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Ñ) Polonia

1. Las invasiones que, desde época temprana, llevaron a cabo los polacos católicos en los principados rusos (antes de los Romanov, que reinan desde 1613) fueron al mismo tiempo agresiones contra el cristianismo ortodoxo. Este punto ha de mantenerse en nuestro recuerdo para comprender las posteriores tensiones entre los ortodoxos rusos y los polacos cuando cayeron en la cuenta de la escisión que se había producido en la Iglesia occidental. El caso de la conquista de los principados ucranios por los polacos en el siglo XIV es un caso distinto. Mediante esta conquista el cristianismo ortodoxo y su Iglesia cayeron bajo el dominio estatal de Polonia. Con ello se llegó a la coexistencia del cristianismo católico-romano y el cristianismo ortodoxo (incluido el de los armenos uniatas) dentro del mismo Estado.

La labor de los jesuitas preparó las condiciones para la unión de Brest (cf. § 123, II, 3). Mediante esta unión los ortodoxos de la sede metropolitana de Kiev quedaban incorporados a la unión de la Iglesia pontificia, manteniendo la liturgia eslava y la facultad para el matrimonio de los sacerdotes. Tras el paso de la Reforma, en la cual, como dice Rhode, «la mayor parte de las familias nobles eran más antirromanas que amigas del evangelio», sobrevino la Contrarreforma, en la que tuvo lugar la re-catolización del reino de Polonia.

2. Al resurgir nuevamente Polonia en el siglo XX, tras terribles y monstruosos «repartos», formaban parte de esta nación, profundamente católica, cristianos uniatas de rito bizantino procedentes de los territorios sometidos anteriormente al dominio austríaco, así como ortodoxos (cuatro millones) procedentes de los antiguos territorios rusos; junto a éstos había otros grupos más pequeños de cristianos ortodoxos de distintas procedencias. En Polonia, la mezcla de confesiones era también sumamente compleja, por ascender las minorías confesionales a un tercio de la población. La rivalidad de los diferentes grupos étnicos y la desconfianza del gobierno, que equiparaba todo lo «ortodoxo» como si fuera producto de la odiada Rusia, hizo que la situación del cristianismo se viera muy amenazada.

Por su parte, el patriarca de Moscú aplicaba a la Polonia ortodoxa el viejo principio fundamental de la iglesia de Estado: al carecer la Iglesia ortodoxa polaca de unión perfecta de lo nacional con lo eclesiástico, correspondía al patriarca moscovita la jurisdicción sobre ella, que, según eso, carecería de independencia plena en lo eclesiástico.

De hecho, las relaciones internas de la ortodoxia polaca con Moscú eran relaciones sólidas. Pero cuando la mayoría de los obispos ortodoxos, rusos en su totalidad, proclamaron la autonomía de la Iglesia ortodoxa polaca en 1922[65] siguió existiendo una apasionada oposición promoscovita entre los obispos, fruto de la cual fue el asesinato del metropolitano polaco en 1923. El patriarca ecuménico concedió entonces la autocefalia a la Iglesia ortodoxa polaca (1925), dado que las circunstancias por las que atravesaba Rusia no exigían ningún tipo de consideración hacia los derechos de los patriarcas de Moscú.

3. En el seno de la Iglesia católica latina de Polonia se fue acentuando una exagerada corriente nacionalista, que reivindicaba una Iglesia nacional sin la ley del celibato para los clérigos y con el polaco como lengua litúrgica. Una parte de este movimiento se adhirió a la ortodoxia en 1926. A lo largo de este proceso se pusieron de manifiesto elementos que habían entrado en el país al mismo tiempo que los hermanos bohemios perseguidos y que más tarde se habían convertido al catolicismo.

Las relaciones entre la mayoría católica y los cristianos ortodoxo-rusos se vieron perjudicadas por un gran número de procesos entablados por obispos católico-romanos por la restitución de edificios eclesiásticos arrebatados a los católicos en la época de dominio ruso. Estos procesos llevaron a una lucha sumamente dura del gobierno contra los ortodoxos, en la que no faltaron destrucciones de edificios religiosos sin explicación alguna. La consecuencia de todo ello fueron nuevas tensiones entre las iglesias y entre los católicos uniatas y los no-uniatas.

Los ucranios pertenecientes a la Iglesia griega uniata de Polonia (3.250.000) volvieron a caer, tras la Segunda Guerra Mundial, bajo el dominio de Rusia (unos 200.000). Los ortodoxos autocéfalos (3.750.000 ucranios, rutenos y rusos) han sufrido enormes pérdidas y han vuelto a quedar sometidos al arzobispo ortodoxo de Varsovia. En Breslau y Stettin residen también en la actualidad obispos ortodoxos de la Iglesia polaca.

4. Las persecuciones llevadas a cabo por el régimen nacionalsocialista, la anexión de territorios orientales a Rusia y la expulsión de los alemanes han determinado la constitución de un territorio de raza casi exclusivamente polaca. Desde el punto de vista religioso, este territorio - descontando a los bolcheviques y otros grupos arreligiosos- es casi exclusivamente católico, aunque bajo dominio comunista. La Iglesia católica de Polonia, duramente oprimida, ha demostrado ser hasta ahora un considerable valladar contra el ateísmo bolchevique.

Notas

[65] El patriarca de Moscú estaba por entonces prisionero de los bolcheviques.

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