionalmente con el cargo de Anatomicus regius (anatomista real), y regresó en 1673 a Florencia al ser nombrado tutor de Ferdinando III de Medici, hijo del duque Cosimo III.

En 1675, con 37 años, se ordenó sacerdote en Florencia, abandonando completamente su actividad investigadora, centrándose en la oración y la ascesis, y convirtiéndose en una de las figuras más prominentes de la llamada Contrarreforma. En 1677 fue consagrado obispo de Titopólis (una diócesis sufragánea de Isauria, en Anatolia), y enviado como vicario apostólico a las ciudades de la Liga hanseática (norte de Alemania). Fueron años duros para él, en un medio hostil, totalmente luterano, pero logró con el tiempo ser valorado tanto por su prestigio científico como por su modo de vida austero y espiritual. Leyó y criticó las obras de su antiguo compañero Baruch Spinoza, y se cree que su opinión fue tenida en cuenta para prohibir los libros del sefardita en los paises católicos. A finales de año fue invitado por Johan Frederick, duque de Brunswick-Lüneburg, e instaló una misión católica en Hannover. Allí fue visitado en 1678 por el filósofo y matemático Gottfried Leibniz, que había leído con gran interés sus obras, particularmente el De solido, (que influiría poderosamente en su libro Protogaea, donde se reivindica a Stenon, gracias a lo cual el siglo XVIII redescubriría sus trabajos). Ambos intelectuales discutieron acerca de las ideas de Spinoza y su correspondencia epistolar con el franciscano Albert Burgh, discípulo de Stenon, y aunque Leibniz quedó decepcionado por la poca disposición del eminente investigador a hablar de ciencia, coincidió con él en que se debía buscar la reunificación de la Iglesia católica y las protestantes. Nicolaus siguió trabajando en Hannover hasta 1680, cuando el acceso al poder del príncipe-elector Ernest Augustus, ferviente protestante, le forzó a abandonar la ciudad. La esposa de Augustus, Sofía, se había burlado de la piedad de Nicolaus, al saber que había vendido su anillo episcopal y su cruz para atender a los más necesitados. Stenon aceptó un puesto en la iglesia de san Ludiger en Münster, donde residió 4 años, hasta que en 1684 se trasladó a Hamburgo, tras un debate en el que se había mostrado opuesto a la elección del nuevo obispo de Münster, Maxilimiano Enrique de Baviera (el cual, en efecto, no sería confirmado por el papa Inocencio XI). En esta ciudad retomó por breve tiempo sus trabajos sobre el cerebro, junto a su viejo amigo, el anatomista de Amsterdam, Dirck Kerckring.

En 1685, rechazado en la urbe hanseática por su oposición a Maximiliano, Nicolaus fue invitado a Schwerin. En aquellos años había desarrollado una ascesis radical, viviendo en la más absoluta pobreza. El vicario apostólico se presentó en la ciudad pomerana vistiendo una capa de pordiosero, viajando en un carro abierto bajo la lluvia y la nieve, y con signos claros de desnutrición, debido a que se había impuesto una dieta de pan y cerveza clara como penitencia.

Tras concluir su misión apostólica, Nicolaus quiso volver a Italia, pero su estado era ya muy malo, y cayó gravemente enfermo. El 25 de noviembre de 1686, con 48 años de edad, murió en Schwerin; su amigo Kerckring trasladó su cuerpo a Florencia a expensas del Gran Duque Medici, siendo enterrado en la basílica de san Lorenzo. En 1953 su cuerpo fue redescubierto (salvo su desaparecido cráneo), y tras una procesión fúnebre por las calles de la ciudad, enterrado de nuevo.

Stenon dejó una frase para la posteridad, acerca de la naturaleza y los sentidos: «¡Qué bello es lo que vemos; más bello aun es lo que percibimos, pero lo más bello de todo es lo que no vemos!»

A propósito de la conversación que sostuvieron, Leibniz escribió que «de ser un gran científico, ha pasado a ser un mediocre teólogo». Lo incierto de esa frase del sajón se demuestra en que Stenon ha dado nombre no solo al conducto de la parótida que descubrió, sino también a una ley acerca de la constancia de ángulos interfaciales en cristalografía, a dos géneros de delfines (steno y stenella), a varios cráteres de Marte, a varios colegios y una universidad jesuíta, y que sus leyes fundamentales se siguen utilizando en geología. El 23 de octubre de 1988, tras un proceso de 50 años, Nicolaus Stenonis fue beatificado en la basílica de san Pedro, en Roma, ante 20.000 devotos, muchos de ellos toscanos, holandeses, alemanes y daneses. Su causa de canonización sigue abierta.

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