conoZe.com » Historia de la Iglesia » Papas y Antipapas » Benedicto XVI » Viajes » Valencia - V Encuentro Mundial de las Familias (8-9 de julio de 2006)

La familia

El V Encuentro Mundial de las Familias, que se celebra en Valencia y que contará el próximo sábado con la presencia del Papa Benedicto XVI, es una enérgica defensa de la institución familiar. Sólo requiere defensa lo que se encuentra atacado o amenazado. Y es evidente que ése es el caso de la familia. En cierto radical sentido, puede decirse que el hombre es un ser familiar, pues todo nacimiento entraña, al menos en potencia, la existencia de una familia: padre-madre-hijo. No por repetida es menos cierta la afirmación aristotélica de que la familia es el núcleo de la sociedad. Es el paradigma de toda organización comunitaria, en la que prevalecen los vínculos afectivos y donde se adquiere el aprendizaje de los valores. Su esencia es la transmisión de la vida y sus funciones principales son tanto la ayuda mutua como la educación.

La familia es la primera y más importante institución educativa y la titular del derecho a la educación, pues los que son menores no pueden ejercer por sí mismos ese derecho del que ellos mismos titulares.

El cristianismo, en cuanto es verdadero, encierra la verdad sobre la familia. Pero la expresión familia cristiana puede albergar un equívoco y sugerir que postula una forma de organización familiar en pie de igualdad junto a otras y entre las que es posible arbitrariamente elegir. No; por el contrario, propone una forma superior de familia, la mejor, y a cuyo favor es posible argumentar sin apelar a la fe, con la sola luz y fuerza de la razón. Los diferentes tipos de familia no son como mercancías de valor equivalente entre las que se puede elegir, como si de un mercado se tratara.

Hay formas más o menos valiosas de familia, y hay también corrupciones y falsificaciones de ella. Así sucede cuando se intenta pasar mercancía averiada y aparentar que cualquier cosa puede ser considerada como familia. Es lo que sucede con el llamado matrimonio homosexual o contraído entre personas del mismo sexo. No es matrimonio. No se trata de extender derechos sino de equiparar lo que no es equiparable. Realidades distintas deben ser designadas con palabras distintas y reguladas de maneras diferentes.

Matrimonio es la unión de vida entre un hombre y una mujer con la finalidad de transmitir la vida y educar a los hijos. Lo que no puede transmitir la vida no puede ser un matrimonio, aunque así lo decida una eventual mayoría parlamentaria.

En realidad, no puede sorprender la animadversión hacia la familia que profesan los gobiernos con vocación totalitaria. Cuando la obra de la planificación estatal está próxima a culminar su tarea ilegítima, aún le queda el reducto de la libertad de las familias. Y no se detiene, ciertamente, ante él. Entonces, de desliza por la vía de la tergiversación, degradando la genuina naturaleza esencial de la institución, o le niega las ayudas a las que tiene derecho, o se sanciona la paternidad y la maternidad, o se dificulta la compatibilidad entre la vida laboral y la profesional, o no se encuentran fondos suficientes para la atención de los niños en guarderías. Y, sobre todo, se cercena el derecho de todos los padres a elegir la educación de sus hijos.

El Estado tiene la obligación de garantizar el ejercicio del derecho a la educación, pero no a dirigir el proceso educativo. También atenta contra la familia y sus fines cuando promueve medidas legislativas que la degradan, como las que facilitan hasta lo libérrimo los trámites del divorcio, o cuando asimila a ella realidades respetables y que requieren regulación legal, como las parejas estables del mismo sexo, pero que no pueden convertirse en familia porque no cumplen sus requisitos ni sus fines esenciales.

Los Estados adictos a la trasformación de la sociedad y a la negación o inversión de sus valores se enfrentan a la familia como a un rival que es preciso controlar o reducir, y aspiran a anular toda forma de autoridad social que se enfrente a la supremacía absolutista del poder político. Todas estas razones justifican la necesidad de defender a la familia frente a las agresiones que sufre desde las instancias que tienen la obligación de defenderla y de garantizar el ejercicio de sus funciones al servicio de la persona.

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