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Siglo XIX

Introducción

Entramos en la edad contemporánea. En el plano social y económico es el siglo de la revolución industrial, el siglo de la expansión de los imperialismos y del capitalismo, de los movimientos obreros, del marxismo. Es el siglo del romanticismo y del realismo, en el plano cultural. Es el siglo del liberalismo. Es el siglo del despertar de la conciencia social en la iglesia. Es el siglo de la formación de las nacionalidades en Iberoamérica. Es el siglo de la restauración. Un siglo muy movido que preparará el siglo XX.

El siglo XIX comenzó con la era napoleónica. En 1799 Napoleón Bonaparte da un golpe de estado y derriba el directorio. En 1800 establece el consulado, en 1802 se nombra cónsul perpetuo y en 1804 se declara emperador. Ejerce un poder absoluto y reorganiza centralizadamente la política y la administración. Establece una rígida censura y una todopoderosa policía.

Era una vuelta al orden y a la tranquilidad social —apoyo burgués—. Su imperialismo era agresivo y le proporcionó la adhesión de todo el pueblo francés. Se extendió por toda Europa: Prusia, Italia, España, Austria, Rusia...toda las grandes potencias van cayendo ante su avance arrollador. Sólo Inglaterra resiste —Trafalgar—. Sin embargo, la ambición del emperador era excesiva; la retirada de Rusia y la batalla de Leipzig de 1814 constituyen su primera derrota, después de la cual es recluido en Elba. La caída definitiva de su imperio será Waterloo (1815) en la que sería derrotado por un ejército aliado al mando de Wellington.

Su obra, en cierta medida, aún perdura. El código napoleónico es todavía la base del derecho en gran parte de Europa. Los concordatos con la Santa Sede, las instituciones de enseñanza estatales... todo fue ideado y llevado a la práctica por él y en cierta medida marcó el posterior desarrollo europeo.

Mientras hasta entonces había habido una unión estrecha altar-trono, desde la revolución francesa prevaleció la distinción entre el orden político y el espiritual, entre el civil y el religioso, entre el temporal y el sobrenatural. Esta separación se acució en el siglo XIX. Durante la restauración, la iglesia quedó marginada del mundo moderno, y al papa no se le quiso reconocer el papel de árbitro internacional. Las grandes potencias no querían que les propusieran criterios extraños a sus intereses basados sobre la fuerza. ¿Qué criterios eran ? Los criterios morales. ¿A cambio de qué criterios? Lógicamente, los liberales.

I. Sucesos

Era napoleónica

Napoleón se convirtió en el primer cónsul. El emperador era un hombre no de fe, pero sí de orden, y el orden en lo religioso era la iglesia católica. Él necesita unir a Francia y para eso precisa de la iglesia; necesita pactar con ella: dar y recibir. ¡Pura conveniencia e interés político! Se llegó a un concordato el 15 de julio de 1801. Dicho concordato trajo la paz religiosa, restableciendo los vínculos con Roma. Las cláusulas del concordato son éstas:

La religión católica, apostólica y romana, no es la oficial, pero sí la de la mayoría. Se ejercerá libremente en Francia; su culto será público, conformándose con los reglamentos de policía que el gobierno juzgue necesarios para la tranquilidad pública.

La Santa Sede, de acuerdo con el gobierno, hará una nueva circunscripción de las diócesis francesas.

Todos los obispos de 1789 dimitirán y el gobierno tendrá la facultad de nombrarlos. Napoleón designaría a dichos obispos y el papa los erigiría canónicamente.

El clero juraría fidelidad al régimen. Los curas casados se reducirán al laicado.

La Santa Sede renunciaría a recobrar los bienes eclesiásticos.

De manera subrepticia, Napoleón incluyó otros puntos, los llamados Artículos Orgánicos: la censura a los documentos pontificios, a los sínodos, a la enseñanza en los seminarios, a los catecismos y sermones. Sujetó a sueldo estatal al clero. El galicanismo exacerbado quedó aprobado como ley.

¿Qué herencia revolucionaria nos dejó el imperio de Napoleón?

  • Los bienes de la iglesia habían pasado a manos laicas.
  • Libertad de culto en la legislación.
  • Creación del estado civil, y la iglesia perdió el dominio de la enseñanza.
  • La fe de la iglesia salió purificada de la prueba, pues la iglesia tenía que volver a su misión esencial.
  • Clero digno y fuertemente jerarquizado; obispos, pastores únicos de sus diócesis.
  • Adhesión al papa, que se designó como «ultramontanismo».

Restauración europea

¿Cómo fue la restauración política?

Tras la revolución francesa vino la restauración. Con este término se quiso indicar el retorno de los Borbones al trono de Francia y más tarde se aplicó también al restablecimiento de los regímenes pasados y de las antiguas condiciones políticas.

Fue Metternich, ministro austriaco, el artífice de este movimiento político.

Después de la caída del imperio napoleónico, las grandes potencias se reúnen en Viena para delimitar el mapa europeo y las zonas de influencia. Es el comité de los cinco: Prusia, Rusia, Inglaterra, Austria y Francia.

Era no sólo la caída de un imperio, sino la reacción de una sociedad campesina, conservadora, aristocrática, católica contra las ideas disolventes que venían de Francia. A esta reunión se la llama Congreso de Viena (1814-1815) dirigido por Francisco I de Austria, Alejandro I de Rusia[202], Federico Guillermo III de Prusia y Jorge III de Inglaterra en 1814, con objeto de lograr que las monarquías organizaran nuevamente en Europa su predominio, tras la caída del emperador francés.

Reaccionaron contra el liberalismo y el republicanismo que cundía, y decidieron firmemente restaurar el sistema monárquico. Reconocieron la existencia de los Estados Pontificios y dividieron Italia en cinco partes: Reino de Nápoles y Sicilia, Reino de Cerdeña y Piamonte, Ducado de Parma, Ducado de Módena y Ducado de Toscana.

¿Cómo fue la restauración y la reconstrucción religiosa en Francia?

La experiencia napoleónica había dejado una lacerante sensación en la iglesia, aunque hubo también casos de mártires que dieron a la iglesia un respeto inmenso. Urgía reforzar la fe y la autoridad. Defensor acérrimo del principio de autoridad en lo religioso y en lo político fue Joseph de Maistre.

El trono y el altar debían seguir apoyándose mutuamente. Los miembros del gobierno y los nobles que vuelven del destierro van a misa y forman parte de las procesiones. El catolicismo vuelve a ser religión del estado. Casi todos los obispos son elegidos entre la nobleza y aumentan los presupuestos para el culto. Se mantuvo la libertad de cultos, y se suprimió el divorcio.

La iglesia se propuso recristianizar las masas populares cuya práctica religiosa había quedado muy quebrantada por los años de la revolución. Se puso mucha atención en la selección del clero, reorganizando los seminarios mayores y multiplicando los menores, que quedan libres de la tutela del Estado. Las ordenaciones anuales de sacerdotes, que no habían superado las 500 durante el imperio, alcanzan en 1829 la cifra récord de 2.357. Por tanto, pueden multiplicarse las parroquias, sobre todo en el mundo rural. En medio siglo se añadieron 5.000 parroquias nuevas a las 27.000 de 1825. De este tiempo, es el cura de Ars, Jean Marie Vianney.

