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El Alá del Islam no es el Dios de la Biblia

A los europeos les gusta mofarse de la sobresaliente manifestación de la religión en la sociedad americana. Pero no reirán por mucho tiempo. Es un hecho bien documentado que la de-Cristianización de Europa en nombre de la «tolerancia» está conduciendo rápidamente el espiritualmente perezoso continente europeo a los brazos del Islam. Y ahora, en medio de la confusión teológica posmoderna que define a la Europa contemporánea, también los clérigos católicos están cautivados por la Islamomanía.

El más reciente espectáculo teológico del pos-Cristianismo viene a nosotros de los Países Bajos (de la fama de Ayaan Hirsi Ali), donde el obispo católico de Breda, Martinus 'Tiny' Muskens, dice que él quisiera que los cristianos comenzaran a llamar a Dios «Alá» porque él cree que tal gesto promovería el «acercamiento entre el cristianismo y el Islamismo». Apareciendo en la televisión holandesa, el clérigo de 71 años dijo: «Alá es una palabra muy hermosa para Dios. ¿Por qué no decimos que de ahora en adelante llamaremos a Dios Alá? ... ¿Qué le importa a Dios cómo le llamemos?

Las mentes inquisitivas quieren saber: ¿Si el obispo realmente piensa que los nombres «Dios» y «Alá» son permutables, por qué él no pide que los musulmanes comiencen a llamar a Alá «Jehová», el nombre bíblico para Dios? Pero él no lo va a hacer, porque sabe que ellos no lo van a hacer.

De hecho, aunque el cristianismo, el judaísmo y el Islam son conocidas como religiones monoteístas, esto no implica que los cristianos, los judíos y los musulmanes rezan al mismo dios. Para los pre-posmodernos que creen que las palabras todavía significan algo, un repaso rápido a la arqueología, historia y teología - acompañado por una dosis de sentido común - puede contestar a la cuestión de si el Alá del Islam es realmente el Dios de la Biblia.

¿Qué dice la arqueología acerca de Alá?

Los musulmanes afirman que en épocas pre-Islámicas, «Alá» era el dios bíblico de los patriarcas, de los profetas y de los apóstoles. De hecho, la credibilidad del Islam como religión está basada en su afirmación de la continuidad histórica que tiene con el judaísmo y el cristianismo. No sorprende, entonces, que muchos musulmanes se pongan nerviosos cuando las afirmaciones del Islam se someten a la ciencia dura de la arqueología.

Porque la arqueología proporciona evidencia irrefutable de que Alá, lejos de ser el Dios bíblico de Abraham, Isaac y Jacob, era realmente el dios-luna pagano de tiempos pre-Islámicos. Sin embargo, es un hecho arqueológico comprobado que la adoración del dios-luna era la religión principal del antiguo Medio Oriente.

¿Pero cómo fue en la península Árabe, dónde Mohammed (570-632) lanzó el Islam? Durante los dos últimos siglos, arqueólogos prominentes han descubierto millares de inscripciones que prueban más allá de cualquier duda que la religión dominante de Arabia durante los tiempos de Mohammed era el culto al dios-luna.

De hecho, durante muchas generaciones antes de que Mohammed naciera, los árabes adoraban a unos 360 dioses paganos contenidos en un templo de piedra en la Meca llamado el Kabah. Según arqueólogos, la principal deidad de la Meca era el dios-luna llamado el al-ilah (que significa el dios o el ídolo), que fue acortado a Alá en épocas pre-Islámicas. Además, los árabes paganos habitualmente incluyen Alá en sus propios nombres: Por ejemplo, el padre de Mohammed (Abdallah), tenía Alá como parte de su nombre.

¿Qué dice la historia acerca de Alá?

Los historiadores dicen que los árabes pre-Islámicos adoraban al dios-luna postrándose hacia la Meca varias veces al día. También hacían un peregrinaje a la Meca, rodeaban el Kabah siete veces y lanzaban piedras contra el diablo. Además, ayunaban por un mes, que comenzaba con la aparición de la luna creciente y terminaba cuando esta reaparecía.

Estos mismos ritos forman la base del Islam hoy: Los musulmanes se postran hacia la Meca; hacen un peregrinaje a la Meca y rodean el Kabah siete veces; y todavía lanzan piedras contra el diablo. También observan el ayuno de Ramadán, que comienza y termina con la luna creciente.

Por otra parte, el símbolo antiguo del dios-luna pagano, la luna creciente, es el símbolo oficial del Islam; aparece en las banderas de países musulmanes, así como encima de las mezquitas en todo el mundo.

