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Aristóteles, «el Filósofo»

Introducción

Algunos testimonios antiguos y modernos pueden ayudarnos a comprender la importancia de Aristóteles, un pensador que ha marcado de modo decisivo la historia de la filosofía mundial.

Diógenes Laercio (siglo III d.C.) considera a Aristóteles el más genuino discípulo de Platón, sin que esto implicase que el discípulo sólo hubiese repetido a su maestro...

En la Edad Media, Juan de Salisbury (ca. 1110-1180, que llegó a ser obispo de Chartres), escribía:

«Cuando Platón desapareció de este mundo parecía que el sol había caído del cielo; todos prorrumpieron en lamentos de que se había apagado la luz del mundo. Pero cuando su discípulo Aristóteles subió a la cátedra del maestro, lució como una estrella matutina, iluminó la tierra...»

Dante señala a Aristóteles, en la Divina comedia (Inferno, canto IV), como el «Maestro di color che sanno». Para santo Tomás será, como para otros escolásticos, sencillamente «el Filósofo...»

Hegel iniciaba su presentación de Aristóteles en sus clases de Historia de la filosofía con esta frase:

«Nos separamos, con esto, de Platón, a quien abandona uno, en verdad, de mala gana. Al pasar a su discípulo Aristóteles nos gana aún más la preocupación de tener que ser demasiado prolijos, pues no en vano se trata de uno de los más ricos y profundos genios científicos que jamás hayan existido: un hombre que nunca ha podido ser igualado».

¿Quién fue y qué enseñó Aristóteles? ¿Por qué ha recibido tantos elogios, y también, en algunos momentos de la historia, tantas críticas?

I. Vida (384-322 a.C.)

Aristóteles nace en Estagira (por eso es llamado el Estagirita...), en una familia de médicos. Desde los 18 años estudia en la Academia de Platón. Recibirá cargos de importancia dentro de esta institución: será por un tiempo maestro de retórica.

El año 347 (se discute si antes o después de la muerte de Platón) sale de Atenas; tenía derecho a ser el sucesor de Platón en la dirección de la Academia, pero este cargo fue ocupado por el sobrino de Platón, Espeusipo.

Inicia entonces varios viajes, en los cuales encontró a quien sería su esposa, Pitias. Al final llegó a la corte de Pella, en Macedonia, y educó al hijo del rey Filipo de Macedonia: Alejandro Magno. Recibió, además, buenos créditos para sus investigaciones científicas.

El año 336 a.C. sube Alejandro Magno al trono de Macedonia, y Aristóteles vuelve a Atenas, seguramente el 335, donde enseña en la zona llamada Liceo (fuera de la ciudad). Por lo mismo, su escuela se llamará Peripatética (los discípulos son llamados peripatéticos) o, simplemente, «el Liceo».

Tras la muerte de Alejandro Magno (el 323), Aristóteles es acusado de colaboracionista de los macedonios y tiene que salir de Atenas. Muere en Calcis el año siguiente.

II. Obras

Metafísica (una colección de tratados), Física, Política, Poética, Ética nicomáquea (el nombre de su hijo era Nicómaco), Sobre el alma, varias obras sobre lógica (su agrupación es conocida con el nombre de Organon). Aristóteles es un gran sistematizador, que hace su propia historia de la filosofía, y que piensa de modo minucioso un sinnúmero de problemas filosóficos y científicos.

III. Preámbulos

A. Evolución del pensamiento de Aristóteles

Durante mucho tiempo se han ido fijando dos ideas sobre el pensamiento de Aristóteles:

  • que está en abierta oposición a Platón;
  • que todas sus obras forman un sistema homogéneo (lo cual exigía «mitigar» las contradicciones que se pudiesen encontrar en sus escritos).

Gracias a los últimos estudios, y sobre todo después de Werner Jaeger (a inicios del siglo XX), se ha ido descubriendo el carácter evolutivo del pensamiento aristotélico, y su relación estrechísima con su maestro Platón, ante quien se rebela pero con quien concuerda en temas, expresiones, ejemplos y no pocas conclusiones...