Pero, desgraciadamente, la unión altar-trono no podía continuar. Desde la revolución francesa prevaleció la distinción entre el orden político y el espiritual, entre el civil y el religioso, entre el temporal y el sobrenatural. Todo esto llevó a una separación neta iglesia-estado, de tal modo que ambos procedieron por caminos paralelos que no se encontraron jamás.

¿Qué significó la Revolución industrial?

En este siglo se desarrolla la así llamada revolución industrial[203], hasta 1870, es decir, el tránsito de la sociedad agraria a la urbana en la que el poder económico pasa de la tierra al capital. El progreso fue enorme y el impacto social, terrible. El obrero, emigrado del campo, se veía sometido indefenso a los abusos de la patronal y a las oscilaciones del mercado, y vivía en condiciones de vida infrahumana. Diversas corrientes de pensamiento político, filosófico y económico intentarán plantear una transformación radical de la sociedad —el siglo XIX es el siglo de las revoluciones-.

Esta revolución industrial nace en Inglaterra, pero durante el siglo XIX se extenderá a diversos países de Europa (Francia, Alemania) y Norteamérica. Esta revolución será el paso al mundo contemporáneo, al desarrollo económico y al bienestar de los pueblos...pero llevará en sí el germen de la revolución. Al acumular capital para invertir en nuevas técnicas el patrono tiende a bajar el salario —la mano de obra es mucha, desorganizada e indefinida-. Los sufrimientos de la clase obrera serán terribles, «el nuevo esclavo de la época moderna», según Marx. El trabajo de niños de hasta siete años, los sueldos de hambre, el hacinamiento y la falta de toda legislación laboral serán la nota característica de los países industrializados.

La revolución industrial tuvo en el último tercio del siglo XIX una segunda fase, que irrumpe con el ferrocarril entre 1850 y 1900. Este ferrocarril pasa a ser casi un símbolo de esta segunda fase, pues es capaz de transportar grandes cantidades de materias primas, noticias y correos a bajo costo; altera totalmente el concepto de distancia y velocidad; moviliza capitales y pone en marcha a la industria pesada.

¿Qué consecuencias trajo, pues, la revolución industrial?

  • Se fortalece el comercio y se crean relaciones de auténtica dependencia económica (colonialismo económico).
  • Se eleva el nivel de vida en esos países: grandes urbanizaciones, servicios, mayores salarios, avances de la medicina, técnica.
  • Numerosos inventos: locomotra por Stevenson, turbina eléctrica de Berges (1869), la dinamo eléctrica de Gramme (1871), el primer automóvil a vapor de A. De Bollée (1875), el motor de explosión de Otto (1876) y el de Forest (1888) los primeros coches eléctricos (1881), los primeros automóviles (1891), el tren transiberiano (1891). Fleming descubrió los cromosomas en 1875, Pasteur las vacunas en 1879, la vacuna contra el carbunco en 1881 y la antirrábica en 1885. La vacuna contra el cólera se debe a Feran en 1885. Yersin descubrió el bacilo de la peste en 1894. El uso del suero antidiftérico proviene de Roux en 1894. Bell inventó el teléfono en 1876. Edison el micrófono y el telégrafo en 1877. Junto con Swan hizo funcionar la lámpara incandescente en 1878. Roentgen inició el uso de los rayos X. Marconi empezó la telegrafía sin hilos en 1896. Los esposos Curie descubrieron el radio en 1898. Los Lumiére exhibieron las primeras películas en 1895. Hertz descubrió las ondas electromagnéticas en 1896. El ser humano estaba cumpliendo el mandato divino que ordenaba someter la tierra, arrancar los secretos a la naturaleza y usarlos para propiciar el bienestar de los habitantes del planeta.
  • Pero, también, desgraciadamente vendrá la explotación colonial política y económica, por parte de esas potencias occidentales. A esto se llama imperialismo, que aunque se disfrazó de interés cultural y civilizador, el móvil fundamental fue la explotación económica de extensas zonas a muy bajo precio. Las potencias imperialistas en este siglo fueron: Inglaterra[204], Francia[205], Alemania[206], Rusia[207], Japón[208], Estados Unidos[209].
  • Anarquismo: rechaza toda autoridad. Su modelo de sociedad es antiautoritaria, pacifista y colectivista. Su principal ideólogo es Bakunin.
  • Marxismo: sus ideólogos principales son Marx y Engells. Escriben El Capital. El capital es el trabajo de los asalariados acumulado por los capitalistas. Este capital ha desarrollado la industria, que conduce inevitablemente al monopolio de las grandes empresas con crisis de sobreproducción y, por ello, al imperialismo colonial. A pesar de ser ésta la obra principal, más difusión tuvo El manifiesto comunista de 1848: un panfleto de agitación de la dictadura del proletariado, en espera de una sociedad sin clases.
  • Internacional de trabajadores: estos sindicatos se logran unir de manera internacional por el bien de la clase trabajadora

Mientras tanto, ¿qué sucedía en América?

También los aires del liberalismo llegaron hasta América. Quería ser libre, liberarse de todos los conquistadores.

La Iglesia contaba con 41 diócesis y dirigía 23 universidades. El pueblo era sinceramente católico. El malestar contra la colonización española había cundido y era manifiesto[216]. En 1808 estalló.

  • En 1810 el cura Hidalgo inició la independencia de la Nueva España. Fusilado en 1811, el cura Morelos siguió el movimiento de emancipación, conquistando importantes regiones y trabajando un plan de regeneración social, hasta que sufrió igual pena en 1815. El clero quedó dividido a favor o en contra de la insurgencia. Del clero diocesano, 91 miembros (2.1 % del total) y 37 del clero regular (1.0 %) tomaron las armas para secundar a los padres Hidalgo y Morelos. La independencia de México fue lograda totalmente en 1821.
  • El arzobispo de Caracas, Coll y Prat, reconoció la independencia de su país en 1811. Y Caracas la consumó en 1821.
  • El de Quito la apoyó. No así el de La Paz.
  • Buenos Aires desconoció al virrey Hidalgo de Cisneros.
  • Colombia la consiguió, gracias a Bolívar y san Martín, en 1818.
  • Perú, en 1824, merced a Bolívar y Sucre.

En otras partes, la iglesia sufrió diversas crisis. En Colombia, el gobierno de Hilario López expulsó a los jesuitas, y proclamó la enseñanza laica obligatoria. En México, Gómez Farías dictó similares medidas en 1833, pero fueron revocadas en breve. La constitución de 1857 quitó el fuero religioso, prohibió los votos, negó a la iglesia la capacidad de adquirir bienes y otorgó al gobierno la facultad de intervenir en el culto y disciplina eclesiástica. Las Leyes de Reforma nacionalizaron los bienes de la Iglesia, suprimieron las órdenes religiosas y establecieron la libertad de cultos.

