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Septimo encuentro

¡Es sólo cuestión de tiempo!...

Esta imprevista y perentoria afirmación interrumpió mi lectura de un libro que me estaba interesando mucho. Un grito de pavor me contuvo la respiración. Pero mi Protectora vino inmediatamente en mi ayuda y me puso tranquilo en la escucha. Esta vez el maligno se puso a hablarme con una solemnidad insólita, casi declamatoria: se reveló como el acostumbrado fanfarrón.

¡Es cuestión sólo de tiempo! El proceso de destrucción de la Iglesia ya está en camino, una destrucción radical e imparable. Mis planes se cumplirán con una precisión y una puntualidad que os dejará estupefactos. Pronto esta vieja y podrida carcasa seguirá la suerte de tantas otras instituciones que han resistido un cierto tiempo y después han desaparecido...

— ¿Pero no ves, bufón, que siempre vuelves con la misma canción? Te falta siempre toda originalidad y fantasía, incluso para organizar el mal y así en vano intentas darme miedo.

¿Por qué no me dejas continuar?

— Porque eres tremendamente aburrido. Me pareces un comediante que en la plaza repite siempre las mismas payasadas. Convéncete de que tu insistencia en la amenaza de destruir a la Iglesia no sólo no me impresionas, sino que incluso me haces reír. La Iglesia, aunque está constituida por hombres que tienen sus miserias, es institución de Cristo, le pertenece a El y sólo El la gobierna en sus acontecimientos. En sus designios misteriosos Dios hace que la Iglesia obtenga ventajas incluso de las persecuciones y de las herejías. En el pasado, gracias al surgir de errores heréticos, muchos puntos de la doctrina Católica han sido profundizados y precisados. Por esto la Iglesia mira con serenidad también a los teólogos contestatarios y confusos que hoy abundan. Con relación a ciertos problemas todavía no madurados, estos teólogos pueden tener una indisciplinada sensibilidad pero esto incluso puede ser estímulo para estudiar algunas cuestiones planteadas por ellos mas atentamente y descubrir en el fondo los elementos de verdad y de claridad útiles para el crecimiento de su depósito doctrinal

¿Y tú no estás repitiendo las mismas declamaciones?

— Hace más de medio siglo que estás combatiendo contra Dios para hacerle desaparecer de Rusia, ¿lo has logrado? Lo sé, has hecho un mal inmenso a aquellas almas, pero la necesidad de Dios no has logrado quitarla todavía de millones de ellas. Has prometido a aquel pueblo un paraíso en la tierra y lo has hecho tan encantador y deseable que muchos se escapan de él en cuanto pueden

***

— Corres demasiado y en tus locuras te atarán las manos.

— Hoy te quiero decir algo nuevo. Algo de lo que quizás no te hayas dado cuenta. Hoy se ha unido decisivamente a nosotros la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia, cuyo solo nombre —no quieres ni oírlo, por eso te lo repito— te hace temblar. Ella que ha dado la primera vez al mundo a Jesús, está ahora trabajando silenciosamente para colocarle de nuevo en las almas que se han alejado de El. Se quiere servir de nosotros los sacerdotes: un grupo escogido de fidelísimos, preparados para inmolarse por su causa. Los está recogiendo de todas partes del mundo, sin ningún aparato organizado, es Ella misma quien les llama dulcemente a reclutarse en su Movimiento Sacerdotal. Les llama sus predilectos. Esta Madre les está trabajando con corazón de Maestra, para entrenarles en la oración, en el amor a Jesús Eucarístico, en la fidelidad total al Papa.

Ella nos ha advertido de una gran tribulación que está llegando, que pronto nos darás gran batalla. En la lucha te enfrentarás con un grupo de sacerdotes asistidos y sostenidos por Ella. Contra tantos que se han dejado seducir por tus artimañas y que has alejado de Ella, María opondrá sus sacerdotes, les revestirá de su potencia. Les hará intrépidos en la hora de la gran purificación. A ellos confía la tarea de defender el honor y la causa de Jesús y de su Iglesia; serán los que acompañarán al Santo Padre en el camino del Calvario para verle vencer por medio de la Cruz. Esta seguridad nos viene de Ella y nosotros la vivimos con alegría...

Comprendo, ¡todo sobre la falsa línea de las escenas absurdas de Fátima!..

— Precisamente, aquí en Fátima, cuando nuestra Madre bendita ha preanunciado momentos terribles para el Papa, le ha prometido además su protección especial. Ella le defenderá por medio de sus sacerdotes, hombres forjados en la oración y muy amantes de su Rosario: El arma que te huele tan mal y te da tanto miedo. Tienes un terror invencible a todo sacerdote que ora. Continuamente lo experimentas, por eso recurres a todas tus artimañas para distraerle en la oración. Ahora María está preparando no sólo a uno, sino a un ejército de sacerdotes que oran, y que son amantes del Rosario.

Esta Madre Divina no nos engaña. Nos ha advertido muy bien que la hora de la prueba vendrá y que será dura. Pero nos asegura que en el momento en que creas ser el señor del mundo y te sientas seguro vencedor, Ella misma intervendrá para arrebatarte de la mano la presa. Tú serás destronado y al final la victoria sólo será de Jesús. Jesús quiere obtenerla así para tu mayor humillación, por medio de una mujer. Y la victoria de Ella será el triunfo del Corazón Inmaculado en los países sin Dios y en todo el resto del mundo.

***

¡Qué rápido eres para desdramatizar! Espera que lance contra vosotros a mis hombres transformados en verdaderos endemoniados. Les estoy preparando y entrenando para el ataque, que será pronto, imprevisto e inenarrable

— Nosotros nos armaremos de nuestra fe y estaremos a la espera. Dios no nos dejará solos. Contaremos con la protección de su Madre

He obtenido ya de hacerles trabajar al descubierto. No creerán que son manipulados por mí. Hoy ya nadie cree en mi presencia en el mundo. Prueba a hablar de mi acción en medio a vosotros. Te cubrirán de ridículo.