B. Divisiones de la ciencia y del saber

1. Según Aristóteles (Ética nicomáquea, libro VI), existen 5 modos de conocer y así también 5 modos de dominar y crear la realidad externa e interna:

  • Arte: cómo crear externamente de modo técnico.
  • Prudencia: cómo actuar moralmente, cómo vivir humanamente.
  • Ciencia: conocimiento de la realidad a través de sus causas inmediatas (material, formal, eficiente, final).
  • Inteligencia: comprensión de las cosas en sus primeros principios.
  • Sabiduría: la gozosa contemplación-visión de toda la realidad en su Primera Causa, única, universal, Dios.

2. Noción de ciencia: Aristóteles sigue muy de cerca a Platón en el planteamiento de su filosofía:

  • No hay ciencia de lo sensible ni de lo particular.
  • La ciencia conoce lo real de modo universal, necesario e inmutable, y según las causas.
  • El objeto de las ciencias debe tener estas características, pero no se da en un mundo distinto, sino que está presente (aquí la gran novedad de Aristóteles) en las realidades y luego, por un proceso cognoscitivo, en la mente del hombre.

3. Dos clasificaciones de los principales problemas filosóficos:

  1. En Tópicos I 14, 105b19 ss.: a grandes rasgos se puede decir que hay tres tipos de proposiciones y problemas:
    • Proposiciones éticas: ¿es mejor obedecer a los padres o a las leyes si están en desacuerdo?
    • Proposiciones lógicas: ¿es el conocimiento de los opuestos igual o no? (Serían problemas gnoseológicos).
    • Proposiciones de filosofía natural (física): ¿es eterno el mundo o no?

    Esta división es la que se usará en varias escuelas durante el periodo helenístico: Ética, Lógica, Física.

  2. Otra clasificación se encuentra en Metafísica VI 1, 1025b18-1026a23:
    • Filosofía teorética: estudia el conocimiento que tenemos de las cosas, y que puede ser:
      • Física: ciencia teórica sobre las cosas no separables ni inmóviles; siempre tienen materia pues están sujetas al movimiento.
      • Matemáticas: sobre las cosas inmóviles y no separables (según lo que parece).
      • Teología o filosofía primera: sobre las cosas separadas e inmóviles, sobre el ser en cuanto ser (y esta ciencia es la ciencia superior...).
    • Filosofía práctica: conocimiento «científico» que norma las acciones humanas según la regla de las costumbres.
    • Filosofía poiética: conocimiento científico que se refiere a la configuración de los objetos técnicos y artísticos.

IV. Epistemología y lógica

La lógica es el presupuesto de toda la reflexión de Aristóteles: cómo pensamos, cómo usamos los conceptos, cómo se clasifican,... Gracias a ella tenemos el instrumental necesario (las obras de lógica fueron llamadas Organon, instrumento, por Alejandro de Afrodisia) para poder afrontar todos los campos del saber. La lógica puede tratar sobre cómo conocemos (teoría del conocimiento o crítica) o sobre los medios con los que conocemos.

A. Epistemología

  1. Punto de partida: el hombre es como una hoja en blanco, como una tábula rasa: comienza a conocer desde cero, no tiene nada innato. Para Aristóteles, no hay pruebas que avalen la pretensión de la reminiscencia de Platón y de los pitagóricos. Todo nuestro conocimiento, por lo tanto, arranca de los sentidos.
  2. Inducción (epagogé: llamamiento, evocación): es el medio para obtener los conceptos universales. El intelecto tiene en sí la fuerza suficiente para abstraer o, mejor, para extraer, del particular la forma universal. Sólo este camino es el único científicamente válido.

El hombre, con su intelecto espiritual, puede abstraer de la materia las formas y contemplarlas tal como son, separadas de los individuos particulares; y aquí reside el principio de todas las ciencias, que son universales y necesarias. «El alma es, en cierta manera, todas las cosas» (Sobre el alma III 8, 431b21).

