conoZe.com » Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (I): Hasta el Concilio de Nicea » II: La Literatura Antenicena Después de Ireneo » 1. Los Alejandrinos

Pedro de Alejandría

Pedro fue elevado a la silla de Alejandría hacia el año 300, seguramente después de haber sido director de la escuela catequética de aquella ciudad. Abandonó su diócesis durante la persecución de Diocleciano y murió mártir hacia el año 311. Eusebio le dedica un elogio muy grande:

Después que Teonas ejerció el ministerio durante diecinueve años, le sucedió Pedro en el episcopado de Alejandría. También éste se distinguió de una manera especial durante doce años enteros; no hacía todavía tres años que regía la iglesia, cuando empezó la persecución; durante el resto de sus días llevó una vida de severa ascesis y se ocupó, sin disimulo, del bien general de las iglesias. Por esta razón, el año noveno de la persecución fue decapitado y se vio condecorado con la corona del martirio (Eusebio, Hist. eccl. 7,32.31).

En su ausencia, Melecio, obispo de Licópolis, invadió su iglesia y las diócesis de cuatro obispos más que habían sido encarcelados durante la persecución. Se arrogó todos los derechos episcopales, como ordenar, etc. En un sínodo celebrado en Alejandría el año 305 ó 306, Pedro depuso al usurpador "después de haberle declarado reo de muchos crímenes, especialmente de haber sacrificado a los dioses" ( ATANASIO, Apol. c. Arianos 59). Melecio provocó entonces el cisma que lleva su nombre, y que duró varios siglos. Se constituyó en campeón del rigorismo y fundó "la iglesia de los mártires." El concilio de Nicea tampoco logró la reconciliación de esta secta. Arrio, que era también meleciano, halló entre los adeptos de esta secta sus discípulos más fervientes.

Sus Escritos.

Eusebio no dice nada de los escritos de Pedro, probablemente porque éste era antiorigenista. Por desgracia, quedan tan sólo pequeños fragmentos de sus cartas y tratados teológicos.

1. Sobre la divinidad (Περί Θεοτητος)

Las actas del concilio de Efeso (431) contienen tres citas de la obra de Pedro Sobre la divinidad. Según estos fragmentos, Pedro escribió esta obra para probar, contra el subordinacionismo, que Jesucristo es verdadero Dios. "El Verbo se hizo carne," dice uno de los fragmentos, "y fue hallado semejante y un hombre, pero sin haber abandonado su divinidad."

2. Sobre la venida del Salvador (Περί τής σωτήροιας ημών Επιδημία)

Leoncio de Bizancio cita un pasaje del tratado de Pedro Sobre la venida del Salvador, que subraya las dos naturalezas en Cristo:

Estas cosas y otras semejantes, y todas las señales que mostró, y sus milagros, prueban que era Dios hecho hombre. Ambas cosas, pues, se demuestran: que era Dios por naturaleza y que era hombre por naturaleza (LEONT., Contra Néstor, et Eutych. 1).

Es posible que este tratado sea el mismo tratado Sobre la divinidad.

3. Sobre el alma.

El mismo Leoncio cita, en su obra Contra los monofisitas, dos pasajes del primer libro de un escrito de Pedro en el que combatía la doctrina origenista de la preexistencia del alma y de su encarcelamiento en el cuerpo por un pecado cometido anteriormente. El autor dice "que el hombre no fue formado por la unión del cuerpo con cierto tipo preexistente. Pues si la tierra, al mandato del Creador, produjo los demás animales dotados de vida, con mucha mayor razón el polvo, que Dios tomó de la tierra, debió de recibir una energía vital de la voluntad y de la operación de Dios." La doctrina de la preexistencia de las almas "viene de la filosofía de los griegos y es ajena a cuantos desean vivir piadosamente en Cristo." De todo esto se deduce que Pedro compuso un tratado sobre este tema, que constaba por lo menos de dos libros e iba dirigido contra los principios básicos del sistema de Orígenes.

