conoZe.com » Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (II): La edad de oro de la literatura patrística griega » 4. Los Escritores de Antioquía y Siria » Eusebio de Cesarea » Sus Escritos

4. Obras Bíblicas y Exegéticas

Eusebio merece especial encomio por sus esfuerzos en preparar una edición segura de la Biblia. Ayudado por su amigo Pánfilo, copió los Setenta de Orígenes (la quinta columna de los Hexapla) como obra aparte, con las variantes de otras versiones al margen. La historia del texto crítico del Antiguo y Nuevo Testamento está íntimamente ligada a su nombre y al de su amigo; no pocos manuscritos que existen de la Biblia remontan a códices que transcribieron ellos. Cuando necesitó cincuenta copias para las iglesias de Constantinopla, Constantino recurrió a Eusebio. El emperador le encomendó el trabajo por medio de una carta:

Con la ayuda de la providencia de Dios, nuestro Salvador, son muchísimos los que se han incorporado a la santísima Iglesia en la ciudad que lleva mi nombre. Parece rece, pues, muy conveniente que, respondiendo al rápido progreso de la ciudad bajo todos los aspectos, se aumente también el número de iglesias. Escucha, por tanto, de buen grado lo que he decidido hacer. Me ha parecido conveniente manifestar a tu prudencia que encargues cincuenta códices de las Sagradas Escrituras. Tú sabes que la provisión y el uso de las Escrituras son muy necesarios para la instrucción de la Iglesia; que los escriban copistas profesionales, prácticos en su arte, sobre pergaminos preparados al efecto, de manera que se puedan leer y transportar de una parte a otra sin dificultad. El Católicus de la diócesis ha recibido instrucciones de nuestra Clemencia para que cuide de proporcionar todo lo necesario para la preparación de los ejemplares. Dependerá de tu diligencia el que estén terminados con la mayor rapidez posible (Vita Const. 4,36).

1. Los cánones evangélicos

Eusebio introdujo una innovación importante en los manuscritos de los evangelios. Se trata de un sistema para formar una especie de armonía de los evangelios, mostrando qué pasajes de un evangelio tienen lugares paralelos en los demás evangelios. Le explica a Carpiano por carta todo el sistema; le dice que la idea se la sugirió la Armonía o Secciones de los evangelios de Ammonio de Alejandría (cf. vol.1 p.398), que dispone los evangelios en cuatro columnas paralelas. El desarrolló el plan de Ammonio, tratando de superar la desventaja de su sistema, que solamente permitía leer de seguida el evangelio de San Mateo.

Dividió, en primer lugar, los evangelios en pequeñas secciones, que numeró sucesivamente. Preparó luego una tabla de diez cánones, cada uno de los cuales contenía una serie de pasajes en el siguiente orden: canon I, pasajes comunes a los cuatro evangelios; II, pasajes comunes a los sinópticos; III, pasajes comunes a Mateo, Lucas y Juan; IV, pasajes comunes a Mateo, Marcos y Juan; V, pasajes comunes a Mateo y Lucas; VI, pasajes comunes a Mateo y Marcos; VII, pasajes comunes a Mateo y Juan; VIII, pasajes comunes a Lucas y Marcos; IX pasajes comunes a Lucas y Juan; X, pasajes peculiares de cada uno de los evangelios: primero, los de Mateo; segundo, los de Marcos; tercero, los de Lucas, y cuarto, los de Juan. Estas tablas, usadas en combinación con los números de las secciones en el texto de los evangelios, permiten al lector descubrir de un vistazo los pasajes paralelos. El sistema pasó a los manuscritos siríacos y latinos y se conoció con el nombre de Cánones eusebianos o Secciones eusebianas. San Jerónimo lo adoptó para su Vulgata y lo explica en su carta al papa Dámaso.

2. Onomasticon

El Onomasicon es un diccionario geográfico de los lugares bíblicos, con una lista en orden alfabético de todos los nombres de lugares que aparecen en la Biblia, junto con una descripción geográfica e histórica de cada localidad y su designación en tiempo de Eusebio. Fue muy estimado por los escrituristas de Oriente, y no gozó de menor reputación en el Occidente, donde se conoció por una traducción latina de Jerónimo, que introdujo algunas mejoras en forma de correcciones y adiciones. Se conservan tanto el original griego como la versión latina. Ambas constituyen aun hoy día una fuente importantísima para la topografía de Tierra Santa.

El Onomasticon no es más que la cuarta parte de una obra más extensa sobre geografía bíblica, que Ensebio compuso por sugerencia del obispo Paulino de Tiro. Como éste murió el año 331, es de suponer que lo compusiera antes de esa fecha. Las tres primeras secciones ya no existen. Se daba en ellas: 1) una interpretación de los términos etnológicos de las Escrituras hebreas en griego; 2) una topografía de la antigua Judea con las herencias de las doce tribus; 3) un plano de Jerusalén y de su templo, acompañado de informaciones sobre diversas localidades. Eusebio hace mención de estas tres partes en el prólogo de su Onomasticon, y Jerónimo en la introducción a su versión latina.