B. Analítica (lógica formal)

Aristóteles no habla de lógica, sino de analítica (análysis significa resolución): se trata de analizar, de descomponer los elementos con los que trabaja nuestra mente. Así la lógica aristotélica nos permite descubrir y usar correctamente todos los elementos que forman de modo ordinario nuestro pensar.

1. Conceptos y categorías

¿Cuáles son los elementos más básicos, los «átomos» propios de las operaciones cognoscitivas?

  1. Formalmente: los conceptos (cuando éstos se descomponen, por ejemplo, en sílabas, pierden su significatividad; es más «mesa» que me + sa...).
  2. Materialmente (según lo que representan): las categorías o predicamentos, que son los predicados fundamentales que se pueden atribuir al sujeto, a la sustancia (kategoréo significa predicar, afirmar algo de...). Aristóteles habla de 10 categorías (Categorías 4 1b25-27 y Tópicos I 9 103b20-23). Hay quien dice que el número correcto debería ser 8 (Analíticos segundos I 22, 83a21ss), ya que la posición y el hábito pueden caer bajo otras categorías.

    La enumeración de las categorías en 10 es la siguiente: sustancia, cantidad, cualidad, lugar, tiempo, posición, échein o «habitus» (algo adquirido), acción, pasión, relación. La sustancia es la categoría principal (es lo único que es) y las demás categorías son accidentes.

    Estas categorías no son algo arbitrario, como criticaron Kant o Hegel; recientemente han defendido su validez Prantl y Gomperz, que indican que la sustancia puede ser determinada espacial y temporalmente, tiene por su propia cualificación su ingreso en el mundo de los números y las medidas (cantidad) y se manifiesta de modos diversos (acción, pasión y relación).

  3. Aristóteles también habla de los predicables (Analíticos segundos y Tópicos): son las distintas relaciones que los términos universales pueden tener con los sujetos de los que son predicados. Son: género, especie, diferencia, propio y accidente. Se diferencian según la coextensión o no del predicado respecto del sujeto.

2. Juicios

a. Definición: el juicio o proposición es una unidad compleja, fruto de la unión de dos conceptos.

La forma exterior del juicio es la predicación, que puede ser afirmativa o negativa.

Ej: Los hombres son animales.

b. Jerarquización: dentro de los juicios se pueden encontrar algunos más universales que comprenden a los demás.

La base formal de todo pensamiento y de todo juicio es el del principio de no contradicción: el mismo atributo bajo el mismo aspecto no se puede afirmar y negar del mismo sujeto (Metafísica IV 3, 1005b19), aunque, más que transmitir un conocimiento, indica la estructura formal de nuestra mente.

Los juicios primeros, como éste, no admiten demostración, pues todos los juicios los presuponen y éstos no presuponen a ninguno.

Los demás juicios, que dependen de los juicios primeros, son llamados conclusiones, y a éstas se puede llegar por varios caminos:

  1. a. Silogismo: del universal se deduce el particular.
  2. b. Inducción (epagogé): por la observación sobre los particulares se asciende al universal. Es un conocimiento in-mediato (no hay mediación de juicios).
  3. c. Existiría un tercer camino, que alcanza los primeros principios, y es llamado por Aristóteles intuición, noûs; cf. Analíticos segundos II 19, 100b5-17.

La definición es un tipo especial de juicio: se obtiene uniendo el género próximo (anterior) con la diferencia específica.

Ej.: el hombre es un animal racional; desde luego, la sustancia, género supremo (bajo el cual cae todo lo que es), no puede definirse, como tampoco las otras categorías.

3. El silogismo (raciocinio)

Aristóteles se consideraba el descubridor del silogismo, pues según él nadie antes había hablado de este tema. Es lo más estudiado en el Organon (3 obras sobre el silogismo).

