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El manifiesto del PSOE

El objeto confesado del manifiesto es ponderar la importancia de «Educación para la Ciudadanía»

El documento Constitución, laicidad y educación para la ciudadanía, que el socialista Álvaro Cuesta presentó en Málaga, es, a mi entender, un papel que apenas resiste una somera crítica dada su endeblez, y no merecería mayor atención si no fuese porque se presenta como Manifiesto del PSOE con motivo del XXVIII aniversario de la Constitución. Así considerado, el asunto ya tiene otra enjundia, porque el Partido Socialista está ahora en el poder, y sus decisiones afectan a todos los ciudadanos, lo quieran o no: no se puede escapar fácilmente de los designios del que manda.

El objeto confesado de este manifiesto es ponderar ante la opinión pública la importancia de la asignatura de «educación para la ciudadanía» que el Gobierno pretende imponer como obligatoria en la enseñanza primaria y secundaria para todos los centros públicos, concertados y centros privados. Pero el PSOE plantea la materia como una confrontación abierta con cualquier hecho religioso en general, contra lo que llama «los fundamentos monoteístas o religiosos» en particular, y contra la Iglesia católica en concreto, dado que el catolicismo es la religión de la mayoría aplastante de los españoles.

El hilo digamos argumental del manifiesto es éste: la Constitución garantiza el ejercicio de la libertad de conciencia de todos los ciudadanos; la sociedad española es hoy, gracias a la inmigración, una sociedad «multicultural»; y dado que «los fundamentalismos monoteístas y religiosos siembran fronteras entre los ciudadanos» y que «la laicidad es el espacio de Integración», se concluye que hay que afirmar y potenciar la «laicidad» del Estado, haciendo prevalecer lo que llama el «mínimo común ético constitucionalmente consagrado», que se plasma en los valores de «igualdad, libertad, justicia, pluralismo, dignidad de la persona y derechos fundamentales». Por eso se congratula de la pretensión del Gobierno de establecer la asignatura mencionada.

El profesor Andrés Ollero dejó muy bien explicado ayer, en estas mismas páginas, el alcance de algunos conceptos fundamentales presentes en el manifiesto (aunque escribió en general sin citarlo), en su artículo titulado Aconfesionalidad, laicidad, laicismo. Son unas líneas claras, comprensibles incluso por el autor del manifiesto, que acotan y precisan el significado de las palabras para que todos sepamos de qué hablamos, justo al contrario de lo que hace el papel del Partido Socialista.

Este reproche básico al manifiesto no es gratuito ni baladí, porque su redactor, a fuerza de retorcer, envilecer y prostituir los conceptos, parte de ideas grandes, nobles y aceptables por cualquiera, como libertad, dignidad de la persona, convivencia, justicia o pluralismo, para concluir paradójicamente en un ataque contra la religión, y en el elogio de una asignatura que constituye, para millones de españoles, una intromisión totalitaria e intolerable del Estado en las conciencias de los individuos, y para mayor inri, de los más jóvenes y en la época crítica de su formación.

Esta deliberada ambigüedad terminológica no es nada original: todos los dictadores, los totalitarios y los enemigos de la libertad tienen la boca llena de las palabras que designan justo lo que pretenden, y consiguen, pulverizar. Lo cual es lógico: no tendrían ningún éxito si predicasen la esclavitud, la opresión o predicasen el asesinato en masa. Lo curioso del caso es que cuando proclaman la libertad, la convivencia y la dignidad de la persona lo hacen sinceramente; los eufemismos y la retorsión de los términos aparece sin remedio cuando deciden poner los medios, y al departamento encargado de mentir lo llaman Ministerio de la Verdad, al exterminio de judíos solución final, o a la represión del hecho religioso libertad de conciencia.

A pequeña escala, por ejemplo, tenemos nuestra «Ley de Libertad Sindical», que es una norma pensada para acabar con la libertad sindical y reducir ese mundo a dos o, a lo sumo, tres organizaciones con posibilidades de sobrevivir.

El manifiesto del Partido Socialista tiene más trampas que una película de chinos, más falsedades que el examen de un ignorante y peores intenciones que la organización Spectra. Cuidado con él.

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última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=6027 el 2006-12-11 11:53:14