3. Preguntas y respuestas sobre los evangelios

Esta obra comprendía dos partes. La primera, titulada Preguntas y respuestas sobre los evangelios dirigidas a Esteban, constaba de dos libros y discutía las discrepancias que existen en las narraciones de la infancia. La segunda. Preguntas y respuestas sobre los evangelios dirigidas a Marino, comprendía solamente un libro. El autor declara que, habiendo tratado va. en la primera parte, de las dificultades que presenta el comienzo de los evangelios, pasa ahora a las discrepancias que se encuentran al final, en las narraciones de la resurrección. Ambas partes han desaparecido, fuera de algunos fragmentos griegos y siríacos. Sin embargo, un epítome, descubierto y publicado por Mai (reeditado PG 22,879-1006), nos suministra valiosa información sobre el contenido del original. Toda la obra representa una contribución importante a la crítica bíblica.

En su exégesis, Eusebio seguía a la escuela de Alejandría. Al igual que Orígenes, escribió voluminosos comentarios sobre los libros del Antiguo Testamento. No hay indicios de que hiciera otro tanto con los del Nuevo Testamento.

4. Comentario sobre los Salmos

Su obra exegética más importante parece haber sido su extenso Comentario sobre los Salmos, que gozó de gran reputación entre los escritores de la era patrística por su erudición y acumen crítico. Fue traducido al latín dos veces, una por Hilario de Poitiers y la otra por Eusebio de Vercelli; el primero suprimió los pasajes heréticos (jerónimo, De vir. ill. 81; Ep. 61.2: 112,20). De estas dos versiones no queda nada; en cambio, del original se han conservado extractos tan extensos que quizás se pueda hacer algún día una reconstrucción completa del texto. Montfaucon, por eiemplo, publicó un comentario seguido a los salmos 51-95 y los fragmentos tomados de las catenae a los salmos 1-50 y 96-118 (PG 23,65s). El cardenal Mai editó los fragmentos de las catenae a los salmos 119-150 (PG 24,9s). Lo que Pitra publicó como citas de Eusebio es de autenticidad muy dudosa. En cambio, G. Mercati descubrió en catena de la Biblioteca Ambrosiana de Milán unos fragmentos importantes de los salmos 96-100. Este comentario fue, al parecer, uno de los últimos escritos de Eusebio, aunque, en el estado actual de nuestra información, no se puede determinar la fecha exacta. Los fragmentos dan a entender que la obra completa debió de ser de proporciones gigantescas.

5 Comentario a Isaías

Jerónimo menciona (De vir. ill. 81) un Comentario sobre Isaías en diez libros, pero en el prólogo a su propio Comment. in Isaiam habla de esta obra de Eusebio como si constara de quince libros. Cuando se refiere nuevamente a él (Comment. in Is. 1,5 praef.: 1,5 ad Is. 18,2), añade que Eusebio prometió en el título una exposición histórica, pero muchas veces olvida su promesa y desemboca en el alegorisrno de Orígenes. Durante largo tiempo se creyó que la obra estaba perdida completamente, fuera de un gran número de fragmentos considerables de las catenae, que fueron recogidos por Montfaucon (PG 24 89-526). Comparando cuidadosamente esta colección con los manuscritos de catenae Chig. R VIII 54, Ottob. gr. 452, Vat gr. 1153 de la Biblioteca Vaticana y con las ediciones de los comentarios a Isaías escritos por Basilio Magno (cf. supra p.229), Cirilo de Alejandría (cf. supra, p.126) y Teodoreto de Ciro (cf. infra, p.566), R. Devreesse pudo demostrar que Montfaucon publica como de Eusebio muchos fragmentos que en realidad pertenecen a otros comentaristas y omite otros muchos que los mencionados manuscritos de catenae atribuyen a Eusebio. Por su parte, A. Moble descubrió que el Comentario sobre Isaías de Eusebio está casi completo en el margen de un manuscrito de Florencia, Bibl. Laur. Plut. XI 4, y que su volumen es dos veces mayor que todos los fragmentos de catenae juntos. Este texto recientemente descubierto prueba: 1) que Eusebio depende de Orígenes, cuyo Comentario sobre Isaías cita siete veces, y 2) que hizo su exégesis a base de los Setenta de los Hexapla, mientras que el texto bíblico de Montfaucon es el de la Sixtina.