Análogos hechos ocurrieron en Guatemala (1879), Honduras (1880), El Salvador (1894), Colombia (1845), Venezuela, Ecuador (1877), Argentina con el dictador Rosas. En Brasil con don Pedro emperador de 1822 a 1831 y su hijo Pedro II de 1831 a 1889; ambos mantuvieron los usos regalistas. La Constitución de 1891 estableció la libertad de cultos.

Del 28 de mayo al 9 de julio de 1899 el papa León XIII dirigió en Roma un concilio latinoamericano, unificando la labor pastoral. Constó de 1.900 conclusiones. Asistieron 15 arzobispos y 38 obispos.

A fines del siglo, de 61 millones de latinoamericanos, 58 millones profesaban la religión católica (95 %).

¿Y en América del norte?

En 1829 alcanzaron los católicos la igualdad de derechos cívicos en Canadá.

En Estados Unidos, la Constitución de 1789 había determinado la separación de la iglesia y el estado. El número de católicos, como en Canadá, creció con la llegada de irlandeses, alemanes, italianos, polacos, mexicanos.

Con todo, el odio religioso europeo resonaba a veces en la antigua colonia inglesa y se producían esporádicos ataques a los católicos. Si bien en 1807 había 150 mil católicos en Estados Unidos, para 1890 llegaban casi a 10 millones. El episcopado organizó tres concilios nacionales: en 1852, 1866 y 1884. Al contrario de casi todo el mundo, la separación de la iglesia y del estado era efectiva. Los católicos aprovecharon para construir sus iglesias, obras benéficas y escuelas.

Volvamos al Continente europeo

Francia: Luis XVIII (1814-1824) restauró la monarquía borbónica. Le sucedieron su hermano Carlos, hasta 1830, y Luis Felipe hasta 1848. Francia era un mezcla de anticlericalismo y de reacción católica. Luis Felipe procuró tener relaciones cordiales con la iglesia. Fue instaurada la Segunda República (1848-1852) dirigida por Luis Bonaparte.

España: Napoleón I ordenó la invasión de España en 1808. Forzó la abdicación de Carlos IV, rey de España y su hijo Fernando VII a favor de José Bonaparte. La conmoción producida en las colonias de Madrid aceleró los movimientos de independencia. En 1812 se reunieron las Cortes de Cádiz, que promulgaron una monarquía constitucional, abolieron la Inquisición y legislaron en materia de órdenes y congregaciones religiosas, restringiendo su actividad. Fernando VII tornó al poder en 1814 y restauró el absolutismo. Riego en 1820 se levantó en armas, declaró la validez de la Constitución de Cádiz y llevó a cabo medidas anticlericales. A Fernando VII le sucedió su hija Isabel II, hasta 1868 en que fue instaurado el régimen republicano. Don Carlos, hermano de Fernando VII, se sublevó contra Isabel. A los carlistas se unieron los partidarios del absolutismo. A Isabel, los liberales. Ambos se enfrentaron en armas. La guerra produjo diversos ataques contra el clero. Mendizábal decretó en 1836 la desamortización de bienes eclesiásticos.

Portugal: se dotó de una Constitución liberal, mientras los reyes habían ido a vivir a Brasil (1802-1822), huyendo de la invasión napoleónica. Juan VI volvió a Lisboa. Su hijo Pedro reinó en Brasil (1822-1831). Al morir Juan VI los absolutistas optaron por el hijo de don Pedro, llamado Miguel, y los liberales eligieron a la hija de don Pedro, María. A fines de la década de los treinta, la Iglesia sufrió la supresión de monasterios y la desamortización de sus propiedades.

Polonia: célebres son las dos heroicas sublevaciones (1831 y 1863) que el pueblo polaco realizó —sin éxito- para sacudirse del yugo extranjero que, inútilmente, pretendió extirparle la fe católica.

Inglaterra: para Inglaterra fue muy importante el Movimiento de Oxford. Entre los años 1833 y 1845 una corriente interna de la Iglesia anglicana, promovida por John Henry Newman, Pusey y Keble, estudió y revalorizó la doctrina y liturgia católicas. Newman se convirtió al catolicismo (1845), fue ordenado sacerdote en Roma (1847) y nombrado cardenal en 1879. Pío IX estableció la jerarquía eclesiástica al nombrar arzobispo a Wiseman, al que sucediera Manning y Vaughan.

Alemania: Bismark quiso controlar las actividades eclesiásticas, independizarse del papa. Por eso censuró la predicación, reguló la aprobación de nombramientos, y quiso hacer de los sacerdotes meros funcionarios de su régimen. Expulsó a los jesuitas, redentoristas, paulinos. Expidió leyes terribles. Pero hubo una vigorosa resistencia de los católicos, llamada Kulturkamph[217].

II. Respuesta de la Iglesia[218]

El papa Pío VII hubo de resolver el espinoso problema de la composición del episcopado francés. Según las reformas napoleónicas, quedarían 60 prelados de los 135 que había. Pío VII pidió la renuncia a todos, para nombrar el nuevo cuerpo de obispos. Se opusieron 38, pues creían conforme a derecho su nombramiento anterior. La solución a este problema quedó temporalmente suspendida.

Por otro lado, Pío VII reconoció los matrimonios contraídos por los clérigos durante la persecución religiosa. Por último, el papa se vio obligado a asistir a la coronación de Napoleón como emperador en 1804, en Notre-Dame de París[219]. El pueblo francés recibió de manera triunfal al pontífice. Napoleón le exigió que invalidara el matrimonio de Jerónimo Bonaparte, su hijo. El Papa no condescendió. El emperador, entonces, penetró diversos territorios pontificios y se apoderó de Roma, secuestrando al papa Pío VII.

Pío VII excomulgó a Bonaparte en 1809. Éste respondió apresando al Pontífice (1809-1812). El emperador urgió al papa que nombrara los obispos. Pío VII se negó a hacerlo mientras permaneciera sin libertad. El emperador repudió a su esposa Josefina. Queriendo contraer nupcias con la princesa austriaca María Luisa, logró que la curia de París nulificara su boda anterior. El papa protestó. En represalia, Napoleón decretó que los Estados Pontificios pertenecerían a su hijo. Napoleón insistió en el problema del nombramiento de los obispos. Convocó un Concilio en París (1811), el cual publicó que si el papa no confería el orden a los candidatos en un plazo de seis meses, podía hacerlo el metropolitano.

Los obispos afirmaron su adhesión al papa, pero no quisieron descontentar al emperador y aceptaron ir a convencer a Pío VII. Éste, sin embargo, no cedió. Napoleón lo hizo trasladar a Fontainebleau, en junio de 1812. A la fuerza y contra su voluntad, el papa hizo algunas concesiones (concordato de Fontainebleau), de las que muy pronto se retractó. Los desastres militares obligaron a Napoleón a permitir que el papa volviera a Roma, en donde entró triunfalmente el 24 de mayo de 1814.

