conoZe.com » Historia de la Iglesia » Historia de la Iglesia » Las Iglesias Orientales » §124.- Caracteres y Valores Peculiares de la Ortodoxia » III.- La Piedad

A) La Liturgia

1. En época temprana hubo en Oriente, como ocurría también en Occidente (§ 19), pluralidad de liturgias, que carecían de un carácter rígido y se formaban a base de la improvisación carismática. En los países orientales, este fenómeno se siguió produciendo aun después de la unificación.

Originariamente existían dos prototipos: el alejandrino y el antioqueno. La evolución demostró que el elemento más progresivo desde el punto de vista litúrgico fue siempre el de lengua griega. Las nuevas fundaciones creadas en Oriente por el patriarca ecuménico eran más conservadoras, y las del Occidente latino eran todavía más rígidas, hasta llegar a un cierto anquilosamiento debido a su fuerte estilización. La evolución desarrollada en Oriente fue silenciosa y callada, y se prolongó hasta bien entrado el siglo XVI y aun hasta nuestros días (Baumstark).

2. La unificación litúrgica fue consecuencia de la instauración de la Iglesia imperial bizantina. A partir del siglo VI la liturgia de Constantinopla, la de Hagia Sophia, se desarrolló bajo los nombres de san Basilio el Grande y san Juan Crisóstomo. Esta liturgia desplazó a las demás, tanto en el Imperio bizantino como entre los pueblos eslavos (Seraphim); era la liturgia de la Iglesia «bizantina», es decir, de la Iglesia «griega», de las Iglesias de confesión calcedonense agrupadas en torno a Bizancio. Esta liturgia se difundió amplísimamente entre los griegos, melquitas, eslavos, húngaros en Rumania, en Georgia y Albania. Su forma definitiva procede del siglo XIV. En cada caso, la liturgia se tradujo a la lengua del país (eslavo, ucraniano, árabe)[27]; en época más reciente, la liturgia ha sido traducida también a las lenguas modernas, lo cual parece colegiar las Iglesias como algo internacional, cuando en realidad cada Iglesia local sigue siendo autónoma.

En la antigüedad se formaron también las liturgias copta, etiópica y siro-oriental. La liturgia armenia sigue de cerca a la bizantina.

De esta manera, la liturgia venía a ser expresión de la nacionalidad y medio para robustecer la independencia política y eclesiástica, que, a su vez, obligaba al culto a expresarse en lenguaje del pueblo. De todas formas, la liturgia se vio obligada a conformarse al cambio de situación política. Ambas cosas aparecen claramente, por ejemplo, en la historia de los búlgaros, rumanos y servios.

3. Lo característico de la liturgia oriental radica en su carácter mistérico, que en parte se explica por la influencia que tuvieron en su formación los escritos del Pseudo-Areopagita (§ 33, 6). Podría decirse que el esfuerzo por reproducir de alguna manera la realidad divina, recibida en místico contacto, lleva consigo un lenguaje algo nebuloso (Stiglmair). Para los orientales la liturgia es «contemplación y comunión con lo divino»[28].

La liturgia es, como hemos dicho a menudo, el corazón de la Iglesia oriental y la que impregna el modo de ser de su cristianismo de manera mucho más acusada que en el caso del cristianismo occidental y su liturgia[29]. La diferencia se hizo aún más pronunciada a partir de la desunión en 1054. La liturgia sustituía a las definiciones dogmáticas, cuya fijación no era necesaria. La iglesia es el ámbito en el que se realiza la adoración de lo divino; su ser se manifiesta precisamente como adoración litúrgica del Dios que se ha revelado o se revela.

4. El centro y cumbre de la liturgia es la celebración de la sagrada eucaristía en un ambiente rodeado de iconos y lleno de simbolismo. La preside el obispo con el clero, revestidos todos ellos de ornamentos festivos, con ademanes y cantos solemnes, dentro de una atmósfera iluminada por los cirios e inundada de incienso. A pesar de su identidad esencial, la misa oriental difiere considerablemente de la occidental. La celebración eucarística en la Iglesia oriental es la venida real del Señor transfigurado en su palabra, y después en el banquete eucarístico concebido como sacrificio, su entrada o descenso rodeado de su corte celestial. La liturgia es la realidad celeste que nos invade, el contacto mistérico con lo divino. El memorial de la última Cena, «cuando el Señor se sentó a la mesa con sus discípulos» (Lc 13,29), es celebrado por los elegidos, los cuales participan en el banquete mesiánico, el banquete nupcial de los últimos tiempos. En la alegría de su participación, la liturgia reza así al Señor glorificado y presente: «Tú eres el oferente y la ofrenda».

