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Las «Relaciones» (VII)

Capítulo 50

Estaba una vez pensando si me habían de mandar ir a reformar cierto monasterio, y dábame pena. Entendí: «¿De qué teméis? ¿Qué podéis perder sino las vidas que tantas veces me las habéis.ofrecido? Yo os ayudaré». Fue en una ocasión de suerte que me satisfizo el alma mucho.

Capítulo 51

Habiendo un día hablado a una persona que había mucho dejado por Dios y acordándome cómo nunca yo dejé nada por El, ni en cosa le he servido como estoy obligada, y mirando las muchas mercedes que ha hecho a mi alma, comencéme a fatigar mucho, y díjome el Señor: «Ya sabes el desposorio que hay entre ti y Mí, y habiendo esto, lo que Yo tengo es tuyo, y así te doy todos los trabajos y dolores que pasé, y con esto puedes pedir a mi Padre como cosa propia». Aunque yo he oído decir que somos participantes de esto, ahora fue tan de otra manera, que pareció había quedado con gran señorío, porque la amistad con que se me hizo esta merced, no se puede decir aquí. Parecióme lo admitía el Padre, y desde entonces miro muy de otra suerte lo que padeció el Señor, como cosa propia, y dame gran alivio.

Capítulo 52

Estando yo una vez deseando de hacer algo en servicio de nuestro Señor, pensé qué apocadamente podía yo servirle, y dije entre mí: «¿Para qué, Señor. queréis Vos mis obras?» Díjome: «Para ver tu voluntad, hija».

Capítulo 53

Diome una vez el Señor una luz en una cosa que yo gusté entenderla, y olvidóseme luego desde a poco, que no he podido más tornar a caer en lo que era. Y estando yo procurando se me acordase, entendí esto: «Ya sabes que te hablo algunas veces; no dejes de escribirlo; porque, aunque a ti no aproveche, podrá.aprovechar a otros». Yo estaba pensando si por mis pecados había de aprovechar a otros y perderme yo. Díjome: «No hayas miedo».

Capítulo 54

Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma y parecióme estar Dios de manera en ella, que me acordé de cuando San Pedro dijo: «Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo»; porque así estaba Dios vivo en mi alma. Esto no es como otras visiones, porque lleve fuerza con la fe; de manera que no se puede dudar que está la Trinidad por presencia y por potencia y esencia en nuestras almas. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como mi alma, entendí: «No es baja, hija, pues está hecha a mi imagen». También entendí algunas cosas de la causa por qué Dios se deleita con las almas más que con otras criaturas, tan delicadas que, aunque el entendimiento las entendió, de presto no las sabré decir.

Capítulo 55

Habiendo estado con tanta pena del mal de nuestro Padre, que no sosegaba, y suplicando al Señor un día acabando de comulgar muy encarecidamente que pues El me le había dado, no me viese yo sin él, me dijo: «No hayas miedo».

Capítulo 56

Estando una vez con esta presencia de las tres Personas que traigo en el alma, era con tanta luz que no se puede dudar el estar allí Dios vivo y verdadero, y allí se me daban a entender cosas que yo no las sabré decir después. Entre ellas era cómo había la Persona del Hijo tomado carne humana y no las demás. No sabré, como digo, decir cosa de esto, que pasan algunas tan en secreto del.alma, que parece el entendimiento entiende como una persona que, durmiendo o medio dormida, le parece entiende lo que se habla. Yo estaba pensando cuán recio era el vivir que nos privaba de no estar así siempre en aquella admirable compañía, y dije entre mí: Señor, dadme algún medio para que yo pueda llevar esta vida. Díjome: «Piensa, hija, cómo después de acaba no me puedes servir en lo que ahora, y come Mí y duerme por Mí, y todo lo que hicieres sea por Mí, como si no lo vivieses tú ya, sino Yo, que esto es lo que decía San Pablo».

Capítulo 57

Una vez acabando de comulgar, se me dio a entender cómo este santísimo Cuerpo de Cristo le recibe su Padre dentro de nuestra alma, como yo entiendo y he visto están estas divinas Personas, y cuán agradable le es esta ofrenda de su Hijo porque se deleita y goza con El -digamos- acá en la tierra; porque su Humanidad no está con nosotros el alma, sino la Divinidad, y así le es tan acepto y agradable y nos hace tan grandes mercedes; entendí que también recibe este sacrificio aunque esté en pecado el sacerdote, salvo que no se comunican las mercedes a su alma como a los que están en gracia: y no porque dejen de estar estas influencias en su fuerza, que proceden de esta comunicación con que el Padre recibe este sacrificio, sino por falta de quien le ha de recibir; como no es por falta del sol no resplandecer cuando da en un pedazo de pez, como en uno de cristal. Si yo ahora lo dijera, me diera mejor a entender.

Importa saber cómo es esto, porque hay grandes secretos en lo interior cuando se comulga. Es lástima que estos cuerpos no nos lo dejan gozar.

Capítulo 58

1. Octava de Todos los Santos, tuve dos o tres días muy trabajosos de la memoria de mis grandes pecados, y unos temores de persecuciones que no se fundaban sino en que me habían de.levantar falsos testimonios, y todo el ánimo que suelo tener a padecer me faltaba. Aunque yo me quería animar y hacía actos y veía que sería gran ganancia a mi alma, aprovechábame poco, que no se quitaba el temor y era una guerra desabrida. Topé con una letra donde dice mi buen Padre que dice San Pablo que no permite Dios que seamos tentados más de lo que podemos sufrir. Aquello me alivió harto, mas no bastaba, antes otro día me dio una aflicción grande de verme sin él, como no tenía a quién acudir con esta tribulación, que me parecía vivir en gran soledad, y ayudaba el ver que no hallaba ya quien me diese alivio sino él, y que lo más había de estar ausente, que me fue harto gran tormento.

2. Otra noche después, leyendo en un libro otro dicho de San Pablo que me comenzó a consolar, estaba pensando cuán presente había traído de antes a nuestro Señor, que tan verdaderamente me parecía ser Dios vivo. Pensando en esto, me dijo y parecióme muy dentro de mí, como al lado del corazón, por visión intelectual: «Aquí estoy, sino que quiero que veas lo poco que puedes sin Mí».

3. Luego me aseguré y se quitaron todos los miedos, y estando la misma noche en maitines, el mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía imaginaria, se me puso en los brazos a manera de como se pinta la «Quinta angustia». Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a mí, que me hizo pensar si era ilusión. Díjome: «No te espantes de esto, que con mayor unión, sin comparación, está mi Padre con tu ánima».

Háseme así quedado esta visión hasta ahora representada. Lo que dije de nuestro Señor, me duró más de un mes. Ya se me ha quitado.

Capítulo 59

1. Estando una noche con harta pena porque había mucho que no sabía de mi Padre, y aún no estaba bueno cuando me escribió la postrera vez, aunque no era como la primera pena de su mal, que era confiada y de aquella manera nunca la tuve después, mas el cuidado impedía la oración; parecióme de presto, y fue así que no pudo ser imaginación, que en lo interior se me representó una luz, y vi que venía por el camino alegre y rostro blanco, aunque de la luz.que vi debió de hacer el rostro blanco, que así me parece lo están todos en el cielo, y he pensado si del resplandor y luz que sale de nuestro Señor les hace estar blancos. Entendí: «Dile que sin temor comience luego, que suya es la victoria».

2. Un día después que vino, estando yo a la noche alabando a nuestro Señor por tantas mercedes como me había hecho, me dijo: «¿Qué me pides tú que no haga yo, hija mía?»

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