4. Sobre la resurrección (Περί αναστάσεως)

Quedan siete fragmentos siríacos de su obra Sobre la resurrección. También ésta, probablemente, era una refutación de Orígenes, pues insiste en la identidad del cuerpo en la resurrección con el de la vida actual, doctrina negada por Orígenes.

5. Sobre la penitencia (Περί μετανοίας)

La colección de leyes de la Iglesia Oriental ha conservado catorce cánones del tratado de Pedro Sobre la penitencia, que se ha perdido y se conoce comúnmente bajo el nombre de Epístola canónica. La frase con que empieza el primero de estos cánones: "Como sea que la cuarta Pascua de la persecución está por llegar," nos permite datar la carta en el año 306. Indica, además, que se trata, probablemente, de una carta pascual. Las prescripciones se refieren a los que hacen penitencia por haber negado su fe durante la persecución. Los apóstatas están divididos en varias clases. Para los que cedieron sólo después de horribles torturas y graves aflicciones, él tiempo transcurrido es penitencia suficiente y deben ser admitidos a la comunión. Los que cayeron sin tortura deben hacer penitencia durante un año más. Los que apostataron espontáneamente, sin haber sido sometidos al potro ni haber sido encarcelados, deben continuar haciendo penitencia durante cuatro años más. Los cánones hablan también de los que escaparon de la persecución con fraude, ya sea procurándose certificados falsos, ya mandando en su lugar a paganos amigos, ya hasta obligando a sus esclavos cristianos a presentarse en su lugar. No aprueban a los que se presentaron espontáneamente a las autoridades y buscaron el martirio, por haber obrado imprudentemente y en contra del ejemplo del Señor y de los Apóstoles. Pero en ninguno de los cánones se difiere la reconciliación hasta el día de la muerte, como se hiciera anteriormente (véase p.403s).

6. Sobre la Pascua (Περί του πάσχα).

Por un fragmento de una crónica alejandrina sabemos que Pedro dedicó a un tal Tricenio un tratado Sobre la Pascua. Es posible que esta obra sea también una carta pascual dirigida a un obispo egipcio de ese nombre. En algunos manuscritos de su obra Sobre la penitencia, al canon 14 sigue otro titulado "Del tratado Sobre la Pascua, del mismo autor." Se refiere al ayuno en los días cuarto y sexto de la semana.

7. La carta a los alejandrinos sobre Melecio.

Se conserva una breve carta en la que Pedro pone a los fieles de su diócesis en guardia contra Melecio. Debió de escribirla poco después de haber comenzado la persecución. Tiene una gran importancia para la historia del cisma de Melecio:

Pedro, a los amados hermanos establecidos en la fe de Dios, paz en el Señor. He descubierto que Melecio no obra en ningún modo por el bien común. No ha quedado satisfecho con la carta de los santísimos obispos y mártires, sino que, invadiendo mi iglesia, ha osado intentar separar de mi autoridad a los presbíteros y a los que tienen el cuidado de visitar a los pobres. Y, dando prueba de su ambición, ha ordenado a varios, por su cuenta, en la prisión. Prestad, pues, atención a esto y no tengáis comunión con él, hasta que yo me encuentre con él en compañía de algunos hombres prudentes y sabios y vea cuáles son los planes que ha concebido. ¡Que os vaya bien!

La "carta de los santísimos obispos y mártires" que aquí se menciona fue escrita por los cuatro obispos egipcios, Hesiquio, Pacomio, Teodoro y Fileas, y estaba dirigida a Melecio. En ella protestaban violentamente contra las ordenaciones hechas por Melecio en sus iglesias. También se conserva este documento; su texto fue descubierto por Scipio Maffei, juntamente con la epístola precedente de Pedro, en un viejo manuscrito del Capítulo de Verona.

Las Actas del martirio de San Pedro de Alejandría se conservan en griego, latín, siríaco y copto. Ninguna de estas versiones es un relato auténtico de su muerte, sino leyendas posteriores.

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