— Sí, en esto eres muy hábil. Pero no todos se han dejado atrapar por tus artimañas. Existe quien cree y advierte éste tu nefasto trabajo en medio del pueblo de Dios. ¡Tenemos aún la oración de la Iglesia contra ti, y recurrimos a ella!.

¿Crees que los míos se detendrán ante cuatro perros que ladran?

— ¡Son sacerdotes de Cristo, no perros! Tú lo sabes: Quien durante su vida terrena, te arrojó de tantos pobres hombres poseídos, continúa arrojándote por medio de sus sacerdotes. Las derrotas que vas consiguiendo las conoces muy bien. Conocemos la rabia que te asalta cuando un sacerdote te barre y te ordena abandonar a las criaturas que tú has destrozado para satisfacer tu instinto maléfico. Es un poder comunicado por Cristo a sus ministros, incluyendo el mandato de ejercitarlo: «En mi Nombre arrojaréis demonios». Y nosotros los sacerdotes lo hacemos. En estos choques entre tu poder y el de la Iglesia a nosotros comunicado, el balance para ti es absolutamente un fracaso. Es una experiencia que te aplasta.

¡Retórica!..¡Retórica!..¿No ves como todo el horizonte se oscurece? Espera todavía un poco y verás como yo desencadeno un huracán... ¡Todos temblaréis como pobres hojas, y todas serán arrancadas del árbol!

— Veo que conoces bastante bien la fuerza del miedo, la potencia del terror en el doblegar a los hombres a tus deseos. La esclavitud despiadada con que dominas regiones destruidas es invención de tu genio maléfico. Dios nos conquista con el amor y nos impone un peso ligero, tú tienes a los tuyos sujetos con puño de acero y con el asombro. Para que no se te escapen, recurres a las cárceles de hierros. ¡No obra así nuestro Dios! El terror es la fuerza de tu gobierno, que es gobierno de opresión y de odio: ¡Tú mismo lo has dicho! Nosotros no tenemos ningún motivo para temer tus argumentos catastróficos de fin del mundo...

¡Estás muy seguro de ti mismo; pero verás!

— ¡Podemos temer todo de nuestra debilidad! Pero es precisamente esta debilidad la que nos hace recurrir a Quien es nuestra fuerza. Nosotros sabemos que en el cielo hay un Padre Omnipotente que nos ama: y es la revelación más tierna y exultante de Jesús. Con la fe en este amor nosotros desafiamos todos los pesimismos que puede inspirarnos la visión de un mundo tan horriblemente descompuesto por ti. Desafiamos todos los miedos que intentas insinuarnos con tus amenazas para desplomar nuestra resistencia al mal. Espíritu mezquino y malvado, ¡Dios está con nosotros! Mientras que tú eres un maldito de Dios. Nosotros tenemos fe en el amor, es esta fe la que te hace temblar, por eso recurres a todas tus artimañas para arrancársela a las almas. Para vencerlas tienes necesidad de desarmarlas

¡Cuando veáis mis milagros terroríficos...!

—Tú no puedes hacer nada más que simulaciones de milagros. Los verdaderos son el sello exclusivo de Dios. Contra El, que es el Autor de la vida, has organizado hecatombes de muertes; te complaces haciendo millones de víctimas con las guerras atómicas, con las ejecuciones en masa realizadas por los policías de estado, con los abortos que llevan a una escala ascendente que supera todos los exterminios registrados en la historia. Pero olvidas que la muerte ha sido vencida por el Autor de la vida. Al final de los tiempos se hará el balance entre las ganancias hechas por Dios y tus pérdidas.

Aquí el maligno se enfureció. Me vino a la mente la oración del exorcismo ya usada, privadamente, otras veces con éxito para liberar las almas horriblemente vejadas por el maligno. Es una oración para mi uso privado, pero que siempre he experimentado como eficaz. Es ésta:

Señor Jesús, durante tu vida mortal, siempre tuviste una inmensa piedad por las almas poseídas y atormentadas por Satanás, y jamás dejaste de liberarlas con el poder de tus palabras. Diste este mismo poder a tus discípulos y ordenaste que lo ejercitarán, diciéndoles: En mi Nombre expulsaréis demonios. Armados por este Divino mandato, confiando en la potencia de tu Nombre y en la intercesión de María, vencedora del enemigo infernal:

Yo te digo a ti, Espíritu inmundo, que dejes en paz a esta criatura de Dios: por lo tanto, te exorcizo en el nombre del Padre + que la ha creado, del Hijo + que la redimido,+ del Espíritu Santo + que la santificado. Te exorcizo en el nombre de la Bendita Virgen María + que la ha puesto bajo su custodia; en el nombre de San Miguel Arcángel + triunfador de todos los Espíritus rebeldes; y en el nombre de todos los Santos y Santas + que está alma invoca con confianza.

Te ordeno, Espíritu maldito, no yo pobre pescador, sino como sacerdote de Cristo; no por virtud mía, sino por la de Jesús vencedor de todos los enemigos infernales; no con mi poder, sino con el que me ha sido dado por la Iglesia; te ordeno salir de esta criatura de Dios e irte al infierno, preparado para ti y para tus seguidores, en el nombre del Padre +, del Hijo + y del Espíritu Santo +. Amén.

Al finalizar esta oración esperé que el Maligno diese algún signo de reacción pero no se hizo oír más. Me pareció salir de un sueño atormentado. Estaba bañado en sudor, y el alma recobró pronto dulcemente la serenidad.

Ahora en...

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