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¿Resurrección o Reencarnación?

Reencarnación es la creencia según la cual el alma, tras la muerte del cuerpo físico, se separa de este y pasado un tiempo indefinido se encarna de nuevo para tener otra vida, otras experiencias.

Según esta doctrina las almas pasan por ciclos de vidas y muertes. Un ser humano vive muchas vidas. Es muchas personas, muchos personajes.

Posiblemente la creencia en la doctrina de la reencarnación comenzó al querer aplicar al ser humano los ciclos que se observan en la naturaleza: el sol y la luna aparecen y desaparecen, al igual que las flores, las hojas, etc. . En la naturaleza observamos ciclos precisos. Así pensaron que el ser humano moría pero regresaba de nuevo en otro cuerpo.

Esta doctrina también es fruto del deseo humano de darle explicación a las diferencias de inteligencia, salud, talentos, fortuna, etc. de las personas. Según esta doctrina estas diferencias serían culpa o mérito por la conducta seguida en vidas anteriores. Por lo tanto se atribuye a los pobres, enfermos y desdichados malas conductas en vidas anteriores. Lo que les ocurre se lo merecen. Esto puede conducir a una pasividad de no hacer nada, puesto que están pagando su culpa.

El ser humano es dado a inventarse respuestas para aquello que no puede entender. San Antonio el Grande, el célebre abad egipcio, meditaba en el desierto: ¿por qué algunos mueren tras una vida corta mientras que otros llegan a una envidiable vejez?. ¿por qué algunos son pobres y otros ricos?. ¿Por qué los injustos se enriquecen y los justos pasan necesidad?. Oyó una voz que le respondía: "Antonio, Antonio, ocúpate de ti mismo, pues eso pertenece al juicio de Dios y a ti nada te aprovecha saberlo".

La reencarnación como doctrina está vinculada al concepto de Karma, según el cual cada uno paga por su buen o mal comportamiento en sus próximas reencarnaciones. El alma de quien haya acumulado un buen karma reencarnará en un ser superior, con buenas condiciones de vida. Quien tenga un mal Karma encarnará como un ser con un destino mediocre e incluso muy malo. El alma a través de las sucesivas reencarnaciones se va perfeccionando hasta purificarse por completo y no necesitar de nuevas vidas. Entonces se sumerge para siempre en la eternidad.

Esta doctrina considera que el alma es eterna pero no la persona. El alma habita en un cuerpo, y cuando este se desgasta se consigue otro.

La creencia en la reencarnación se origina en la India en el siglo VII antes de Cristo. Eso significa que no es tan antigua como la fe de los judíos, sumerios, egipcios, persas y chinos. Ninguno de esos pueblos creía en la reencarnación. Por eso edificaron magníficas tumbas.

El Budismo aparece en la India en el siglo V antes de Cristo y adoptó esta creencia. Más tarde pasó a Grecia y Roma. Algunos cultos también adoptaron esta explicación humana a los problemas que no podían entender. Tuvo adeptos entre algunos filósofos griegos. En nuestros tiempos se encuentra entre las enseñanzas de las sociedades teosóficas, anroposóficas, grupos ocultistas, algunas sociedades "iniciáticas", los gurús indios, los psíquicos -mediums- y entre los adeptos del llamado movimiento "new Age", Nueva Era, el cual ha importado muchas creencias orientales.

Algunas personas, para extender estas creencias, malinterpretan la Biblia y dicen que esta apoya la reencarnación.

La religión judía, durante mucho tiempo, no tuvo una clara doctrina sobre lo que sucede tras la muerte. Ciertamente no enseñaba la doctrina de la reencarnación. Es incompatible con la revelación que Moisés y los profetas habían recibido de Dios.

Job le dice a Dios: "Apártate de mi. Así podré sonreír un poco antes de que me vaya para no volver, a la región de las tinieblas y de las sombras" -Job 10, 21-22-

Sabiduría 16, 14: " El hombre, en su maldad, puede quitar la vida, es cierto; pero no puede hacer volver al espíritu que se fue, ni liberar el alma arrebatada por la muerte".

2 Samuel 14,14. "Todos tenemos que morir, y seremos como agua derramada que ya no puede recogerse."

2Samuel 12.22-23 "Mientras el niño vivía, yo ayunaba y lloraba. Pero ahora que está muerto ¿para que voy a ayunar? ¿acaso podré hacerle volver?. Yo iré hacia él, pero él no volverá hacia mi".