a. Definición: el silogismo o razonamiento es una reflexión de la mente para extraer una conclusión. Es un acto compuesto, que exige la combinación correcta de varias proposiciones (o juicios), que podemos llamar premisas. En Analíticos primeros (I 1, 24b17-20) dice que un «razonamiento (silogismo) es un enunciado en el que, sentadas ciertas cosas, se sigue necesariamente algo distinto de lo ya establecido por el [simple hecho de] darse esas cosas».
b. Validez del silogismo: el resultado del raciocinio es un conocimiento certísimo, aunque falte la mediación de la experiencia, siempre que se sigan las reglas de la lógica.
c. Caminos de la obtención de las premisas de los silogismos: son los caminos por los cuales formamos las premisas (los juicios), como vimos arriba; sólo hay dos: inducción e intuición (a no ser que se concatenen silogismos y se tomen como premisas las que son conclusiones de otros silogismos...). La intuición tiene que ser defendida, ya que si ascendemos en el proceso de los silogismos hacia los que fundan todos los demás sin estar ellos fundados por otro razonamiento, llegaremos a juicios que deban ser conocidos por intuición.
d. Tipos de silogismos (Tópicos I 1, 100a18-101a24):

* Silogismo científico o demostración: además de la corrección formal considera el valor de verdad de las premisas y de las consecuencias.

Ejemplo: todos los metales son fusibles; el plomo es un metal; el plomo es fusible (cf. Analíticos segundos I 2, 71b9-25).

* Silogismo dialéctico: parte de premisas no verdaderas, sino sólo probables, plausibles, basadas en la opinión o en la autoridad. Ayuda para promover y fomentar las discusiones. (Ejemplo no aristotélico: es plausible que los jueces se equivoquen; luego seguramente habrá presos en las cárceles que son inocentes).

* Silogismo sofístico o erístico: se basa en premisas que parecen probables y no lo son, o bien procede contra las leyes del silogismo. Ej.: «¿La salud o la riqueza son un bien? Pero, para el insensato y el que no las emplea correctamente, no son un bien; luego son un bien y no son un bien» (Refutaciones sofísticas 25, 180b9-11).

e. Críticas: se ha criticado la utilidad de la lógica aristotélica, especialmente respecto del silogismo, porque en éste el conocimiento no avanza: en las premisas ya está contenida la conclusión... Para algunos de estos críticos el conocimiento sólo progresaría gracias a la experiencia sensible.

A la crítica podemos responder de este modo: aunque es verdad que en el silogismo las premisas contienen la conclusión, sin embargo en una buena ciencia lógica (es decir, analítica), conviene ver las proposiciones muchas veces escondidas que fundan conclusiones aparentemente disparatadas, para descubrir el error en las premisas. En este sentido, la lógica aristotélica goza de una patente actualidad.

V. La física

1. El movimiento es la característica propia del ente sensible, y así ocupa un lugar central en la consideración de Aristóteles (a quien le gusta ir, como le había enseñado Platón, desde lo que mejor conocemos a lo que nos resulta más difícil).

¿Cómo es posible que se dé el movimiento? ¿Cómo podemos pensarlo, si la mente busca y piensa la estabilidad y la permanencia? Aristóteles entiende por movimiento no sólo el movimiento local, sino todo cambio: generación y corrupción, aumento y disminución, alteraciones, traslaciones (aunque hay momentos en los que Aristóteles distingue entre movimiento y cambio).

2. La explicación del movimiento parte del análisis de la potencia y del acto: en los entes sensibles se conjuga la potencia, que es posibilidad de ser o de llegar a ser (pero no es pleno ser), y el acto, que es ser efectivo, consecución de la propia realización. Tenemos así un «desdoblamiento» de la noción del ser (que es analógica).

El movimiento se da cuando la potencia avanza hacia el acto, cuando se realiza. Así, podemos definir el movimiento precisamente como acto de la potencia en cuanto potencia (cf. Física III 1, 201a10).

Así no hace falta el puro no ser para explicar el movimiento (lo cual es imposible, como notó Parménides), sino que se afirma un substrato existente (el ser potencial) que permite el paso del término de partida del movimiento al término de llegada.

La potencia de las sustancias sensibles se llama materia, y el acto -de toda sustancia- se llama forma.

3. En los seres en movimiento no se identifican el acto y la potencia; para que la potencia pase a actualizarse (a realizarse), se requiere una causa externa, la causa eficiente, un motor que esté en acto.