Santos y Congregaciones en este siglo XIX

Entre las Congregaciones sobresalen:

  • Pío VII restaura la Compañía de Jesús en 1814.
  • Santa Magdalena Sofía Barat funda las religiosas del Sagrado Corazón.
  • San Marcelino Champagnat, fundó a los Hermanos Maristas.
  • La Sociedad de Hijas del Corazón de María, creada por el padre de Cloriviére y Adélaide de Cicé.
  • Las Conferencias de san Vicente de Paúl, por Federico Ozanam.
  • San Juan Bosco fundó la Congregación de los salesianos en 1861 para la educación de la juventud, y en 1876 la Congregación de la Hijas de María Auxiliadora.
  • Lauteri, fundó a los Oblatos de la Virgen María en 1815.
  • Mazenod, a los oblatos de María Inmaculada en 1816.
  • San Antonio María Claret, a los claretianos en 1849
  • Hecker, a los paulistas en 1858.
  • Comboni a los combonianos en 1867.
  • Janssen a la Sociedad del Verbo Divino en 1875.

Entre los santos más sobresalientes están: El cura de Ars, apóstol del confesonario y modelo de párroco; santa Teresita del Niño Jesús con la doctrina de la infancia espiritual y santa Bernardette Soubirous, a quien se apareció la Virgen en Lourdes.

En este siglo fue difícil continuar las misiones

En este siglo cobraron un auge importante las misiones. Pero también hubo sus dificultades.

  • En la India los ingleses sofocaban la predicación católica.
  • En China el avance de las conversiones fue lentísimo.
  • En Corea resultó constante la persecución del cristianismo.
  • Turquía publicó un edicto de tolerancia en 1856, pero en 1860 fueron muertos cristianos en Líbano y Siria.
  • En el Cairo y Beirut los jesuitas pudieron establecer colegios.
  • Japón proclamó la libertad de cultos en 1884 y en 1890 León XIII erigió la diócesis de Tokio.
  • En Australia funcionó la diócesis de Sydney desde 1842.
  • En África fue predicado el evangelio principalmente en Argelia, Marruecos, Sudán, Sierra Leona.

Labor de algunos de los papas del siglo XIX

León XII (1823-1829): La Iglesia, con más derechos que nunca, en esta época de restauración y del Congreso de Viena, se reafirma en las monarquías. Puso vallas a las sociedades secretas, al galicanismo y al liberalismo. Lágrimas de sangre derramó ante la sangrienta persecución religiosa que Inglaterra desencadenó contra la católica Irlanda, que luego de bochornosas torturas fue anexada a Inglaterra.

En este tiempo surge «el gran profeta», Lamennais, que quiso instaurar una forma de liberalismo cristiano y católico. Se convirtió al catolicismo para profesar primeramente un ultramontanismo sospechoso y después un liberalismo que dearrolló en el diario «L´Avenir», por él fundado, en el que lucha por la libertad de la iglesia, la libertad de enseñanza, prensa, asociación, sufragio, y por el principio de la descentralización. Lammenais justifica la idea de progreso histórico por la de la Providencia divina que rige la historia hacia los fines que sólo ella conoce. Para Lammenais el progreso de la historia se realiza no por una mayor adquisición de bondar moral, de acercamiento hacia Dios a través del bien y de la virtud, sino por la adquisición de grados de mayor libertad, la que hace que los pueblos crezcan en mayoría de edad.

El papa Gregorio XVI con el documento «Mirari vos» condena los errores del liberalismo y contiene a Lamennais —luego saldrá de la Iglesia, como un nuevo Tertuliano-. Desde entonces, todo el siglo XIX conoció dentro del seno de la Iglesia una lucha tremenda entre liberales y no liberales.

Gregorio XVI: decididamente era antiliberal. Se asustó ante todo lo que se le venía encima. Vigiló la doctrina, reformó órdenes religiosas y negoció con los Estados.

Pío IX y la exaltación del Papado[220]

Gobernó la iglesia desde 1846 al 1878; por tanto, su pontificado ha sido hasta ahora el más largo de la iglesia, después de san Pedro.

Al inicio mostró talante liberal, por las reformas que hizo. Fue entonces cuando nació el mito de Pío IX, considerado el papa promotor del movimiento unitario, destinado a expulsar a los austriacos y a renovar la nación[221]. Incluso los partidos revolucionarios se asociaron a este clima generalizado y contribuyeron a alimentar de forma exagerada los deseos de las masas porque Pío IX suscitó un movimiento de esperanza en la conciliación entre el papado y las aspiraciones nacionales. Es más, se corría la voz de que este Papa quería reconciliar el cristianismo y la libertad, con lo cual se manifestaba una abierta hostilidad hacia Gregorio XVI, que había desilusionado por completo a los fautores de las libertades modernas.

Sin embargo, el papa Pío IX nunca se apropió el sistema liberal de los güelfos, pues no era conciliable con su misión espiritual universal. Por eso, al ver los acontecimientos del liberalismo que quiso derribar incluso el papado, como lo logró efímeramente en el año 1848[222], y más tarde, en 1870, con la pérdida de los Estados Pontificios. En su alocución del 29 de abril de 1848 Pío IX declaró que no podía, como padre de todos los fieles, participar en una guerra contra un pueblo católico como era el austríaco. Fue en ese año 1848, al estallar en Roma los primeros tumultos, cuando el papa, disfrazado de simple cura, huyó a Gaeta, bajo la protección de los Borbones. En Roma se proclamó la República, que tuvo vida muy breve. Franceses, austriacos y Borbones la reconquistaron y devolvieron al papa sus Estados Pontificios. ¿Cuánto tiempo durarían estos Estados Pontificios?

Los fautores de la unificación de Italia querían anexionarse los Estados Pontificios y hacer de Roma la nueva capital de la nación. La guerra franco-prusiana de 1870, y la caída de Napoleón III, permitió al gobierno italiano, bajo el Rey Víctor Manuel II, con un millar de hombres armados, atacar Roma por la Puerta Pía, incautar la ciudad y los edificios papales (20.IX.1870). El puñado de soldados pontificios bajó la guardia, por orden de Pío IX.. La batalla duró cinco horas, con 51 muertos, 19 soldados pontificios y 32 italianos.

Un plebiscito determinó la incorporación de la ciudad al Reino de Italia. El papa no reconoció este hecho y se declaró prisionero en el Vaticano, rehuyendo cualquier contacto con el nuevo reino de Italia, y vivió en una condición de aislamiento. Comenzó también a imprimir a la Iglesia una fuerte espiritualidad. En efecto, creó la Jerarquía eclesiástica en Inglaterra (1850), en Holanda (1853); proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción (1854) y canonizó a los primeros mártires japoneses (1862). Dio fuerte y decidido apoyo a Juan Bosco.

