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Recuperación cerebral

Los cuidados atentos de su mujer pueden haber jugado un papel muy preponderante en su restablecimiento

El famoso caso de Theresa Marie "Terri" Schiavo, la mujer de 41 años en estado vegetativo persistente que falleció en Florida tras un debate ético y legal casi sin precedentes en los Estados Unidos, ha hecho que, ante cualquier recuperación cerebral después de un periodo de coma más o menos prolongado, los medios de comunicación reaccionen de inmediato.

Éste es el caso, muy reciente, de Jan Grzebski, un ferroviario polaco de 65 años que sufrió un accidente en 1988 y que pasó cuatro años en coma. Un vagón de tren golpeó potentemente a Grzebski en la cabeza dejándole ciego del ojo izquierdo y con la mandíbula destrozada. Después de un mes en el hospital, su mujer se lo llevó a casa, ya que le daban poco tiempo de vida.

Lo llamativo del tema es que Grzebski, tras permanecer en coma durante cuatro años, empezó gradualmente a recuperar la conciencia. Al principio no podía moverse ni hablar. Posteriormente, mejoró algo más y ya consiguieron sentarlo y que viese la televisión e incluso que llegase a comprender lo que le transmitían y a hacerse entender. Muy recientemente, nuestro enfermo ha dado un salto más en su recuperación nerviosa, de tal forma que tanto el habla como sus fuerzas motoras se han visto incrementadas de forma muy notoria.

Aunque todo este proceso ha sido paulatino, el giro crucial en su rehabilitación se dio hace dos años, cuando sus movimientos empezaron a establecerse con firmeza, lo mismo que su lenguaje hablado. En la actualidad está incluso volviendo poco a poco a caminar de nuevo.

Sin embargo, lo que me parece más interesante de este nuevo suceso de recuperación cerebral es lo que han señalado los médicos que le han tratado: consideran el caso Grzebski como algo muy excepcional y piensan que, en todo el camino de su rehabilitación, los cuidados extraordinariamente atentos y delicados de su mujer, Gertruda, pueden haber jugado un papel muy preponderante en su restablecimiento.

De hecho, durante estos años, además de una atención esmerada en su limpieza y aseo, esta mujer ha estimulado al paciente para que su recuperación nerviosa pueda haberse desarrollado de la manera tan feliz como se está produciendo: por ejemplo, fomentando su comunicación, ya que, como ha indicado su mujer, en este tiempo Jan entendía todo lo que le decía ella y con los gestos de su cara se hacía entender, expresando así si quería comer o beber. Y favoreciendo también sus relaciones con otras personas además de ella misma: cuenta Gertruda que este ferroviario polaco conocía a sus nietos y que incluso había sostenido en su regazo a su primera nieta.

No dejan de impresionar las declaraciones que ha realizado esta mujer de una pieza a un periódico de su Polonia natal, la Gazeta Dzialdowska: «Yo me enfado mucho cada vez que escucho a alguien decir que personas como mi marido deberían ser sometidas a un proceso de eutanasia. Yo sabía que Janek se recuperaría. Ésta ha sido la gran recompensa que he tenido a todo mi cuidado, a mi fe y a mi amor por él». Palabras claras que indican coraje, cariño delicado e inteligencia. Como señalaba un periodista británico al comentar esta noticia y las declaraciones de Gertruda: «¡Qué historia más impresionante y vaya suerte la de este hombre!».

El sistema nervioso sigue siendo un profundo misterio biológico en su funcionamiento y en su enfermar. Casos como el que hemos comentado aquí nos hablan de forma clara sobre la importancia del afecto y la estimulación sensorial y motora, en un entorno amable y delicado, para recuperar las funciones cerebrales que muchas veces se encuentran misteriosamente silentes en estos enfermos.

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