Al ser la eucaristía la fuente y centro de la vida cristiana, su influencia se extiende también por todo el ámbito profano. Esto ocurre de manera especial en el caso de los monjes. La vida monástica se caracteriza por lo que podríamos llamar la prolongación de la liturgia en la refección diaria. Tras el banquete eucarístico, la propia refección forma parte del banquete del amor, del ágape, que se celebra en compañía del Señor y en alegría común con él. La refección -y la liturgia de la misa- sólo tocan a su fin cuando, entre plegarias y signos litúrgicos, se ha saboreado el antídoron consagrado en la liturgia.

5. Al lado de lo primordial, que es la liturgia, sigue siendo de primer orden la confesión de fe, el credo, la doctrina ortodoxa. La liturgia es en realidad su expresión, y no al revés. La liturgia constituye la raíz de la fe y en ella se refleja el carácter de la teología, cuya reflexión es en gran medida adoración; pero, con todo, es una realidad divina de segunda fila, con categoría inferior al dogma[30]. La liturgia manifiesta lo que enseña la fe, la victoria sobre la muerte, «que entre nosotros ha perdido sus horrores».

Otra realidad que, además de la liturgia, da sentido cristiano a la vida es la piedad popular. La oración, teñida de caracteres monacales, ha venido a ser un firme elemento de la vida de los creyentes. La prontitud con que esto se consiguió se debe a que las formas del modelo monástico adoptaron una modalidad sencilla y a que se concedió especial valor a la repetición devota de unas mismas plegarias sencillas y de unos ejercicios piadosos.

La oración aspira, en último término, con una actitud mística, a la visión (theoria) de la gloria de Dios, mediante la cual el propio orante y hasta su mismo rostro quedan glorificados y transfigurados. Al lado de la oración vocal se cultivan otras formas de piedad, como la adoración de la santa cruz, el culto a los santos (los iconos) y a las reliquias[31].

6. La liturgia es un medio particularmente eficaz para realizar la sobórnost, por ser en su totalidad celebración comunitaria. La utilización de la lengua vulgar, aunque ligeramente anticuada, es, evidentemente, una fuerte ayuda para esta celebración comunitaria. En ella se unen todos los concelebrantes como hermanos, especialmente en la liturgia pascual, en la que la unidad de la Iglesia se expresa en el perdón mutuo de los pecados de todos los hombres, simbolizado por el ósculo de paz del Resucitado.

Notas

[27] La imposición de la lengua y cultura árabes sigue a la invasión. Durante la Edad Moderna las misiones católicas dieron lugar a diversas formas mixtas. En los territorios checos se celebraba con rito latino, pero en lengua checa. La Iglesia rutena uniata se sirvió de un rito con elementos latinos, lo que no fue del agrado de Roma ni de los ortodoxos.

[28] Partiendo de esta concepción había en Oriente una auténtica «disciplina del arcano». El Areopagita la describe de esta manera: los catecúmenos no tienen todavía derecho a contemplar ni mucho ni poco las sagradas ceremonias, ya que aún no han sido hechos partícipes a través de la fuente donadora de la luz -el «nacimiento de Dios»-, aún carecen de la fuerza necesaria para contemplar lo santo.

[29] Al menos por lo que se refiere a la época actual, hay que recordar la extraordinaria insistencia con que también el papa Pío X designó a la celebración eucarística como corazón de la Iglesia católica y de la existencia cristiana. En este campo, ambas Iglesias -la católica y la ortodoxa- se acercan puramente a su genuino centro.

[30] Hasta ahora las Iglesias orientales han sido conscientes de esta jerarquía: La conferencia panortodoxa de Rodas, en la lista de tesis que propuso, no sitúa la liturgia en primer término, sino la fe y el dogma, y sólo posteriormente se refiere al culto. Siendo la liturgia en el sentido indicado tan importante para la vida de la Iglesia, también adquieren gran importancia los medios auxiliares de la liturgia, entre ellos el canto, de una rica significación teológica y mística.

[31] Al ser los iconos un fragmento de la realidad celeste, que representa a la Panhagia (María Santísima) o al Señor, y estar consagrados litúrgicamente, su culto constituye una continuación del ámbito sacral de la iglesia a la vida privada, como veremos en el apartado siguiente.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=5210 el 2006-07-21 11:59:26