» Baúl de autor » Eleuterio Fernández Guzmán » Eleuterio - 2011

Volver a empezar

En el principio era la Palabra.

Así empieza en evangelio de san Juan y nos introduce, ipso facto, en el especial ambiente de la creación, cuando el espíritu de Dios sobrevolaba las aguas de aquel momento crucial de la humanidad y, en general, de todo lo creado.

Pero no me voy a remontar tanto tiempo.

Cuando José Luis Garci ganó aquel importante premio por su película «Volver a empezar» sembró una especie de comportamiento sentimental sobre lo que pasó y que, de repente, vuelve a ser lo que era. Todo volvía a empezar como si el tiempo, que había pasado, no hubiese recorrido aquel espacio que distanciaba una fecha y otra y un sabor a dulce recuerdo podía, casi, paladearse.

Algo así ha pasado con la página que Juanjo Romero, digamos, administra: conoZe. Volvió, como dijo aquel, por donde solía y, como era de esperar, volvió para seguir sembrando, semanalmente, las mentes y los corazones de buenas viandas para el alma alimentando, así, la parte más esencial que todo ser humano tiene que poner al día si es que no quiere quedarse anclado en un vulgar y mediocre pasado.

Volvemos aunque, en realidad, las personas que, de una manera o de otra, somos acogidas en las inmateriales páginas de conoZe, nunca nos hemos ido. Hemos estado agazapadas esperando el momento de volver a la vanguardia de la opinión, del pensamiento y del ser católicos o, también, a querer manifestar, por escrito, que creer en Dios se puede decir de muchas formas y todas ellas buenas y benéficas para el alma.

En la red de redes hay muy ruido porque son muchas las voces que se manifiestan, muchos los párrafos escritos, muchos los puntos sobre las muchas íes que en el mundo existen y deambulan. Por eso conviene un remanso de cierta paz donde solazarse con lo que otros creen, dicen y escriben o un, a modo, de espacio apartado del mundanal escándalo y de la soez presencia de lo que, muchas veces, supone ver lo que se cree, dice y escribe.

Por eso es tan bueno que haya vuelto, sin haberse ido, conoZe. Y lo es porque las personas que nos sabemos inmersas en una corriente de hacer que nos lleva para no dejarnos estancados, estamos dispuestas a seguir alimentando el gigante con lo que de nuestro corazón pueda salir. A lo mejor es poco, caso del que esto escribe pero, con toda seguridad, plumas más acertadas dejarán patente que el ser humano está dotado de talentos que Dios le entrega para que los haga rendir.

Así, valiéndose de su mayor o menor disposición, algunos lo hacen en un veinte, otros en un treinta y, algunos, en un tanto por ciento muy elevado haciendo crecer, así, el ansia de conocimiento y formación que tiene todo hijo que de Dios se considere descendencia. Tal, éste último, es el caso de aquellas personas que, de poco en poco, deciden abrir su mente y su corazón en conoZe a excepción, claro (en cuanto al rendimiento talentil) del que esto escribe que observa como los mejores saben lo que hacen y se limita, como mucho, a mirar, leer y admirar.

Dejó dicho Chesterton que «El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso». Resulta, así, sencillo pensar, creer y, así, disfrutar, de aquellos lugares que nos infunden amor y quietud para el alma. Y eso es conoZe: caridad para con los más necesitados de espíritu renovado y tan antiguo, y a la vez tan nuevo, como el evangelio mismo, traído aquí a través de lo que sus colaboradores creen, dicen y escriben, como he dicho arriba.

De todas formas, y por bien acabar, este volver a empezar es algo muy especial… porque siempre es bueno reencontrar a los amigos.