Aproximadamente 200 años antes de Cristo se introduce en el judaísmo la fe en la resurrección, doctrina incompatible, a mi juicio, con la de la reencarnación.

La doctrina de la resurrección enseña que después de la muerte la persona vive pero no en la tierra sino con Dios en la eternidad. Aparece por vez primera en Daniel 12,2: "La multitud de los que duermen en la tumba se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la vergüenza y el horror eterno".

Aparece por segunda vez en en 2Mac 7,9. El rey Antioco IV de Siria quiere obligar a siete hermanos fieles a la ley judia, por medio de tortura, a abandonar su fe. Al morir el segundo dijo al rey:"Tu nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros nos resucitará a una vida eterna. El séptimo al morir dijo: " Mis hermanos, después de haber soportado una corta pena, gozan ahora de la vida eterna." -2Mac 7,36-.

La doctrina del Nuevo testamento es incompatible con la reencarnación. El nuevo testamento enseña que tras la muerte y pasado algún tiempo NO se regresa a otra vida en la tierra sino que pasamos enseguida al purgatorio, un estado temporal, o bien a un estado definitivo de unión con el Creador. Nuestro cuerpo físico volverá al polvo hasta el día de la resurrección, cuando de nuevo cobrará vida como cuerpo-espiritualizado con propiedades nuevas.

El buen ladrón desde la cruz pidió a Jesús: "Acuérdate de mi cuando vayas a tu reino". Jesús le responde: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" -Luc 23, 43-. Está claro que el "buen ladrón no regresa a la tierra para pagar su karma por haber sido ladrón. Va directo al cielo, por el perdón recibido de Jesús.

Filipenses 1, 23-24: " me siento apremiado por los dos lados. Por una parte quisiera morir para estar ya con Cristo. Pero por otra es más necesario para ustedes que yo me quede aún en este mundo". San Pablo sabía que al morir no regresaría con otra vida al mundo sino que estaría de modo definitivo con Cristo.

1 Cor 15, 42,44 "En la resurrección de los muertos se entierra un cuerpo corruptible y resucita uno incorruptible, se entierra un cuerpo humillado y resucita uno glorioso, se entierra un cuerpo débil y resucita uno fuerte, se entierra un cuerpo material y resucita uno espiritual".

Hebreos 9.27 . sintetiza las enseñanzas de Cristo al respecto: está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio".? Más claro agua.

Unos de los pasajes bíblicos que pretenden acumular la doctrina de la reencarnación a Jesús es Mateo 11,14: "Y si queréis admitirlo, él -Juan Bautista- es Elias, el que iba a venir". Jesús habla aquí de que el espíritu profético de Elias -no su cuerpo ni su alma-continua en San Juan Bautista.

Que se refiere al espíritu profético y no al cuerpo físico de Elías se deduce de Lucas 1,17 "e irá delante de él con el Espíritu y el poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al señor un pueblo bien dispuesto"

Vemos en la transfiguración en el Tabor como junto a Jesús se aparece Elias y Moisés. Ya muerto Juan el Bautista, si efectivamente este era Elias se hubiese aparecido como Juan que era su última vida. Más de eso nada.

El mismo Juan el Bautista negó explícitamente ser Elias:

Jn 1, 21: " Y le preguntaron: ¿qué pues? ¿Eres tu Elías?. El dijo: "no lo soy".¿eres tu el profeta?. Respondió "NO".

Diferencias principales entre la doctrina de Cristo y la Reencarnación.

La fe cristina se fundamenta en la resurrección de Jesucristo.

El alma humana no pierde su identidad absorbiéndose en el Cosmos. Nuestros cuerpos no serán ni reciclados ni aniquilados. El destino final del ser humano es la resurrección para el gozo de la vida eterna con Dios o su separación para aquellos que tan siquiera desean ser perdonados.

Es cierto que algunas religiones y algunos mitos cuentan relatos de dioses que mueren y resucitan, lo cual encierra una profunda verdad relacionada con el proceso evolutivo real de las personas. Pero a Cristo lo mataron y resucito realmente. Los judíos no esperaban un mesías que muriera y resucitará. Algunos tenían la esperanza de resucitar, pero no con cuerpos gloriosos -cuerpo espiritual- sino con una resurrección análoga a la de Lázaro - Is. 26, 19. Ez 37.10 Dn 12.2-.

Algunas filosofías y religiones han creído en la reencarnación o en la inmortalidad del alma apartada del cuerpo. La fe, basada en la resurrección real de Cristo tan sólo se da en el cristianismo.

