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La responsabilidad

Hoy es un lugar común denunciar el ocaso del sentido de responsabilidad. Desde lo más alto de la escala social, hasta lo más bajo, el mayor deseo de la mayoría de nuestros contemporáneos consiste en seleccionar las ventajas de la situación y en eliminar los riesgos.

Siempre que se escucha la irrisoria fórmula «los responsables, sean los que sean, serán buscados y sancionados», todos nos encogemos de hombros, sabiendo muy bien que no se tardará en «ahogar el pescado», es decir, en devolverlo a esas turbias aguas en las que evoluciona con tanta comodidad...

La responsabilidad se define como «el carácter de aquel que puede ser llamado a responder por la consecuencia de sus actos». Es muy importante destacar que se empieza a hablar de responsabilidad sólo cuando las cosas van mal... Se es responsable de un fracaso, de un error o de una falta, no de un éxito. Después de un accidente de carretera o del fracaso de una operación, el automovilista o el cirujano son declarados culpables.

Ser responsables es asumir las consecuencias de un acto libre. La huída generalizada frente a las responsabilidades es causada no sólo por la falta de firmeza de la naturaleza humana, sino también debido a ciertas condiciones inherentes al mundo moderno. Responsabilidad se deriva de «res» (cosa) y de «spondere, sponsus» (esposo). Ser responsable de una cosa, es estar unido a esa cosa por lazos análogos a los que unen al esposo y a la esposa, lo cual lleva consigo la idea de elección, de promesa de fidelidad, en una palabra, de amor a lo que se hace. Por ejemplo: un hombre con vocación de médico se comporta como un esposo hacia su esposa. Las alegrías que le proporciona su oficio le hace aceptar las cargas... Un campesino, propietario del suelo que cultiva, no sólo está casado con la tierra sino que sufre individualmente las repercusiones directas y precisas de sus errores y negligencias.

Lo mismo se puede decir del comerciante, del artesano y de todos los miembros de una empresa. La sabiduría consiste entonces en meditar los errores cometidos. Ahora yo pregunto: ¿Cuántos hombres se sienten ligados a su función, como lo está el marido a su mujer, o el campesino a su tierra?

Es un hecho de experiencia que el sentido de responsabilidad disminuye en función del tamaño de las empresas: resorte de una máquina, el individuo no ve bien el lazo entre su trabajo, frecuentemente impersonal y fragmentario, y los resultados de ese trabajo; así, sus faltas diluidas y reabsorbidas en ese inmenso complejo anónimo, le parecen sin consecuencias, expresión admirable para designar la insignificancia y por lo tanto, la ausencia de responsabilidad. Además, la concentración va unida al relajamiento, las sanciones son inciertas y lejanas.

Otros factores proceden del clima general de la época, e intervienen también en el mismo sentido. El culto a la facilidad, al confort, la debilidad de los padres y de los educadores; el niño mimado al que se le conceden todos sus deseos y al que se le excusan todos sus errores, está mal preparado para soportar las consecuencias de sus actos; también la costumbre de vivir al día en una sociedad cambiante en la que todas las inversiones materiales y morales corren el riesgo de ser destruidas a corto plazo, ¿para qué entonces tomarse la molestia de adquirir responsabilidades cuando se ignora totalmente de que estará hecho el mañana?

El porvenir no pertenece a los que sueñan en el vacío o lo planifican en abstracto, sino a quienes, manteniendo sus promesas y asumiendo sus responsabilidades, ya imprimen su señal en él.

Ahora en...

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