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Mártires de la fe, no de la guerra

Don Vicente Cárcel Ortí, sacerdote valenciano, es uno de los mayores expertos en la persecución religiosa española del 36; ha intervenido como postulador, en Roma, en algunas de las causas de beatificación en curso, y ha publicado un libro sobre este tema en la BAC.
Ésta es una entrevista en exclusiva para «Alfa y Omega»:

Cuando se les llama «mártires de la guerra civil», se están manipulando los términos -precisa-. La guerra civil es el contexto sociopolítico en que se produce su muerte; pero ellos son víctimas, no de una guerra civil, sino de una persecución religiosa, que son dos conceptos totalmente distintos. Los beatificados hasta ahora nunca fueron a la guerra: eran personas pacíficas, que estaban en sus conventos, en sus casas, en sus parroquias y comunidades, y los mataron porque eran religiosos, católicos, gente de fe.

Porque la persecución religiosa había empezado mucho antes.

Éste es el punto. El próximo año van a ser beatificados unos Hermanos de La Salle de Turón (Asturias), asesinados el año 34 en Oviedo... en 1934 no había guerra civil, sino una República en la que hubo persecución religiosa: quema de conventos, de iglesias, y en esto había una responsabilidad moral de aquel Gobierno. El término mártires de la guerra civil se presta a manipulación.

En este caso, ¿quiénes son los nuevos beatos?

Se trata de un grupo de religiosos de la Orden de los Agustinos Recoletos, asesinados en Motril (Granada) durante la persecución religiosa del 36, junto con el párroco del pueblo, don Manuel Martín. El religioso que encabeza el grupo era el padre Soler. No quisieron abandonar su comunidad, porque no tenían nada que esconder, lo mismo que el párroco, y fueron a por ellos, los sacaron y los mataron a poca distancia de donde vivían; a alguno, en las mismas calles del pueblo. Son los primeros mártires de esta parte de Andalucía. En todo el sur hubo muchos; concretamente, Jaén y Almería fueron las ciudades más castigadas. Fueron martirizados tres obispos: los de Almería y Guadix, ya beatificados, monseñores Diego Ventaja y Manuel Medina (los echaron vivos a un horno de cal), y el de Jaén, aún en proceso.

Con estas ocho beatificaciones, ¿cuántas hay ya en total?

Según los últimos datos, son ya 230 los mártires españoles beatificados por Juan Pablo II. Las causas pendientes en este momento son más de cien, y agrupan a casi mil mártires. Algunas causas son de un grupo numeroso; en Valencia, por ejemplo, hay una causa que agrupa a 74 mártires, entre los cuales hay 19 mujeres de Acción Católica, y 18 varones, jóvenes de 20 años, viudas, casadas, etc.

En Madrid hay casi 500 sacerdotes, cuyo proceso está siendo estudiado. Fue monseñor Rouco el que decidió abrir el proceso de beatificación de estos sacerdotes. El postulador que trabaja en esta causa vino a Roma a hablar conmigo, y me comentó que habían preparado una lista larguísima (no de todos, porque no hay todavía documentación suficiente, pero sí de muchos de ellos) para abrir el proceso. Eso sólo de sacerdotes diocesanos, porque en el caso de religiosos y religiosas, se encargan las propias Órdenes.

Por regiones, ¿cuál es la que ha dado más mártires?

La respuesta es distinta si hablamos en términos absolutos o relativos. En términos absolutos, donde más mataron fue en Madrid, seguido de Valencia, Tortosa, Barcelona...; pero en proporción al clero que existía, la diócesis con más mártires es Barbastro (el 90% de los sacerdotes: tenía entre 110 y 120, y mataron a casi 100, junto al obispo); al acabar la guerra, tenía unos 12 sacerdotes. En otras, como Lérida, se llegó al 70% del clero. En las diócesis más grandes, como Valencia y Madrid, aunque mataron a muchísima gente, se calcula que las cifras relativas están en torno al 30-35%.

¿Por qué estas causas se abren después de tantos años?

No; estas causas se abrieron al acabar la guerra en casi todas las diócesis; pero al llegar a Roma hubo, por decirlo así, un intento del régimen de Franco de que hubiera una especie de beatificación colectiva de todos los mártires juntos. Era una maniobra política, una forma de beatificar al régimen. Pablo VI decidió suspender las beatificaciones hasta que pasaran al menos 50 años. Las primeras son en 1987 con Juan Pablo II (exactamente 51 años después del inicio de la guerra), para que nadie pueda interpretarlo como un apoyo político a un régimen determinado.

¿Qué ha supuesto esta persecución para la historia de la Iglesia española?

En primer término, el testimonio de fe y de valentía de los católicos. En segundo lugar, de cara al futuro, supone un patrimonio, una riqueza espiritual enorme para nuestra Iglesia, como lo son para las Iglesias alemana y polaca los mártires del nazismo, o los del comunismo en los países del Este. La Iglesia empezó, en el siglo I, con los mártires del Imperio Romano, y el siglo XX acaba con el testimonio de los mártires de los grandes totalitarismos; en el caso de España, del totalitarismo comunista.

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