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La neomoral de rebaño

La brusca irrupción de la asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC) y la pretensión ministerial de imponerla a toda costa ha generado un creciente e interesante movimiento ciudadano de desobediencia civil, insumisión política y objeción de conciencia que va en aumento y debería hacer reflexionar a la autoridad político-gubernativa. Esta neomoral de corte totalitario, no es solamente un conjunto de conocimientos más o menos acertados, una Asignatura más de la LOE, sino un completo programa destinado a adoctrinar y configurar de forma muy firme, casi diríamos hard, la mente de las nuevas generaciones de españoles. Es, no nos dejemos seducir por cantos de sirena 'políticamente correctos', un auténtico proyecto totalitario de lo que se ha venido en llamar 'ingeniería social'.

Lo más inquietante de EpC es la Weltanschauung que encierra, la visión del hombre que está subyacente, la antropología que predica. El objetivo último es imponer cambios nucleares en nuestra sociedad a través de la educación desde la más tierna infancia; cambios que nadie desea y que la mayoría rechaza, no sólo desde una óptica religiosa, en general, o cristiana, en particular, sino incluso desde el mero sentido común de las familias patrias y apoyados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos sobre el derecho inalienable de los padres a educar a sus hijos según sus propios valores y convicciones morales (arts. 5 y 7 de la Declaración 36/55 de las Naciones Unidas de 25 de Noviembre de 1981) Es la imposición desde el Poder, desde el Estado Minotauro de una falsa antropología y una ética particular, haciéndola pasar de matute por universal y necesaria para una sociedad «avanzada, democrática y progresista».

Es una asignatura que irrumpe sin consenso previo y cuando aún no se ha solucionado en España la libertad de enseñanza, ya que aunque está consagrada en el art. 27 de la Constitución de 1978 como un derecho fundamental, en la práctica no existe una libertad plena de los padres para elegir centro y la libertad para erigir centros propios está más que mediatizada. Es una disciplina que irrumpe también cuando la sociedad ha abdicado de la educación integral de sus hijos y cuando se constata el estruendoso fracaso de la Logse. Es una materia que irrumpe, asimismo, cuando los profesores denuncian la galopante crisis de autoridad y el reconocimiento del papel del docente, así como el aumento disparatado de la violencia escolar. Es un escalón más, pero muy importante, en esa escalera jurídico-normativa del socialismo postmoderno tendida para legislar febril y perversamente sobre temas morales: Ley de Violencia de Género de Diciembre de 2004, Ley de 'matrimonio' homosexual de 1 de Julio de 2005, Ley de 'divorcio exprés' de 8 de Julio de 2005, Ley de Reproducción Asistida de Mayo de 2006, Ley de 'identidad de género' o de igualdad de género, Ley de Clonación Terapéutica, etc.

Pero, ¿qué es Educación para la Ciudadanía (EpC)? Es la novedad más importante de la Ley Orgánica de Educación (LOE) de 3 de mayo de 2006. Normativa que insiste en el modelo fracasado de la Logse, pero corregido y aumentado. La Logse planteaba toda su estrategia de un modo transversal, y sus mismos inspiradores, los 'progresistas' soixante-huitards, pensaron que no había sido suficientemente eficaz, que había que ir más lejos plasmando su 'ideología' en forma de una asignatura independiente, pero cuya filosofía impregnara más a fondo todas las demás. La EpC aparece a lo largo de la LOE de forma reiterada, machacona, como objetivo casi único de la propia LOE. Tanto es así que hasta un dictamen del Consejo de Estado llamó la atención por la desproporción: «parece que el único propósito de todo el sistema educativo fuera la formación en la ciudadanía democrática».

No hay precedentes directos de algo así en toda la democracia, en todo el período demoliberal y parlamentario abierto con el fin de la dictadura. Tendríamos que remontarnos al propio régimen de Franco en el que era materia obligatoria (aunque bien es cierto que con la categoría de 'maría') en los colegios, escuelas y universidades, la denominada Formación del Espíritu Nacional (FEN), la cual encerraba contenidos de tipo jurídico-político e ideológico, pero nunca entraba en las conciencias ni adoctrinaba en morales ciudadanas o personales. La EpC es definida como 'espacio de reflexión', pero vistos sus contenidos habría que definirla más bien como 'espacio de imposición' o 'espacio de alienación'.

Al observar la normativa que desarrolla la EpC, contemplamos que en lo tocante a los criterios de evaluación resulta llamativo que sólo en parte se busque saber si el niño ha asimilado unos determinados contenidos; se busca especialmente comprobar si su comportamiento, actitudes, hábitos y casi pensamiento están acordes con los contenidos de la asignatura. Se da al profesor un poder totalitario de coerción sobre la conciencia del niño. No puede pensar de otro modo, porque se le notará... Estaremos ante la apoteosis de la nueva moral de rebaño.

El régimen de la Alemania nacionalsocialista tuvo también su EpC, que se llamaba 'Concepción del Mundo' (Weltanschauungsunterricht), abreviadamente WAU, que el régimen nazi imponía para sustituir a las clases de Religión y en las que se ridiculizaba el cristianismo (no olvidemos el contenido fuertemente paganizante del nacionalsocialismo); y, además, en todas las asignaturas se trataba de imponer el pensamiento nacionalsocialista. Recuerden al personaje de la película 'Sophie Scholl:los últimos días' que relata las actividades de la organización antinazi La Rosa Blanca, quien decide asumir una postura pasiva, que la lleva a recibir serias advertencias del Director de la escuela: «si no cambia su conducta -no si no se aprende la materia-, será muy difícil que apruebe el curso».

Además de las cuestiones de índole moral, en la asignatura EpC hay una descarada propaganda de la concepción política e ideológica del neosocialismo postmoderno, de forma que se hace una verdadera apología de los impuestos, se toman opciones sobre cuestiones de política internacional en clave de antiglobalización y antiliberalismo comercial, y se dan como incuestionables sus conclusiones sobre las causas de la pobreza, los conflictos políticos y el terrorismo internacional. A propósito de esto último, se sugiere a los profesores que transmitan la idea de que en los conflictos -incluidos los terroristas- no debe haber vencedores ni vencidos, es decir, equiparar de hecho a los ejecutores con las víctimas.

En definitiva, estamos ante una asignatura 'débil' que encierra un conjunto de retales inconexos, con una apariencia benéfica -aunque con un fondo maléfico- y positiva: tolerancia, diálogo, convivencia, pluralismo, respeto... Hay una permanente apelación a 'valores políticamente correctos' que están en el ambiente. Todos, eso sí, 'valores blandos'; nunca se habla de esfuerzo, rigor, exigencia, disciplina, excelencia, autoridad, etc. Es una asignatura que pretende, como manifestó, cínicamente y sin empacho, José Luis Pérez Iriarte, director general de Educación del MEC, el 17 de enero de 2007 ante miembros del PPE, «formar en ideología a los niños con menos convicciones morales». El objetivo último es imponer cambios nucleares en nuestra sociedad a través de la educación desde la más tierna infancia; cambios que nadie desea.

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