conoZe.com » bibel » Documentos » Juan Pablo II » Encíclicas de Juan Pablo II » Redemptoris missio » Capítulo VI.- Responsables y Agentes de la Pastoral Misionera

Todos los laicos son misioneros en virtud del bautismo

71. Los Pontífices de la época más reciente han insistido mucho sobre la importancia del papel de los laicos en la actividad misionera.[144] En la Exhortación Apostólica Christifideles laici, también yo me he ocupado explícitamente de la «perenne misión de llevar el Evangelio a cuantos —y son millones y millones de hombres y mujeres— no conocen todavía a Cristo Redentor del hombre,[145] y de la correspondiente responsabilidad de los fieles laicos. La misión es de todo el pueblo de Dios: aunque la fundación de una nueva Iglesia requiere la Eucaristía y, consiguientemente, el ministerio sacerdotal, sin embargo la misión, que se desarrolla de diversas formas, es tarea de todos los fieles.

La participación de los laicos en la expansión de la fe aparece claramente, desde los primeros tiempos del cristianismo, por obra de los fieles y familias, y también de toda la comunidad. Esto lo recordaba ya el Papa Pío XII, refiriéndose a las vicisitudes de las misiones, en la primera Encíclica misionera sobre la historia de las misiones laicales.[146] En los tiempos modernos no ha faltado la participación activa de los misioneros laicos y de las misioneras laicas. ¿Cómo no recordar el importante papel desempeñado por éstas, su trabajo en las familias, en las escuelas, en la vida política, social y cultural y, en particular, su enseñanza de la doctrina cristiana? Es más, hay que reconocer —y esto es un motivo de gloria— que algunas Iglesias han tenido su origen, gracias a la actividad de los laicos y de las laicas misioneros.

El Concilio Vaticano II ha confirmado esta tradición, poniendo de relieve el carácter misionero de todo el Pueblo de Dios, concretamente el apostolado de los laicos,[147] y subrayando la contribución específica que éstos están llamados a dar en la actividad misionera.[148] La necesidad de que todos los fieles compartan tal responsabilidad no es sólo cuestión de eficacia apostólica, sino de un deber —derecho basado en la dignidad bautismal, por la cual «los fieles laicos participan, según el modo que les es propio, en el triple oficio—sacerdotal, profético y real- de Jesucristo».[149] Ellos, por consiguiente, «tienen la obligación general, y gozan del derecho, tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo; obligación que les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo».[150] Además, dada su propia índole secular, tienen la vocación específica de «buscar el Reino de Dios tratando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios».[151]

72. Los sectores de presencia y de acción misionera de los laicos son muy amplios. «El campo propio ... es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía ...»[152] a nivel local, nacional e internacional. Dentro de la Iglesia se presentan diversos tipos de servicios, funciones, ministerios y formas de animación de la vida cristiana. Recuerdo, como novedad surgida recientemente en no pocas Iglesias, el gran desarrollo de los «Movimientos eclesiales», dotados de dinamismo misionero. Cuando se integran con humildad en la vida de las Iglesias locales y son acogidos cordialmente por Obispos y sacerdotes en las estructuras diocesanas y parroquiales, los Movimientos representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización, con una visión pluralista de los modos de asociarse y de expresarse.

En la actividad misionera hay que revalorar las varias agrupaciones del laicado, respetando su índole y finalidades: asociaciones del laicado misionero, organismos cristianos y hermandades de diverso tipo; que todos se entreguen a la misión ad gentes y la colaboración con las Iglesias locales. De este modo se favorecerá el crecimiento de un laicado maduro y responsable, cuya «formación ... se presenta en las jóvenes Iglesias como elemento esencial e irrenunciable de la plantatio Ecclesiae.[153]

Notas

[144] Cf. Pío XII, Enc. Evangelii praecones: l.c., 510 s.; Enc. Fidei donum: l.c., 228 ss.; Juan XXIII, Enc. Princeps Pastorum: l.c., 855 ss.; Pablo VI, Exh. Ap. Evangelii nuntiandi, 70-73: l.c., 59-63.

[145] Exh. Ap. postsinodal Chistifideles laici, 35: l.c., 457.

[146] Cf. Enc. Evangelii praecones: l.c., 510-514.

[147] Cf. Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 17. 33 ss.

[148] Cf. Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 35-36. 41.

[149] Exh. Ap. postsinodal Christifideles laici, 14: l.c. , 410.

[150] C.I.C., cán. 225, 1; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los seglares, 6. 13.

[151] Conc. Ecum. Vat II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 31; cf. C.I.C., cán. 225, 2.

[152] Pablo VI, Exh. Ap. Evangelii nuntiandi, 70: l.c. 60.

[153] Exh. Ap. postsinodal Christifideles laici, 35: l.c., 458.

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