4. A su vez, la causa eficiente sólo actúa si busca un bien, un fin, un objetivo: hace falta afirmar la causa final.

Sólo un cuerpo se genera o muere porque en él hay potencialidad y porque la forma tiene que realizarse en el tiempo. El estado perfecto será el del acto propio en modo pleno, del perfecto fin, del bien completo...

Aquí se nota el carácter «teleológico» de la doctrina de Aristóteles. El devenir para Aristóteles no es la introducción de la nada, sino el progreso en el perfeccionamiento del ser, según el fin propio de cada ser limitado.

Se reconocen así dos modalidades del «no ser», como en el caso de la bellota: no es un tigre, ni tampoco es plenamente un árbol, pero sí podrá llegar a ser un árbol (encina)...

En resumen, el estudio del movimiento permite evidenciar la existencia de causas explicativas: material y formal (causas intrínsecas); eficiente y final (causas extrínsecas).

5. Teoría del «lugar natural»: las cosas tienden a ocupar el lugar propio según su tendencia natural (el aire y el fuego tienden a subir, y la tierra y el agua tienden a bajar). Un movimiento será natural si se realiza según la tendencia propia de una realidad concreta. Será antinatural si se ve forzado u obligado a ir en la dirección opuesta.

6. El tiempo: es la medida del movimiento según el antes y el después (Física IV 11, 219b1ss.). Para definir el tiempo se basa en dos puntos de referencia: el movimiento y el alma, ya que sin alma numerante no se da tiempo numerado aunque haya movimiento numerable (Física IV 14, 223a21-26).

VI. La cosmología

Aristóteles establece una división radical entre el mundo sublunar (imperfecto, de sustancias compuestas que viven en movimiento, bajo la generación y corrupción) y el mundo de las esferas celestes (con un movimiento perfecto, sin composición, formas puras). Hay una «quinta esencia» (éter) para ese mundo de los astros, que giran circularmente alrededor de la tierra (y este movimiento sería perfecto).

Es cierto que esta cosmología resulta errada, y que será fuertemente combatida con el surgimiento de la ciencia moderna. Pero Aristóteles se movía en el marco de su tiempo, si bien hay que reconocer que su maestro, Platón, estaba más cerca de la verdad en este punto, pues pensaba que el mundo material (por debajo y por encima de la luna) se regía en general por las mismas leyes (aunque Platón también habló del éter).

VII. Filosofía primera: metafísica

Si no existiese algo por encima de lo sensible, la ciencia fundamental sería la física, explica Aristóteles. Pero la misma física nos lleva a buscar algo por encima de ella (las causas, los principios, el motor inmóvil, el fin último...),

Sin embargo, no es correcto entender la metafísica (ciencia primera) como si se tratase de la ciencia que explicase o contuviese los principios de todas las demás ciencias. Cada ciencia tiene su autonomía, sus principios y sus propios métodos (cf. Analíticos segundos I 9, 76a16-25; I 11, 77a26-35).

A. Noción de metafísica

Aristóteles no habla de metafísica, sino de filosofía primera (la segunda es la física) o teología, ya que es el conocimiento más excelente, distinto de las ciencias particulares (que se restringen a áreas del saber) y del arte (que busca la utilidad, orientado a la producción).

Aristóteles ofrece 4 definiciones de metafísica:

  1. Ciencia de las causas o los principios supremos o primeros
  2. Ciencia del ser en cuanto ser
  3. Ciencia de la sustancia
  4. Ciencia de Dios y de las sustancias suprasensibles, separadas e inmóviles.

B. Metafísica entendida según las tres primeras definiciones:

1. ¿Cómo entender el «ser»? Para entender qué es el ser, Aristóteles se ayuda de la doctrina de la analogía: el ente es en parte igual y en parte distinto, no unívocamente (Parménides) ni equívocamente (totalmente distinto, sin posibilidad de abstraer ni de obtener ninguna ciencia universal de lo común en las cosas: Heráclito, escepticismos, etc.).

