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Filostorgio

Filoslorgio había nacido, hacia el 368, en Boriso (en la Cappadocia Secunda), pero a la edad de veinte años marchó a Constantinopla, donde pasó la mayor parte de su vida. Aunque seglar, fue adepto y ardiente admirador de Eunomio (cf. supra, p.321).

Estando en Constantinopla, entre los años 425 y 433, publicó una Historia eclesiástica en doce libros, que cubren el período 300-425, aparentemente como una continuación de Eusebio, pero en realidad como una tardía apología del arrianismo extremista de Eunomio. Focio describe así (Bibl. cod. 40) su extensión, contenido, estilo y tendencias:

Se leyó la llamada Historia eclesiástica de Filostorgio el arriano. Hace narraciones que son contrarias a casi todos los historiadores eclesiásticos. Ensalza a todos los arrianos, insulta con ultrajes a los ortodoxos, de suerte que su historia no parece historia, sino alabanza de herejes y simple censura y ataque de los ortodoxos. Su estilo es elegante y emplea, sin causar tedio y con gracia, voces poéticas. El uso de fisuras en forma expresiva convierte su lectura en agradable y placentera; sólo que a veces las exagera y las fuerza demasiado, haciéndose frío e inoportuno. Sabe adornar su lenguaje con variedad, hasta con exceso, así es que el lector se ve arrastrado a obscuridades que no siempre son agradables. En muchas ocasiones da también máximas por cuenta propia. Empieza su historia a partir del momento en que Arrio empezó a prestar atención a la herejía hasta que fue llamado nuevamente el impío Aecio. Este Aecio fue removido de su ministerio por sus mismos compañeros herejes, porque los superó en impiedad, como lo cuenta el mismo Filostorgio contra su voluntad. Volvió a llamarle el impío Juliano y le recibió amigablemente. Su historia, que comprende un volumen en seis libros, llega hasta este período. El autor es un mentiroso y no se abstiene de usar fábulas. Alaba principalmente por su doctrina a Aecio y a Eunomio, por ser los únicos que purificaron las doctrinas de la fe que se habían contaminado con el tiempo, mintiendo enormemente. Por sus maravillosas obras y por sus vidas ensalza a Eusebio de Nicomedia, a quien llama el Grande; a Teófilo el Indio y a otros muchos. Censura la intolerable severidad y la invencible picardía de Acacio, obispo de Cesarea, en Palestina; dice de él que con esto se impuso a todos, tanto a los que pensaban como él, aunque se odiaran mutuamente, como a los que eran partidarios de ideas contrarias. Esto es lo que leímos. Después de no mucho tiempo se encontraron otros seis libros en otro volumen, de manera que la obra completa se compone de doce libros. Si se juntan las letras iniciales de cada libro, forman el nombre de Filostorgio. Llega hasta los años de Teodosio el Joven y se detiene cuando, muerto Honorio, Teodosio entrega el cetro de Roma a su primo Valentiniano el Joven, hijo de Constancio y Placidia.

A pesar de su fanatismo contra los ortodoxos, Filostorgio no se atrevió a atacar a Gregorio el Teólogo [Nacianceno], sino que alaba su doctrina, aun contra su voluntad. En cambio, trató de calumniar a Basilio el Grande, con ello no hizo otra cosa que acrecentar su fama. Se vio forzado por la misma evidencia a reconocer el vigor y 1 belleza de su oratoria en los panegíricos, aunque tímidamente le llama temerario e inexperto en las controversias, porque osó atacar los escritos de Eunomio.

Además de este interesante informe, Focio publicó por separado un Epítome, una serie de extractos entresacados de los doce libros. Como la obra de Filostorgio ha desaparecido, este Epítome sirve de esqueleto para su reconstrucción. Se conserva en varios manuscritos, cuyo arquetipo es el Cod. Barocc. 142, del siglo XIV. Fragmentos aislados se conservan también en la Passio Artemii, compuesto por Juan de Rodas en el siglo IX; en Suidas y en la Vita Constantini, que se encuentra en el Cod. Angelicus 22 y fue editada por Opitz; otros .fragmentos aún, en el Thesaums orthodoxae, fidei de Nicetas Acominatus y en dos epigramas de la Anthologia Palatina. Estos residuos demuestran que Filostorgio se valió de muy buenas fuentes, que ya no existen, en especial de documentos de origen arriano, que proporcionan valiosísima información para la historia de esta controversia y de sus personalidades principales. Por esta razón, la pérdida del texto completo es de lamentar, a pesar de su parcialismo y de sus inexactitudes.

Uno de los fragmentos revela que Filostorgio había escrito antes una Refutación de Porfirio y un Encomio sobre Eunomio, de los que no sabemos otra cosa.

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