Había terminado el poder temporal de los papas. Fue un golpe de gracia dado por la Divina Providencia, pues así la iglesia se desprendía del poder temporal, que en nada le favorecía. Con la pérdida del poder temporal y de la soberanía territorial las iniciativas del papa y, sobre todo, su magisterio tuvieron un valor cada vez más espiritual e independiente.

Documentos famosos del papa Pío IX son éstos:

Escribió «Inefabilis Deus», donde proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre de 1854).

Escribió la encíclica «Quanta Cura» el 8 de diciembre de 1864, y su anexo, el Syllabus o catálogo de 80 proposiciones, donde condena los errores del mundo moderno liberal (panteísmo, naturalismo, racionalismo absurdo, indiferentismo, socialismo, comunismo, sociedades secretas, liberalismo). Es el documento más discutido de Pío IX, pues condenaba la libertad de culto y de conciencia, entendidas como una consecuencia de la autonomía absoluta del hombre[223], libre de toda ley superior, y el indiferentismo. Es importante también saber que un tercio del episcopado consultado en 1962 se declaró contrario a la condenación de los errores modernos tal como había sido formulada, esencialmente porque era poco clara e inoportuna, posible fuente de equívocos y de interminables discusiones, como de hecho ocurrió. Los efectos tanto del Syllabus como de la encíclica Quanta cura no fueron positivos en su conjunto. La encíclica desilusionó a muchos ya que no estaba al nivel de otros actos del magisterio pontificio que los historiadores consideran como auténticas obras maestras.

Convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870): donde asistieron unos 740 obispos; 50 eran orientales. Ahí se reafirmó la fe católica en contra de los errores; y se proclamó el dogma de la infalibilidad del papa[224] cuando habla «ex cáthedra» sobre cuestiones de fe y de moral. Además de la infalibilidad, se aprobó la jurisdicción del papa sobre toda la iglesia, dogma que enterraba para siempre el galicanismo según el cual el concilio estaba por encima de la autoridad del papa.

Urgía este concilio por muchas causas: el secularismo siempre creciente, la difusión de sistemas filosóficos en neto contraste con la fe católica, por el persistente jurisdiccionalismo de muchos Estados, difundido a menudo con el nombre de «separación iglesia-estado», por el final de hecho de la cristiandad, por el duro ataque a los religiosos, por la proclamación de la libertad de conciencia y de la igualdad de todos los cultos ante la ley, en abierto contraste con las afirmaciones solemnes de muchos concondatos, que reconocían al catolicismo como la única religión del estado, atribuyéndole implícitamente privilegios especiales.

Si el concilio de Trento fue la respuesta de la iglesia al protestantismo, el concilio Vaticano I fue la respuesta al racionalismo y al galicanismo. Pero los acontecimientos políticos impidieron continuar los trabajos del concilio y el Vaticano I se limitó a examinar las relaciones entre fe y razón, y la naturaleza de la Iglesia, y sobre este tema surgió inmediatamente la cuestión del primado del papa. Fueron dos las constituciones que dio al mundo este concilio: «Dei Filius» y «Pastor aeternus».

El significado teológico e histórico del Vaticano I estriba en que acrecentó la autoridad del papado en la iglesia, lo cual le permitió afrontar eficazmente situaciones particularmente difíciles en los años posteriores.

A lo largo de estos últimos siglos, no ha habido en la historia de la iglesia ruptura sino continuidad en el progreso y en la siempre mayor clarificación, en la siempre mayor acentuación de la naturaleza espiritual de la Iglesia y de su misión.

León XIII: (1878-1903): Es un papa que ha marcado un hito en la historia de la iglesia. Le tocó vivir todos los estragos de la revolución industrial, cuyo único fin era el lucro; cuya única ley era la oferta y la demanda, y donde el hombre quedaba solo y desmantelado ante la fuerza de la máquina y la potencia del capitalismo. Pero el papa no se acobardó. Al contrario, impulsó la reflexión sobre los principios éticos de la vida económico-social, que hoy llamamos doctrinal social cristiana. Esta doctrina, a pesar de que el mundo obrero era bastante hostil a la iglesia a finales del siglo XIX, ha ayudado mucho a poner en claro la dignidad del trabajador y sus derechos. Otros documentos importantes de este pontífice fueron:

  • Inescrutabili: sobre los atropellos civiles contra la iglesia y matrimonio civil.
  • Quod apostolici: contra los socialistas, comunistas, nihilistas, liberales, indiferentes, sociedades secretas.
  • Aeterni Patris: vuelta al tomismo, es decir, a santo Tomás de Aquino.
  • Diuturnum Illud: origen del poder civil.
  • Humanum genus: contra los francmasones.
  • Inmortale Dei: sobre la constitución cristiana de los estados.
  • Providentisimus Deus: estudios bíblicos. Abrió los archivos vaticanos pronunciando una frase que se ha hecho célebre: «A la verdad no le tememos».
  • Apostolicae curae: invalidez de las ordenaciones anglicanas.
  • Y la más importante: «Rerum Novarum», sobre los derechos de los obreros, contra el liberalismo extremo, a favor de la justicia, de la persona, del amor entre los hombres. Esta carta magna del mundo obrero era resumen y síntesis de más de medio siglo de intensos y a veces silenciosos trabajos de la iglesia.

Me detengo en la cuestión social, defendida por este Papa León XIII.

El papa León XIII habló con precisión sobre el tema en la encíclia «Rerum Novarum», que rechazaba por principio la dialéctica de la lucha de clases y pedía a patronos y obreros una armónica colaboración para el desarrollo de la nueva sociedad. El papa proclamaba el carácter social tanto de la propiedad como del salario justo y exhortaba al estado a abandonar la postura de mero espectador y a controlar las relaciones económicas sin caer en el dirigismo socialista. La «Rerum Novarum» propone la creación de asociaciones obreras o sindicatos de inspiración cristiana.

Por tanto, León XIII alentaba la presencia de los católicos en la vida pública. El papa, por otra parte, en la encíclica Immortale Dei (1885) había declarado la disposición de la iglesia a mantener buenas relaciones con cualquier régimen político que defendiera la libertad.

El magisterio desarrollado por León XIII a través de sus grandes encíclicas había sido de extraordinaria importancia. Pero la presencia activa de los católicos en la vida político-social tenía también sus riesgos y en el interior de la iglesia se incubaba, además, una crisis doctrinal que no tardaría en declararse abiertamente, como veremos en el siglo XX.

Conclusión

Gran siglo en todos los sentidos. León XIII abrió los brazos a los nuevos tiempos. En su gobierno ya funcionaba el canal de Suez, se hablaba por teléfono, se oía el fonógrafo, se encendía la lámpara eléctrica, nacían la cinematografía y la radiografía, funcionaban los motores, a explosión al principio y luego con la variante del ingeniero Diesel. Pasteur había triunfado en la microbiología. Marconi descubrió la telegrafía sin hilos y la puso en marcha.

A los noventa y tres años de edad, fallecía León XIII, mientras la iglesia decía: «¿Quién puede suplir a León XIII? ¿Qué depararía la Providencia divina para el siglo XX? Lo veremos.