Los historiadores dicen que Mohammed, que como comerciante encontraba al judaísmo y al cristianismo durante sus visitas a diversas partes del Medio Oriente, intentó imitar esas creencias monoteístas, tomando a Alá, la deidad principal dentro del panteón árabe, para convertirla en el único dios. De hecho, la confesión básica del Islam no es que «Alá es grande» sino que «Alá es el mayor». Es decir, mayor que todos los otros ídolos.

Pero el Islam también copia otras tradiciones paganas. Por ejemplo, el cuento del viaje de la noche de Mohammed al cielo es paralelo a la historia Zoroastriana de Arta Viraf. El Zoroastrianismo también inspiró la creencia islámica que vírgenes con ojos oscuros esperan a cada hombre que entra al cielo. ¿Y el ritual islámico de rezar cinco veces al día? Eso, dicen los historiadores, se originó con los Sabeanos, sirios paganos que practicaron una mezcla ecuménica de la religión babilónica y helénica.

No sorprende, entonces, que algunos eruditos se refieren al Islam como monoteísmo pagano.

¿Qué dice la teología acerca de Alá?

Los musulmanes afirman que el Islam es una reformación del judaísmo y del cristianismo. Dicen que el Corán confirma la verdad de la Toráh y de los evangelios. Pero debido a que estos textos no coinciden con la creencia de Mohammed, acusan a judíos y a cristianos de cambiar y de torcer las versiones originales. Los musulmanes por lo tanto afirman que el Corán «clarifica» la Biblia.

Así esto fuera cierto, el Corán y la Biblia presentan diferentes conceptos sobre Dios (especialmente sobre su carácter) que están diametralmente tan opuestos, que cualquier observador razonable podría concluir que cada libro se refiere a una distinta deidad.

El Corán, por ejemplo, indica inequívocamente que Alá es una deidad impersonal que no se puede conocer. Por el contrario, el Dios de la Biblia se puede conocer y él desea una relación personal con los seres humanos. De hecho, la Biblia dice que Abraham (el mismo Abraham que los musulmanes dicen venerar) era el «amigo de Dios».

El Corán también retrata a Alá como deidad vengativa que odia a los pecadores y desea afligirlos. Pero la Biblia dice que Dios es amor.

Por otra parte, la Biblia enseña que Dios amó tanto a la humanidad que él vino a la tierra para pagar la deuda del pecado del hombre, y que ese acto de la gracia está disponible gratuitamente para cualquier persona que crea en Jesucristo como su salvador personal. Pero el Islam niega que Cristo fuera Dios o que él muriera para salvar a la humanidad. De hecho, Alá no proporciona ninguna manera para que el ser humano pueda reconciliarse con Dios.

Las diferencias teológicas aumentan sin cesar, tanto, que el Dios de la Biblia no puede de ninguna manera ser el Alá adorado en el Islam. A menos que, por supuesto, un obispo holandés diga lo contrario.

Alá y Eurabia

Mohammed pensó que los judíos y los cristianos de su tiempo lo recibirían como profeta. Pero la Biblia dice que cualquier nueva revelación debe coincidir con lo que ya esta establecido en la Escritura. Entonces, ellos rechazaron su Alá como un dios falso. Y Mohammed reaccionó poniendo su Islam en una guerra maniaca contra el judaísmo y el cristianismo que continúa hasta hoy.

El obispo holandés y otros aficionados al Islam piensan que pueden comprar una paz falsa con el Islam jugando juegos de palabra relativistas como parte de un diálogo «inter-fe». Pero los musulmanes entienden mucho mejor que los europeos pos-modernos que el apaciguamiento ecuménico es un síntoma de una civilización Judeo-Cristiana que esta débil y a punto de morir.

La ironía es que el peligro verdadero del Islam proviene no tanto de los musulmanes ordinarios, como de europeos espiritualmente enfermos que han derribado su herencia Judeo-Cristiana en busca del hedonismo secular. Porque como viven solamente por el momento, están dispuestos a someterse a cualquier cosa, incluyendo el Islam, mientras no interfiera con la búsqueda del placer de hoy.

Han pasado más de 50 años desde que el apologista cristiano C.S. Lewis advirtió por primera vez acerca de la sacudida desastrosa de la civilización occidental en el pos-Cristianismo. Pero también él podría estar sorprendido al ver cómo el Islam está llenando rápidamente el vacío religioso y cultural que es la Europa pos-Cristiana.

No es que los europeos no sepan. Es que les da igual.

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