6. La poligamia y las familias numerosas de los patriarcas

En su Demonstratio Evangélica (1,9,20), Eusebio hace esta observación: "Si es que existe alguna cuestión sobre las familias de Abrahán y Jacob, se encontrará una extensa discusión en el libro que escribí sobre la poligamia y las familias numerosas de los antiguos hombres de Dios." Alude también a la misma obra en Praeparatio 7,8,29. Basilio el Grande (De Spiritu Sancto 29,72) cita de ella un pasaje, pero la llama "Dificultades a propósito de la poligamia de los antiguos." El contraste que existe entre el concepto cristiano del matrimonio y la vida de los antiguos patriarcas exigía una interpretación que explicara la libertad que refleja el Génesis, para poder contestar a la crítica de los adversarios. El tratado se ha perdido.

7. Sobre la Pascua (Περί της του πάσχα εορτής)

Eusebio nos informa en su Vita Constantino 4,34 que el emperador le había escrito personalmente "acerca de la santísima fiesta de Pascua." La ocasión que motivó esta carta fue el tratado Sobre la Pascua que el propio Ensebio había dedicado a Constantino: "Porque yo mismo le había dedicado a él una explicación mística de la fiesta" (ibid.)·De estas palabras deduce que Eusebio había dado una explicación del significa de típico de la Pascua de los judíos y su cumplimiento en la fiesta de la Pascua cristiana. Sin embargo, la carta en que el emperador le agradecía a Eusebio su envío da a entender que también trataba de la controversia pascual, pues escribe el emperador:

Es, en verdad, tarea difícil y superior a las posibilidades del lenguaje el tratar dignamente de los misterios de Cristo y explicar de manera adecuada la controversia relativa a la fiesta de la Pascua, su origen y sus realizaciones laboriosas y útiles. Porque el describir las cosas de Dios no está al alcance ni siquiera de aquellos que son capaces de comprenderlas. No obstante, te admiro sobremanera por tu saber y celo; he leído tu obra con gusto y he dado órdenes, conforme a tu deseo, para que sea transmitido a muchos que profesan sinceramente nuestra santa religión (Vita Const. 4,35).

La obra completa, por desgracia, ya no existe, pero la catena sobre Lucas de Nicetas de Heraclea conserva un fragmento bastante extenso, que fue publicado primeramente por el cardenal Mai y reeditado luego por Migne (PG 24,693-706). Contiene doce capítulos consagrados a discutir la naturaleza de la fiesta anticotestamentaria y de su réplica cristiana, la decisión tomada por el concilio de Nicea sobre la cuestión pascual y las razones para no celebrar la Pascua cristiana en la fecha de la Pascua judía. Sabemos (De solemnitate paschali 8) que una cuarta parte de los miembros del concilio de Nicea, poco más o menos, seguían la costumbre antioquena y que Constantino habló a la asamblea sobre esta cuestión, naturalmente en el mismo sentido que en su carta a las iglesias de Oriente, es decir, que era indecoroso para los cristianos celebrar la fiesta de la Pascua conforme a las costumbres de los judíos y también celebrarla en días distintos en las diferentes iglesias (Vita Const. 3,19). La práctica a que aludía la decisión del concilio no era la de los cuartodecímanos (cf. vol.1 p.82s.232.235), sino la de los llamados protopasquitas. Muchas iglesias, especialmente de Siria, Mesopotamia y de parte de Cilicia, celebraban invariablemente la Pascua el domingo siguiente al 14 de Nisán de los judíos. Las iglesias restantes del Oriente seguían el cálculo alejandrino, de la misma manera que las iglesias de Occidente aceptaban la fecha de Roma. Los dos últimos sistemas, si bien se basaban en ciclos pascuales distintos (cf. vol.1 p.404.467.644s), seguían el mismo principio, que ignoraban los judíos, es decir, que el plenilunio de la Pascua nunca podía ocurrir antes del equinoccio de primavera. De esta manera, los años en que el domingo después de la Pascua judía ocurriera antes del equinoccio, Antioquía y Alejandría celebrarían la Pascua con un mes de diferencia. Por eso se lamentaba Constantino: "¡Qué doloroso e impropio es que en los mismos días unos se dediquen a ayunar y otros celebren banquetes y que, pasados los días de Pascua, unos asistan a fiestas y diversiones, mientras otros están cumpliendo el ayuno prescrito!" (Vita Const. 3,18). Narra Eusebio (De solemnitate paschali 8) que, como resultado de las discusiones del concilio, "los sirios se sometieron" y consintieron en seguir la costumbre que predominaba fuera del patriarcado de Antioquía. En el capítulo 7, el autor hace una hermosa declaración acerca del santo sacrificio de la Misa como banquete pascual de la nueva alianza. La fecha de composición de este tratado postniceno es, probablemente, anterior a los tricennalia del emperador (335).

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