Notas

[202] El zar Alejandro I firmó con el emperador de Austria y con el rey de Prusia el tratado de la Santa Alianza (26 de septiembre de 1815). Los soberanos, que representaban a las tres confesiones cristianas (católica-ortodoxa y protestante), se comprometían "en nombre de la Santísima e Indivisible Trinidad" aceptar como regla los principios cristianos y a prestarse mutua ayuda y asistencia.

[203] El siglo XVIII había sido el de la revolución agrícola.

[204] Cuyas colonias estaban en India, Birmania, Malasia, El Cairo y Ciudad del Cabo, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

[205] Cuyas colonias estaban en Argelia, Túnez, Marruecos y África ecuatorial.

[206] Cuyas colonias estaban en África (Namibia, Togo, Camerún y Tanzania).

[207] Cuyas colonias estaban en el Turkestán y el norte de China.

[208] En guerra con China se anexionó Formosa y Corea.

[209] Comenzará su influencia en Hispanoamérica, especialmente en México y Centroamérica.

[210] Característica importante del liberalismo será precisamente el deísmo, que, ya tendrá a Dios como causa impersonal del mundo, ya concluirá por asimilarlo a éste, como ocurre modernamente en movimientos de neto cuño liberal -como la new age- o en ciertos orientalismo muy en boga en círculos occidentales.

[211] "La democracia en religión o en arte, la democracia en el pensamiento y en el gesto, la democracia en el corazón y en la costumbre, es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad" (Ortega y Gassett, José, Democracia morbosa, en su obra El Espectador, Madrid, EDAF, 1998, pág. 120.

[212] Es decir, la riqueza de cada nación se basa en la posesión de metales preciosos: proteccionismo estatal, exportaciones a gran escala y disminución de las importaciones-, y las ideas fisiocráticas -la agricultura como fuente principal de riqueza-.

[213] Una clase social es el conjunto de individuos que desempeña un determinado papel en la producción. La clase obrera es el conjunto de personas cuya fuente principal de ingresos es su salario. Los capitalistas son aquellos cuya fuente de ingresos proviene del provecho, del interés o de la renta. Ambas clases son opuestas. Conforme crece la conciencia de clase del proletariado de que se encuentra oprimido, aumenta la lucha de clases. Mientras la clase capitalista quiere mantener el orden social existente, porque se beneficia de él, el proletariado desea establecer un orden nuevo. Triunfará, por fin, la clase obrera que establecerá la dictadura del proletariado. Los obreros serán dueños del capital y lo trabajarán para sí mismos. Desaparecerán entonces las clases, concluye Marx. Marx sigue diciendo que la riqueza es producida por el trabajador. El salario que recibe es inferior a la riqueza que él produce. La diferencia es la plusvalía o ganancia que va a aumentar la riqueza del banquero, terrateniente o comerciante.

[214] De hecho, José Smith tuvo más o menos unas 48 mujeres en sólo 39 años.

[215] El espiritismo lo fundó Allan Kardec en Francia en 1857 al escribir su obra titulada: "El libro de los espíritus". Conquista especialmente a las personas amigas de lo maravilloso y curiosas por saber novedades, o que creen encontrar allí la solución para graves problemas económicos o para angustias especiales. Lo primero que hace todo espiritista es llamar al espíritu de un muerto para que venga a traerle respuestas a lo que desea saber. Kardec exige que se llame el espíritu de un difunto que en vida fue amigo o familiar de los que se reúnen allí. En cada reunión hay una persona clave, es el médium, o sea la persona que evoca o llama al espíritu para que venga a comunicar sus secretos, y comunica a los otros las respuestas que se imagina haber recibido del espíritu. Casi todos los médiums que han sido estudiados por los médicos son personas muy inclinadas a la histeria (enfermedad con disturbios que lleva a creer como cierto lo que sólo es imaginación), desequilibradas, visionarios, autosugestionados que se han convencido de que lo que ellos imaginan es revelación de algún espíritu. Tanto la Biblia como el Magisterio de la Iglesia prohíben el espiritismo (cfr. Deut 18, 9-12; Denzinger 1654). No está permitido a los católicos participar en reuniones de espiritistas, ni asistir a evocaciones de espíritus, aunque estos espíritus sean muy buenos (Denzinger 2182). El espiritismo a la larga conduce a la locura y a desequilibrios mentales.

[216] El rey español Fernando VII presionó hasta su muerte a la Santa Sede (Papas Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI), para que no reconocieran la libertad de las colonias. Después de muchos avatares, por fin el Papa Gregorio XVI reconoció la independencia de Colombia en 1834, de México y Ecuador en 1836 y de Chile en 1840. Este mismo Papa erigió nuevos obispados: san Juan de Cuyo (Argentina) y Pamplona (Colombia) en 1834, Guayaquil en 1837 y Veracruz en 1845. Conforme transcurrieron los años, la Sede Apostólica firmó concordatos con diversos países, por ejemplo Guatemala, Costa Rica, Ecuador, Venezuela, el Salvador, Haití y Perú.

[217] Significa conflicto de cultura. Expresión alemana con que se alude al conflicto sostenido entre el Estado prusiano y la Iglesia católica. El Estado pedía educación laica, separación Iglesia-Estado. Bismarck llegó a más: expulsión de los jesuitas, control estatal de la enseñanza religiosa y del nombramiento de cargos eclesiásticos, obligatoriedad del matrimonio civil y confiscación de las propiedades de la Iglesia. Pero cuando el canciller de Hierro, es decir, Bismarck, vio la inutilidad de tales medidas, que en nada menguaron la influencia del Partido católico y, sobre todo, cuando comenzó a abrigar serios temores ante la marea ascendente del socialismo, resolvió cambiar la política y buscar apoyo de los partidos del centro. Gradualmente fueron abolidas las medidas anticatólicas y en 1887 se llegó a un acuerdo con el papa León XIII. Cesó la intromisión del Estado en los asuntos de la Iglesia y desapareció el temor a la interferencia de ésta en los asuntos imperiales

[218] A partir de Pío VI y Pío VII comienza una serie ininterrumpida de Papas eminentes, que se suceden en el siglo XIX y en todo el siglo XX: León XII, Pío IX, León XIII, Pío X, etc.

[219] Los responsables de la Iglesia de Francia no ahorraron elogios a Napoleón: ungido del Señor, nuevo David, Ciro, Constantino, Carlomagno...concediendo un lugar escogido a los deberes para con el emperador en el catecismo imperial.

[220] Por su firmeza ante el libertinaje, anticlericalismo y antipapismo, fue secuestrado y encerrado con amenazas de muerte en el Quirinal, sede del presidente italiano. Vestido de civil, logró huir y consiguió refugiarse en Gaeta, reino de Nápoles, dependiente de España, donde Fernando VII le dio protección (24.IX.1848)

[221] Se formaron dos partidos: güelfos y gibelinos. Los güelfos eran los partidarios del papado y de las ciudades italianas en lucha contra el Imperio autro-húngaro. Los gibelinos eran los partidarios de los emperadores.

