» Baúl de autor » Marosa Montañés
Obsesión por la imagen: suicidio anunciado
Una mujer joven de Castellón ha muerto en Barcelona como consecuencia de una operación de cirugía estética; sin entrar en sus causas médicas, podemos reflexionar sobre su motivación: cuando una persona se obsesiona por su imagen corporal, no se gusta a sí misma cuando se ve ante el espejo, o depende de la moda hasta límites increíbles, aparece una fenómeno mental al que podemos calificar de paranoia, o esquizofrenia emocional; las personas afectadas afirman que «sólo serán felices cuando mejoren su imagen» y de acuerdo con esta premisa, se someten a castigos y torturas innecesarias para conseguirlo. ¿Esta postura obedece a algo más profundo o es simplemente banal, trivial o pasajera?: pienso que los medios de comunicación —a través de la publicidad y de los modelos de vida que ofrecen—, han transformado la mentalidad sana de las personas jóvenes y de las menos jóvenes en una concepción-modelo de la vida exclusivamente corporal, de forma que si uno no tiene unas medidas determinadas, no es nadie ni nada.
Frenemos de una vez, y para siempre, si es posible-, esta barbaridad: la mujer y el hombre son bellos por fuera cuando son bellos por dentro, porque la belleza reside en el interior; el cuerpo debe estar al servicio de la persona y no al revés y para ello, debemos volver al sentido común, ése que identifica el paso del tiempo con la imagen real y adecuada a la edad, o el modo de vestir y no de desvestir con la talla que uno tiene, o el modo de pensar y de actuar de acuerdo con la verdad sobre uno mismo y sobre los demás. Así seremos auténticamente libres porque no dependeremos de lo que piensen los demás o de como nos vean por fuera, sólo dependeremos de lo que nos convenga, proporcione paz y sosiego, nos haga mejores y por ello, más felices.
Pero como lo que hay,—es decir lo que tenemos, lo que somos—, tiene una capacidad física de progreso —en algunos casos casi infinita—, quizá sea conveniente marcarse algunos retos que permitan acercarse al ideal de mujer o de hombre: podemos llamarlos métodos naturales y consisten en correr por el río, apuntarse a un gimnasio, practicar un deporte, recorrer con toda la familia los carriles bici de las ciudades, seguir la dieta mediterránea, hidratar el cuerpo para retrasar las arrugas o tomarse la vida con más calma, sin stress. Todo menos martirizarse por «la estética».
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