2. Existe una estructura bipolar del ser y de todas las sustancias, que es explicable según lo que hoy denominamos hilemorfismo. ¿De qué se trata? Para que las cosas sean símiles y distintas ha de haber dos principios que expliquen la multiplicidad en la analogía del ser; un principio será positivo, el acto -la forma-, y otro limitativo y «negativo»: la potencia -la materia- (descubiertos en el movimiento).

En las cosas materiales se da la composición de la materia (hyle), que es multiplicativa en una especie, y de forma (morphé), que es la que da el orden a un modo de ser determinado (constituye a la especie).

Ejemplo: La encina. Su forma o actualidad sería la «encinidad». Su materia sería lo que hace que la encina sea esta encina y no otra, la limita como individuo concreto.

Para Aristóteles no hay materia preexistente a la forma: la forma es lo principal, lo que actualiza a la materia; y la forma es lo que busca la universalidad y la perfección de sí misma en los individuos de la especie (busca ser algo parecido a la idea platónica...). La materia es, simplemente, el principio de individuación.

3. Definición de sustancia: es un punto difícil, pues Aristóteles da muchas definiciones de sustancia. Podemos destacar tres definiciones:

  • Lo que tiene el ser en sí y no en otro (contra el accidente).
  • Esta cosa particular (en griego, tóde ti: esto aquí).
  • Lo que tiene una unidad intrínseca y no es un mero agregado (esta definición es importante para comprender la doctrina sobre el alma en los seres vivientes).

C. El encuentro con Dios

  1. La afirmación de la causa nos lleva al hecho de la existencia de muchas causas concatenadas (quien está en acto lo está, a su vez, porque otro ser en acto, un motor, ha empezado a moverlo), y en esto no podemos proceder al infinito (si no hay una primera causa no se inicia el movimiento). Por lo tanto concluimos que debe existir un primer motor inmóvil, que sea puro acto sin mezcla alguna de potencia: Dios.
  2. ¿Cuál es el acto de este Dios? Es el acto más perfecto, el del pensamiento, que tiene el contenido más perfecto (Él mismo). Dios sería «el pensamiento (que es) pensamiento del pensamiento» (nóesis noéseos nóesis, Metafísica XII 9, 1074b 34-35).

En virtud de su perfección, este Dios no tiene ningún contacto con el mundo (es algo muy inferior a Él); ¿cómo, pues, es causa? Sólo como es causa el objeto de amor: el mundo (coeterno con Dios) inicia a moverse atraído por el Ser perfecto.

VIII. Doctrina sobre el alma y antropología

1. Para Aristóteles, el alma es la forma de las plantas, los animales y los hombres, que no sólo «especifica», sino que es el inicio de la perfección final del actuar, pues los seres vivientes tienen una activa búsqueda de la realización de su forma en el ser; «aman» de un modo más intenso su propio ser. El alma «interioriza» su condición de ser causa eficiente y causa final al mismo tiempo.

2. El alma puede ser de tres tipos (o puede mostrar tres dimensiones):

  1. Vegetativa: en las plantas (fundamenta la alimentación y la reproducción).
  2. Sensitiva: en los animales (genera la dimensión de la sensibilidad, con la que son captadas las «formas» adecuadas y permite el surgir del deseo).
  3. Racional: en el hombre, que es capaz de alcanzar los conceptos y deliberar y elegir.

3. El hombre

  1. La forma del hombre es un alma que reúne las dimensiones vegetativa, sensitiva y racional.
  2. ¿Cómo conocemos el aspecto racional del alma humana? Ya que el hombre conoce conceptos universales, debe estar dotado de algo que permita pasar del nivel sensible al inteligible; este algo es el intelecto agente, que es espiritual e inmortal.
  3. En cuanto al dinamismo de la voluntad, Aristóteles reconoce que la razón humana tiene una doble dimensión o actividad:
    • -Una es la de mandar o dirigir (la razón que dirige la parte sensible controlable por ella).
    • -Otra es la del ejercicio puramente contemplativo (la actividad más elevada del hombre...).
  4. La inmortalidad: es un tema difícil en Aristóteles. Según lo que parece, Aristóteles sólo creía en la inmortalidad del intelecto agente, pero no en la inmortalidad del alma en su totalidad, pero los intérpretes no llegan a un acuerdo sobre este punto.

