conoZe.com » bibel » Documentos » Juan Pablo II » Encíclicas de Juan Pablo II » Ut unum sint » I.- El compromiso Ecumenico de la Iglesia Católica

Estructuras locales de diálogo

31. El diálogo ecuménico, tal y como se ha manifestado desde los días del Concilio, lejos de ser una prerrogativa de la Sede Apostólica, atañe también a las Iglesias locales o particulares. Las Conferencias episcopales y los Sínodos de las Iglesias orientales católicas han instituido comisiones especiales para la promoción del espíritu y de la acción ecuménicos. Oportunas estructuras análogas trabajan a nivel diocesano. Estas iniciativas manifiestan el deber concreto y general de la Iglesia católica de aplicar las orientaciones conciliares sobre ecumenismo: este es un aspecto esencial del movimiento ecuménico. [55] No sólo se ha emprendido el diálogo, sino que se ha convertido en una necesidad declarada, una de las prioridades de la Iglesia; en consecuencia, se ha perfilado la «técnica» para dialogar, favoreciendo al mismo tiempo el crecimiento del espíritu de diálogo. En este contexto se quiere ante todo considerar el diálogo entre cristianos de las diferentes Iglesias o Comunidades, «entablado entre expertos adecuadamente formados, en el que cada uno explica con mayor profundidad la doctrina de su Comunión y presenta con claridad sus características».[56] Sin embargo, conviene que cada cristiano conozca el método adecuado al diálogo.

32. Como afirma la Declaración conciliar sobre la libertad religiosa, «la verdad debe buscarse de un modo adecuado a la dignidad de la persona humana y a su naturaleza social, es decir, mediante la investigación libre, con la ayuda del magisterio o enseñanza, de la comunicación y del diálogo, en los que unos exponen a los otros la verdad que han encontrado o piensan haber encontrado, para ayudarse mutuamente en la búsqueda de la verdad; una vez conocida la verdad, hay que adherirse a ella firmemente con el asentimiento personal».[57]

El diálogo ecuménico tiene una importancia esencial. «Pues, por medio de este diálogo, todos adquieren un conocimiento más auténtico y una estima más justa de la doctrina y de la vida de cada Comunión; además, también las Comuniones consiguen una mayor colaboración en aquellas obligaciones en pro del bien común exigidas por toda conciencia cristiana, y se reúnen, en cuanto es posible, en la oración unánime. Finalmente, todos examinan su fidelidad a la voluntad de Cristo sobre la Iglesia y emprenden valientemente, como conviene, la obra de renovación y de reforma».[58]

Notas

[55] Cf. Código de Derecho Canónico, can. 755; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 902-904.

[56] Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, 4.

[57] Conc. Ecum. Vat. II, Decl. Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, 3.

[58] Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, 4.

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