[222] Año de las revoluciones

[223] Adelanto aquí esta afirmación: la condenación de conciencia en el Syllabus, entendida así, sigue siendo válida en nuestros días y no está en contradicción con la declaración del Vaticano II "Dignitatis humanae". Ésta, sin embargo, es el fruto de una larga evolución, de un lento proceso de clarificación, que se concluyó encontrando otro y más sólido fundamento para la libertad de conciencia y de religión: no la autonomía del hombre, ni el indiferentismo, sino la dignidad de la persona humana, que Dios crea libre y no quiere que esté sometida a la coacción extrínseca de una autoridad humana en sus opciones religiosas fundamentales, incluso cuando estuvieran en contraste con el plan objetivo y la voluntad de Dios. Por ello, hay que distinguir bien el liberalismo como concepción filosófica inmanentista, radical, y el liberalismo como sistema político-constitucional parlamentario. El Syllabus rechazó el primero pero no trató el segundo sino de un modo marginal e incompleto, y sin tomar una postura neta ante él.

[224] Alemania envió cartas a todas las potencias para hacer frente común y oponerse a este dogma de la infalibilidad pontificia. Después de fuertes debates, el dogma alcanzó la totalidad de los votos: quinientos treinta y tres votos a favor y dos en contra (18.VI.1870).

Anexo: La terrible plaga del liberalismo, ¿quién la parará?