IX. La ética

A. Ética individual

1. La ética, según Aristóteles, es una ciencia especial, ya que no tiene como objeto lo universal, pues mira al acto particular y concreto, mientras que las ciencias buscan lo universal (Ética nicomáquea I, cc. 3 y 7). Pero hay algunas pistas que nos permiten vislumbrar cómo trabajar en la ética.

  • Todo hombre, como todo ser, actúa por un fin (=bien).
  • Dentro de los «fines» que buscan los hombres, hay algunos que son medios para fines ulteriores, y debe haber un fin que sea último y que justifique todas las acciones: la felicidad.

2. Qué es la felicidad: es algo difícil de determinar, pero se puede intuir por los tipos de vida que escogen los hombres. Para algunos la felicidad coincide con los placeres (vida que busca satisfacer la sensibilidad), para otros con los honores o la gloria (vida que busca contentar a la parte pasional), para otros con la contemplación (vida según la parte racional).

Sin embargo, no son felicidades plenas ni los placeres (están sujetos al devenir) ni los honores (dependemos del reconocimiento de los demás). Además, el fin propio de cada sustancia corresponde a lo específico de cada modo de ser, y el fin propio del hombre corresponde a su modo de ser racional...

Así, la actividad más propia del hombre es la contemplación, acompañada de las demás cosas necesarias para la vida (una riqueza suficiente, los amigos,...). El ideal de Aristóteles es una vida entera, completa...

3. La ética no se logra usando el método científico, sino que se aprende con la experiencia y con el consejo de los hombres, y debe ayudarnos a crear hábitos o virtudes (una capacitación de las facultades a fin de que alcancen con más facilidad sus propios fines).

4. ¿Cómo se adquiere la virtud? A través de actos concretos, ante los cuales el hombre debe realizar una deliberación y una elección.

Aquí se encuentra la doctrina del «justo medio», pues «la virtud está en el medio». Hay que buscar siempre el acto oportuno que se oponga a los excesos (el «demasiado» o el «demasiado poco») que son siempre malos en el ámbito de las virtudes éticas.

Si uno actúa de modo equivocado, llegamos a los vicios (predisposiciones a obrar contra el objeto propio de la facultad). Si uno actúa de modo correcto, promovemos las virtudes (una predisposición a actuar acertadamente).

B. Ética social

Aristóteles realiza una fuerte crítica al comunismo de Platón. Para él la sociedad puede ser concebida como una comunidad de comunidades, en la que se respete a quienes viven en las comunidades inferiores. La comunidad básica es la familia, y sobre ella se construye todo lo demás.

  1. Importancia de la amistad en la concepción sobre la felicidad humana: el hombre es siempre un ser social, y ser feliz es serlo con los otros. «El amigo es otro yo», repite Aristóteles según un dicho antiguo. Es necesaria la benevolencia recíproca y comunión de bienes para que se llegue a la verdadera amistad.
  2. La vida social es algo necesario, pues el hombre es un animal político: la soledad no es humana.
  3. Aristóteles, de modo en parte semejante a Platón, ofrece una clasificación de los distintos sistemas políticos. Tres serían buenos: monarquía, aristocracia, democracia. Si degeneran tenemos tres sistemas malos: tiranía, oligarquía, demagogia. Aristóteles defiende una sociedad perfecta, que conjugue lo mejor de la aristocracia y de la democracia.

X. Filosofía poiética

Estudia la producción humana, lo que podemos realizar al configurar realidades fuera de nuestra propia interioridad. La producción puede ser de dos tipos:

  1. Producción técnica: productos para el uso.
  2. Producción artística: se trata de realizar obras que imitan la naturaleza. Al hablar de la producción artística, Aristóteles explica la diferencia que hay entre la tragedia (que representa las cosas más elevadas) y la comedia (que reproduce las cosas más bajas, que mueven a la risa).

