» Baúl de autor » Mariano Martín Castagneto

Aprender a escuchar

La actitud de escuchar suele ser a la vez un bien escaso y sumamente apreciado. El verdadero oyente, el que presta atención a lo que escucha, no piensa en cual va a ser su respuesta ante la interrupción del diálogo ni está pendiente de prestar oídos sólo a lo que le interesa. Tiene un universo inmenso y sus intereses son proporcionales al cariño que tiene a las personas que oye.

Hoy en día, donde todo hay que hacerlo rápido y sin demoras, mantener una conversación que no sea un fuego cruzado de frases y risas donde nadie se entiende, es bastante complicado. El buen oyente es aquel que puede preguntar con precisión e interés, y no solamente con el ánimo de asentir mecánicamente todo lo dicho.

La ausencia de la persona que escucha hace presente muchas veces a la violencia. La historia muestra, en innumerables casos, que la falta de quien escucha engendra bronca y resentimiento, y conduce, muchas veces, a la fuerza en detrimento de la palabra.

Hablar y encontrar alguien que tan solo escuche, puede ser muchas veces el mejor remedio para la soledad, la angustia o la tristeza. Muchas cosas de la vida se resuelven sencillamente hablando. El buen oyente es el que reúne una cierta dosis de humildad, ya que considera que siempre hay algo que aprender y alguien a quien ayudar. No escuchar es una actitud de menosprecio, de desinterés.

No fomentar la actitud de escucha tiene enormes repercusiones en varios ámbitos: el alumno que no escucha la consigna del examen y falla; el trabajador que interpreta lo que quiere y es despedido; el susceptible que tiene una particular sencillez para captar lo ofensivo y vive resentido.

Siempre es provechoso, al escuchar a alguien que nos habla, practicar el sencillo ejercicio de prestar atención a sus palabras y no a las distintas respuestas que daremos a continuación. El buen oyente muchas veces es también un buen silente, alguien que permanece en silencio y contempla a su interlocutor, sin ánimos de dar lecciones o consejos, sino sencillamente con la intención de escuchar con atención.