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Propuestas teológicas erróneas y peligrosas

Es muy probable que el notable «teólogo de la liberación», el jesuita Jon Sobrino, hispano salvadoreño de la «Universidad Centro Americana, José Simeón Cañas», que hasta hace unos días aún disfrutaba las «mieles» por el homenaje y reconocimiento recibido el 19 de enero pasado, en Nairobi, Kenia (junto con el Canónigo Francois Houtart, de la Universidad de Lovaina, La Nueva, en la clausura del «II Foro Mundial de Teología y Liberación», justo al inicio del «VII Foro Social Mundial»), empiece ahora a sufrir las «hieles» a causa de la «Notificación» que la «Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe», emitió el pasado miércoles 14 de marzo.

«Notificaciones» semejantes han recibido desde hace años conocidos teólogos que casi siempre han reaccionado ignorando los señalamientos de la autoridad eclesiástica. Ignoradas por ellos, en cambio, sirven de ayuda a los pastores y a los fieles católicos, para estar advertidos sobre «los errores y peligros para la fe». Entre los teólogos «notificados» más conocidos están: Hans Küng en 1975 y 1980 (quien por cierto, muy pronto estará en México ofreciendo conferencias a sus seguidores); Jacques Pohier O.P. en 1979; Edward Schillebeeckx O.P. en 1980, 1984 y 1986; Leonardo Boff O.F.M. en 1985; Charles Curran en 1986; Tissa Balasuriya O.M.I. en 1997; Anthony de Mello S.J. en 1998; Reinhard Messner en 2000; Jacques Dupuis S.J. en 2001; Marciano Vidal C.Ss.R. en 2001; y Roger Haight S.J. en 2004. Otros recibieron indicaciones para corregir sus textos como Gustavo Gutiérrez O.P., e hicieron caso omiso de dicha solicitud.

La reacción de Jon Sobrino fue inmediata, no suscribe la «Notificación» ni corregirá sus posiciones. Mantiene la misma postura de 2004, cuando recibió de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, a través del Prepósito General de la Compañía de Jesús, R.P. Peter Hans Kolvenbach S.J., un elenco de «proposiciones erróneas y peligrosas» contenidas en dos de sus principales libros: «Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret.», Madrid 1991, y «La Fe de Jesucristo. Ensayo desde las víctimas», San Salvador 1999, mismos que circulan profusamente en los seminarios y casas de formación eclesiástica en América Latina. En 2005 respondió, sin aceptar correcciones, por lo que la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe se vio «en la obligación de indicar que las mencionadas obras presentan en algunos puntos notables discrepancias con la Iglesia, por lo que se consideró necesario ofrecer a los fieles un criterio de juicio seguro». Los principales yerros señalados a Jon Sobrino S.J., son: 1) Los presupuestos metodológicos enunciados por el Autor, en los que funda su reflexión. 2) La divinidad de Jesucristo. 3) La encarnación del Hijo de Dios. 4) La relación entre Jesucristo y el Reino de Dios. 5) La autoconciencia de Jesucristo y 6) El valor salvífico de su muerte.

Para cualquier cristiano que conozca su catecismo básico y algo de la historia de la Iglesia y de las herejías, resulta claro que en las argumentaciones de Jon Sobrino están presentes, entre otros elementos, proposiciones de la antiquísima herejía arriana que no aceptaba que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, en una sola persona con dos naturalezas, la humana y la divina, que se implican en una unión llamada «hipostática» y que la igualdad divina entre el Padre y el Hijo se define con el término «consubstancial». Esa siembra de dudas y confusiones, esas proposiciones erróneas y peligrosas para la integridad de la fe, fueron resueltas en el «Concilio de Nicea», en el año 325, en donde brilló la firmeza y perseverancia de San Atanasio -siempre apoyado por Roma- encontrándose la clarificación doctrinal, contenida desde entonces, en el «Símbolo o Credo de Nicea», en el que se proclaman las verdades fundamentales de la fe católica recitada y proclamada cada semana en la Eucaristía dominical. Es verdaderamente increíble que las verdades fundamentales del Catecismo queden obnubiladas en inteligencias tan desarrolladas de «teólogos» tan afamados. Lo que lleva a considerar, cómo la soberbia ciega a los más brillantes talentos, que no son capaces de aceptar humildemente que la teología no puede ser desarrollada al margen y menos en contra, de la legítima autoridad expresada en la legítima sucesión apostólica y fundamentalmente en el garante del exclusivo carisma petrino.

Esta «Notificación» adquiere otro valor añadido particular, ya que al haber sido emitida en las vísperas de la «V Conferencia General del Episcopado Latino Americano» a celebrarse en Aparecida, Brasil, del 13 al 31 de mayo próximo, advierte claramente a muchos de los que serán asistentes y a otros de los observadores, sobre las presiones e intromisiones ilegítimas de los todavía llamados «teólogos de la liberación» y su secuela de variantes, con «marginados, excluidos, indígenas, diferentes, feministas, etc.» para tratar de condicionar el «documento de trabajo» a su caprichosa manera de entender el «espíritu del Concilio, en clave hermenéutica de ruptura», tal como lo describió el Papa Benedicto XVI en su discurso a la Curia Romana, en la víspera de Navidad, el 22 de diciembre de 2005, así como la participación en el desarrollo de las «tres oleadas de la deshelenización del cristianismo», identificadas por el mismo Papa en su discurso magistral de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006. Todo eso parece concurrir con el viejo y necio propósito de tratar de «cambiar la naturaleza de la Iglesia» por medio de acciones concurrentes y simultáneas que también quieren «romper su disciplina», particularmente en lo que atañe al «celibato sacerdotal» y al «matrimonio monogámico e indisoluble».

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