XI. Importancia e influjos

1. Aristóteles en la historia del pensamiento

Las obras aristotélicas sufrieron una serie curiosa de peripecias, hasta que fueron publicadas según una organización sistemática hacia el año 40-20 a.C.

En los primeros siglos de la Edad Media se conoció poco de Aristóteles (especialmente se leían algunas obras de lógica) y con muchos influjos neoplatónicos.

Hubo un gran auge del aristotelismo en los últimos siglos de la Edad Media: después de una serie de prohibiciones y temores, el estudio de las nuevas traducciones de Aristóteles llegará a ser obligatorio en muchas universidades de Europa, si bien con problemas y desviaciones (como la que se produjo con el así llamado «averroísmo latino»).

Hubo fuertes polémicas antiaristotélicas en el Renacimiento y la Edad Moderna.

En la actualidad sigue siendo actualísimo, y es uno de los autores sobre el que más se escribe. Hoy asistimos a una fuerte revalorización de su ética, especialmente gracias a MacIntyre (autor de una obra muy famosa, After virtue).

2. Valoración crítica

  1. Es impresionante la apertura hacia la verdad y la continua investigación en un hombre que vivió hace tanto tiempo, con los límites de su época histórica. Aristóteles nos enseña a buscar la verdad con desinterés, allí donde se encuentre.
  2. Su filosofía primera es una auténtica metafísica, una búsqueda de una visión global de la realidad, comprendida bajo la luz del Primer Motor Inmóvil, bajo la dirección teleológica de Dios.
  3. Sin embargo, Aristóteles no pudo llegar a la idea de creación, en parte por la idea dominante en el mundo griego sobre la eternidad del mundo, y en parte por la separación total de cualquier acción directa de Dios sobre el universo.
  4. Para el cristiano, en su esfuerzo por lograr una filosofía adecuada para la fe, no bastará Aristóteles, sino que será integrado con buena parte de la tradición platónica, como puede constatarse en un atento estudio de la historia de la filosofía medieval.

Sugerencias bibliográficas

Aristóteles, Acerca del alma, introducción, traducción y notas de Tomás Calvo Martínez, Gredos, Madrid 1988, 2ª ed.

Aristóteles, Ética nicomáquea. Ética eudemia, introducción de Emilio Lledó Íñigo; traducción y notas de Julio Pallí Bonet, Gredos, Madrid 1985.

Aristóteles, Física, introducción, traducción y notas de Guillermo R. de Echandía, Gredos, Madrid 1995.

Aristóteles, Metafísica, introducción, traducción y notas de Tomás Calvo Martínez, Gredos, Madrid 1994.

Aristótelesc, Política, versión española por Manuela García Valdés, Gredos, Madrid 1988.

X. Antich, Introducción a la metafísica de Aristóteles. El problema del objeto en la Filosofía primera, PPU, Barcelona 1990.

J. Barnes, Aristóteles, traducción del inglés por Marta Sansigre Vidal, Cátedra, Madrid 1987.

T. Calvo Martínez, Aristóteles y el aristotelismo, Akal, Madrid 1996.

F. Copleston, Historia de la filosofía. Vol. I: Grecia y Roma, Ariel, Barcelona 1984.

I. Düring, Aristóteles, exposición e interpretación de su pensamiento, traducción del original alemán, de Bernabé Navarro, UNAM, México 1990, 2ª ed.

G. Fraile, Historia de la filosofía. Vol.I. Grecia y Roma, BAC, Madrid 1997, 7ª ed.

W.K.C. Guthrie, Historia de la filosofía griega. VI: Introducción a Aristóteles, versión española de Alberto Medina González, Gredos, Madrid 1993.

J. Lear, Aristóteles. El deseo de comprender, Alianza editorial, Madrid 1994.

J. Montoya - J. Conill, Aristóteles: sabiduría y felicidad, Cincel, Madrid 1985.

G. Reale, Introducción a Aristóteles, Herder, Barcelona 2003.

I. Yarza, La racionalidad de la ética de Aristóteles. Un estudio sobre Ética a Nicómaco I, EUNSA, Pamplona 2001.

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