El Dios de la revelación jadeó-cristiana es personal, es trino. El cristianismo es una religión relacional basada en el amor. En las religiones orientales se le percibe como el Todo Cósmico.

Un Dios impersonal no ama, no es padre. Entonces Los hombres no somos hermanos. Según los partidarios de la reencarnación los pobres son culpables de su miseria por conductas inadecuadas en otras vidas. Son una casta baja. Jesús no solo nos enseña el amor a los pobres sino que el mismo se hizo pobre por darnos ejemplo.

En el cristianismo el mal no es vencido por cada individuo expiando sus pecados en sucesivas reencarnaciones. Cristo inaugura un nuevo tiempo en el que se deja claro la ley del amor y del perdón y la metodología de vida -sermón de las Bienaventuranzas, etc- y su propio sacrificio -significado profundo de su muerte en la cruz y derramamiento de sangre- para la salvación de cada persona. La salvación queda configurada como la suma del trabajo personal de profundo arrepentimiento, metanoia, muerte y resurrección en el proceso evolutivo personal y la influencia real del sacrificio de Cristo, que nos viene dada como un don.

El camino crístico sigue unas etapas concretas que difieren de los orientales. La vía purgativa, unitiva e iluminativa pasa por conocer y vivir las enseñanzas de Cristo, que es camino, verdad y vida, y por la intercesión del Espíritu Santo llegar a Dios por medio de Cristo.

El concepto judeo-cristiano del tiempo y de la relación de Dios con el tiempo es del todo diferente. El tiempo para el cristiano no es un ciclo sin fin. Es lineal, teniendo un principio y un fin en una espiral ascendiente. Dios es el Creador y señor del tiempo. Lo que verdaderamente existe es la eternidad, un tiempo sin tiempo. Eternidad es igual a atemporalidad. El génesis nos habla del principio del tiempo. El Apocalipsis del final del tiempo.

El evangelio del amor y del perdón sobrepasa la enseñanza determinista y de un juez inexorable en la doctrina reencarnacionista.

Esotéricos, ocultistas, muchos miembro de las llamadas sociedades inicíaticas, confían - para mi erróneamente- en sus propias fuerzas. Y lo más importante no están dispuestos a seguir un camino que implica:

Tomar conciencia clara de aquellos aspectos del alma que nos alejan de la unidad: con uno mismo, con el prójimo, con los semejantes y con el Creador.

Arrepentirse en profundidad, de verdad, de la conducta seguida hasta ese momento, sentir dolor, y tomar la firme resolución de enmendar la conducta para evitar el apartarse de nuevo del Camino y de la Verdad.

Perdonarse - es quizás lo más difícil- y perdonar. Haciendo el análisis necesario para comprender en profundidad el porque de nuestra conducta o la de los demás.

Reparar las pérdidas y daños ocasionados por nuestras malas acciones - palabras, hechos, omisiones, etc.- Reparar con la ayuda del cielo ofreciendo oración, sacrificios, actos de amor.

Todo este proceso, nada fácil, se denomina Metanoia, palabra griega que significa un cambio radical -con la ayuda de Cristo- en la mente, en el corazón y en la conducta. Es el movimiento interior que surge en toda persona que de verdad se encuentra con Cristo.

Una vez la Metanoia en marcha se vivencia un proceso que ha de conducir a una total transformación, lo cual implica la extinción del egoísmo con sus múltiples disfraces -muerte del yo- para resucitar siendo otro totalmente nuevo.

En este proceso no son suficientes las propias fuerzas. Mediante la oración y el influjo de los sacramentos a la persona se le infunde lo que la tradición denomina la gracia, el impulso necesario para llegar a buen puerto.

En todo este proceso al cristiano se le aplica la LEY DEL AMOR Y DEL PERDON, la ley de la nueva Dispensación. Muy diferente a la Ley del Karma y reencarnación.

En la obra de la redención cobra especial importancia el papel de María -Sophia- como queda expuesto en el excelente trabajo de Jean Tourniac Resurrección y maternidad virginal.

Como resumen de lo expuesto diré que cada cual saque sus conclusiones. No pretendo dogmatizar sino exponer mis convicciones. Lo que si está claro para mi es que la doctrina de la reencarnación no forma parte de las enseñanzas de Cristo, por mucho que se empeñen todos los esotéricos, aunque se llamen cristianos, que pululan por el mundo. Cristo, por medio de su pasión, muerte y resurrección nos ha liberado de la rígida ley del Karma. Es lo que muchos que se dicen cristianos no entienden en profundidad.

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