conoZe.com » Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (II): La edad de oro de la literatura patrística griega » 4. Los Escritores de Antioquía y Siria

Severiano de Gábala

Mayor importancia que Acacio y Antíoco tuvo Severiano, obispo de Gábala, en Siria (cerca de Laodicea). Era de un carácter más bien apasionado y estaba orgulloso, y hasta casi arrogante, por su talento de orador. Se granjeó cierta popularidad con sus sermones de circunstancias en la capital y consiguió consolidar su influencia en los círculos imperiales, especialmente con la emperatriz Eudoxia. Sus relaciones con Crisóstomo, que en un principio fueron amistosas, se trocaron bien pronto en concentrada hostilidad. Jugó un papel sobresaliente en Constantinopla en los acontecimientos que desembocaron en el sínodo de la Encina el 403 y defendió desde el pulpito la deposición de Crisóstomo (Sócrates, Hist. eccl. 6,16; Sozomeno, Hist. eccl. 8,18). Paladio (Dial. 11) estaba convencido de que él fue el responsable del traslado del patriarca desterrado desde Cúcuso a Pitio. Murió después del 408.

Es particularmente importante como exegeta de la escuela antioquena estricta. Defensor ardiente de la fe nicena en contra de. herejes y judíos, le falta originalidad y le sobra rencor. Su concepción del mundo es simplista y nada científica, ya que no duda en interpretar literalmente aun las imágenes más audaces de la poesía del Antiguo Testamento y en utilizarlas como fuentes para la historia natural.

Sus Escritos.

Genadio (De vir. ill. 21) hace esta descripción de Severiano: "Severiano, obispo de la iglesia de Gábala, era conocedor de las Sagradas Escrituras y un predicador admirable de homilías. Por esta razón, el obispo Juan y el emperador Arcadio le invitaban frecuentemente a predicar sermones en Constantinopla. He leído su Exposición de la Epístola a los Gálatas y un librito muy atrayente Sobre el bautismo y la fiesta de Epifanía. Murió durante el reinado de Teodosio, hijo suyo por el bautismo."

El comentario a los Gálatas ha desaparecido, pero se conservan unas treinta homilías, las más entre las obras de San Juan Crisóstomo, a quien él persiguió sin tregua.

1. En griego se conservan catorce sermones, entre ellos, los más importantes, las Orationes sex in mundi creationem, seis homilías sobre el Hexaemeron (PC 56,429-500). Aunque han llegado a nosotros con el nombre de Crisóstomo, en realidad pertenecen a Severiano, como lo atestiguan Cosme Indicopleustes (Topogr. Christ. I 10: PG 88,417ss) y numerosas citas que se encuentran en las catenae bíblicas. Las pronunció durante la cuaresma, siguiendo una costumbre litúrgica, y continúan teniendo valor como fuente para conocer la visión que del universo tenían los antioquenos. No se conoce la fecha exacta. Otras dos homilías, que guardan parecido con la serie sobre el Hexaemeron, se encuentran solamente en la edición de Savile. Tratan de Adán y del árbol del conocimiento. Los otros sermones son: Hom. in illud Abrahae dictum Genesis 24,2 (PG 56,553-564), Hom. de serpente quem Moyses in cruce suspendit (PG 56,499-516), Hom. in dictum illud Matth. 21,23 (PG 56,411-428), Hom. de ficu arefacta (PG 59,585-590), Hom. de sigillis librorum (PG 63,531-544).

La Homilía de pace, que pronunció Severiano el año 401 después que Eudoxia se había reconciliado temporalmente con Crisóstomo, en Migne (52,425-8) se encuentra solamente en latín y en estado fragmentario. El texto original griego completo lo editó A. Papadopulos-Kerameus en 1891.

Sigue siendo objeto de duda la autenticidad de otros dos discursos que se conservan en griego, especialmente la del Sermo in dedicatione pretiosae el vivificae crucis.

No hace mucho B. Marx atribuyó a Severiano doce homilías más, que se encuentran entre las obras de Crisóstomo, algunas de ellas incompletas.

En siríaco, copto y árabe se conservan otros sermones; pero su autenticidad no ha sido demostrada aún fuera de duda.

2. En las catenae bíblicas se conservan fragmentos de un Comentario a todas las epístolas de San Pablo. Demuestran la existencia de dos recensiones diferentes: una de ellas cita a Pablo textualmente; la otra, parafraseando. Esta gran obra exegética le muestra como un discípulo de Diodoro de Tarso. Severiano no se limita a interpretar el texto, sino que plantea discusiones teológicas, en especial acerca de la Trinidad. Con frecuencia se enzarza en polémicas con los herejes, como Sabelio, los docetas, los valentinianos, marcionitas, apolinaristas. Es muy notable su enérgica oposición a la veneración de los ángeles, que pone en peligro el puesto central que ocupa Cristo en la Iglesia y en el universo. Acusa especialmente a los cristianos convertidos del paganismo por sustituir con ángeles a los dioses paganos que adoraron antes y por considerar a aquellos como mediadores entre Dios y la creación. Contra estas tendencias afirma él con énfasis que no hay más que un solo Mediador, Cristo.

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