Es el siglo donde el liberalismo, comenzado con la revolución francesa y con la independencia de los Estados Unidos, se fraguó profundamente en este siglo y cuyas consecuencias sufrimos todavía hoy, en pleno siglo XXI.
¿Qué es, pues, el liberalismo?
Si bien puede decirse que el liberalismo es la exaltación de la libertad individual, a la que convierte en el atributo más importante del hombre, lo cierto es que el uso o el significado que el liberalismo da a la palabra libertad es tan ambiguo y variopinto, que uno nunca termina de sentirse seguro de haber incluido todas las posibilidades.
Puede afirmarse que el liberalismo moderno, si bien echa sus raíces en el nominalismo filosófico de los siglos XIII y XIV, en el humanismo y en la revolución fundamentalmente protestante del siglo XVI, constituye la aplicación práctica de las ideas de la ilustración, de la que ya hemos hablado, que, con su fe ciega en la razón y la ciencia, instaura un antropocentrismo radical, basado en la autonomía completa del individuo.
Al hacer aplicación de esas ideas y confirmando su raíz nominalista, el liberalismo dejó de lado al hombre y se inventó un sujeto —el individuo-, haciendo de éste la realidad más importante, el principio y fin de la vida política y social. Para el liberalismo la sociedad humana no es la síntesis superadora de las diferencias individuales, a partir de la común naturaleza de los hombres que la componen, sino un mero agregado numérico o mecánico de individuos, que son como átomos cerrados totalmente sobre sí y se vinculan unos con otros en base a relaciones puramente extrínsecas, como son los pactos o contratos sociales.
¿Cuáles son los dogmas del liberalismo?
El primero de dichos dogmas o postulados es la hipervaloración de la libertad individual, una libertad que se entiende como el valor más grande que tiene el hombre, a punto tal que carece de vínculos constitutivos con la verdad o el bien. En otras palabras, más importante que obrar bien o con acierto, es obrar libremente. Y la tarea principal de la autoridad consiste en garantizar todo lo posible el ejercicio de la libertad individual, interviniendo sólo para evitar que las acciones de uno comprometan la libertad del otro.
El segundo dogma del liberalismo proclama la absoluta autonomía de la razón individual. En consecuencia, ningún conocimiento, ninguna verdad, tendrán valor si no pueden ser demostradas de cabo a cabo con la razón.
El tercer postulado liberal declara la soberanía absoluta de la naturaleza y la consecuente imposibilidad de relacionar al individuo con cualquier realidad sobrenatural. El hombre queda encerrado en los estrechos límites del mundo material o visible, que se considera la única realidad o, al menos, la única accesible al conocimiento humano. Negada, pues, toda posibilidad de trascendencia, Dios no tendrá ninguna relación actual con el mundo o con el hombre[210].
De estos dogmas, se derivan varias consecuencias que servirán para configuración de la sociedad y el estado liberales. La más importante es la soberanía absoluta de la razón individual sobre la propia conducta. Cada ciudadano se convierte en autor de la ley para sí mismo y en juez de sus actos, por lo que el hombre se convence de que no hay autoridad alguna por encima de la suya.
Como lógico corolario de semejante creencia, el poder político no será otra cosa que el que provenga de la muchedumbre constituida por cada una de esas razones individuales. El mismo estado liberal será un estado que no estará sujeto a la verdad, el bien o la moral, sino única y exclusivamente a lo que quiera la mayoría de los individuos que lo componen. De aquí brotará la famosa soberanía del pueblo, el pueblo soberano: será bueno si viene de la voluntad popular.
Como puede advertirse, la libertad del liberalismo se propone desligar al hombre de todo vínculo que lo condiciona. Para el liberalismo las cadenas que asfixian al hombre son la moral, la verdad y la religión. Se quiere un hombre sin deberes, un hombre omnipotente.
En lo político, este liberalismo, en el fondo, busca garantizar la libertad individual —jurídica, de religión e imprenta-, la división de los poderes en el gobierno y la participación activa en la vida política. Este liberalismo en el orden político fue bautizado como democracia. Esto no significa que la democracia haya sido inventada por el liberalismo; sino que éste se apropió de ese nombre para designar al sistema político de su invención. Esta no es la democracia que nos transmitieron los griegos; la democracia liberal es una democracia exasperada y fuera de sí, diría Ortega y Gassett, democracia morbosa[211], con sus virus de relativismo, indiferentismo y libertinaje.
En lo económico, este liberalismo está atacando al mercantilismo[212] y sostendrá que la búsqueda del interés privado sostiene la producción, y que estos productos se combinan «naturalmente» en la oferta y la demanda. La riqueza de los pueblos está, pues, en el trabajo individual y es necesario que las legislaciones otorguen la plena libertad de comercio y de trabajo a los particulares. En el desarrollo del liberalismo hay dos tendencias que con el tiempo cada vez se irán enfrentando más: el «doctrinalismo», propio de la alta burguesía, que busca conciliar sus exigencias con los poderes tradicionales, y otra radical, «democrática», que defiende a como dé lugar los derechos de la mayoría y la libertad individual. En el orden económico, el liberalismo democrático se estima dueño eminente de todos los bienes que hay en la nación; despoja cuando le place de su propiedad a la Iglesia, a las comunidades y corporaciones, a las universidades, se declara heredero de todos los ciudadanos y partícipe de todas las herencias; se atribuye autoridad para imponer a los pueblos cuantos tributos quiere.
En lo cultural: este liberalismo engendró la corriente cultural llamada romanticismo, que es el gusto de la burguesía y está muy ligado a los nacionalismos del siglo XIX. Pero el sueño del romanticismo no duró mucho. En este mismo siglo esa libertad romántica se vio amenazada por la revolución obrera y por una corriente crítica de la moral burguesa y de la miseria y pobreza de la sociedad. Este nueva corriente crítica se llama naturalismo y realismo, teñida de fuerte anticlericalismo, pues considera a la iglesia amoldada al orden burgués. Nace también el antropologismo ateo, en torno a Feuerbach y Nietzsche; y el materialismo histórico con Marx y Engells a la cabeza, que concibe la historia con una estructura básica (economía y sociedad) y unas superestructuras (religión, arte y política). El choque de las clases sociales es lo que hace evolucionar la sociedad —dicen ellos.
En el campo filosófico: Kant enseñó que el conocimiento humano es incapaz de conocer las cosas en sí mismas pues únicamente conoce los fenómenos mediante la experiencia. Así, la razón no podía demostrar la existencia de Dios ni tampoco era aceptable la revelación. De su pensamiento derivará el protestantismo liberal y el modernismo católico. Hegel consideró a la humanidad como la manifestación del espíritu divino y exaltó al estado. El racionalismo negaba las verdades sobrenaturales. El ontologismo de Rosmini decía que Dios es el objeto primero de la inteligencia y por tanto el ser más inteligible; en el cual y por el cual es posible conocer los demás seres; rechazó la opinión de Kant. El positivismo de Comte negaba todo conocimiento que estuviera más allá de los sentidos y la experiencia sensible. Darwin escribió el Origen de las Especies: los seres vivos se derivan unos de otros y sostienen una terrible lucha por sobrevivir, pereciendo los más débiles y perdurando los fuertes; y éstos, siguen evolucionando. Marx, con su Manifiesto Comunista y el Capital, opina que Dios no es más que una idea formada en la imaginación de los seres humanos, por el juego de la sublimación de las fuerzas exteriores que los dominan (naturaleza, mercado, Estado); estableció la teoría de la lucha de clases[213].Nietzsche atacó la moral tradicional para crear el superhombre, exento de trabas religiosas y morales, dispuesto a sobreponerse por la fuerza y la audacia, para situarse más allá del bien y del mal. Con ello fundamentó las teorías racistas de los nazis.
En el campo religioso: el liberalismo, al proponer una libertad sin deberes, se confunde con una independencia y autonomía absoluta del individuo, y da al hombre una sensación de omnipotencia que, en su ejercicio, constituye la tentación más antigua y, sin embargo, siempre renovada. Nada halaga más al hombre, en efecto, que se le haga creer que todo lo puede, que nada debe oponerse a sus deseos. Nada atrae más al hombre, en suma, que hacerse dios. El «seréis como dioses», pronunciado por la serpiente en el paraíso, continúa seduciendo al hombre moderno. Por tanto, en el campo religioso, el liberalismo no depende de Dios, ni de los principios de la moral. Se basta a sí mismo. De este siglo son los mormones, fundados por José Smith (1805-1844), que se instalaron en el estado de Utah, Estados Unidos; y cuyos errores son bastante evidentes y frutos de este liberalismo religioso: cada uno puede llegar a ser dios por su propio esfuerzo, pues no se necesita gracia de Dios para perfeccionarse sino el propio esfuerzo; los mormones, además, permiten la poligamia, como manifestación de esa libertad omnímoda, y al mismo tiempo, dan curso sin control a los placeres sexuales, pues «los ángeles del cielo» le habían dicho a su fundador que podía tener todas las mujeres que deseara[214] . Guillermo Booth fundó en Londres el Ejército de Salvación en 1865, especie de metodismo organizado militarmente para conquistar a la fe a las clases populares. En USA se inició el movimiento de los científicos Christian Science, impulsado por miss Eddy; por medio de la autosugestión trataban de obtener la curación del cuerpo. Durante este siglo XIX se propagó el espiritismo[215] o creencia en la posibilidad de comunicación con los difuntos.
Oleadas revolucionarias se abalanzan contra nuestro mundo
Desde 1820 una primera oleada revolucionaria sacude Europa. Son revoluciones y pronunciamientos inspirados en los principios del liberalismo, y como una reacción ante el Congreso de Viena y la restauración. Sus escenarios principales se encuentran en España, Portugal, Rusia, Piamonte, Nápoles...La acción de sociedades masónicas que ya habían ejercido influencia durante el siglo pasado se revelaba como el principal hilo conductor de todas ellas. Sin embargo, la pronta intervención de la Santa Alianza las sofocó casi totalmente. No obstante, la revolución obtuvo sus triunfos en América, cuyas juntas de defensa ya no aceptaron la autoridad del monarca español. Ante una posible intervención de la Santa Alianza los Estados Unidos sentaron la doctrina Monroe: «América para los americanos». También en Portugal y en Grecia, que se independizó del imperio turco. Esta última independencia contribuyó a debilitar el ánimo de la Santa Alianza —un país cristiano buscaba su independencia del musulmán; no se podía intervenir en su contra-.
Una segunda oleada llega a Europa diez años después. Le tocó el turno a Francia. El rey Carlos X, por su exagerado absolutismo, es derrocado y las fuerzas moderadas ponen a la casa de Orleáns en el trono. Tendrá graves repercusiones en toda Europa, pero su consecuencia más importante será la división de Europa en dos bloques. El nuevo monarca francés es fiel a los principios del doctrinarismo y marca una nueva pauta del dominio burgués y de los movimientos constitucionalistas. Francia pasa así con Inglaterra a liderar el bloque liberal en Europa; Austria y Rusia, el conservador. La revolución industrial había afianzado a la burguesía en Occidente, no así en Oriente.
En 1848 tiene lugar la tercera de las grandes oleadas: No es sólo burguesa. Las reivindicaciones de carácter social —crisis económica y baja condición del proletariado- y nacionalistas juegan también un gran papel. En medio de la violencia, el rey de Francia huye de París a Inglaterra...antes de un año se sucede la reacción conservadora y Luis Napoleón es elegido presidente de la república; luego se proclamará, como su antepasado, emperador. La consecuencia más importante de esta revolución será el inicio del desarrollo de los movimientos obreros, de manera independiente y hostil a la burguesía. La burguesía comienza a formar parte de los estamentos conservadores. En 1848 se publica El manifiesto comunista.
Movimientos obreros
El desarrollo económico ha potenciado a la burguesía liberal, pero el proletariado, que ha surgido también con la industria, ha sido explotado. En un inicio los obreros se manifiestan espontáneamente, sin un plan político determinado. Pero después comienzan a surgir los sindicatos, dirigidos por obreros más cultos que se dan cuenta de la necesidad de una organización para la defensa obrera: mejoras salariales, jornada de ocho horas, desempleo, pensiones...Surgieron en Inglaterra y 1870 ya estaban organizados en toda Europa. Estos movimientos tuvieron varios rostros:

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