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C) Iglesia Rumana

Es tan antigua como la georgiana. Su cultura es de origen latino, como lo manifiesta su idioma, el rumano. Hasta el siglo XIV no tenemos un conocimiento preciso de la historia de esta Iglesia. Por aquel entonces estaba bajo la jurisdicción de una diócesis de Bulgaria. A partir del siglo XIV adoptó la liturgia bizantino-eslava en lengua eslava; ello supuso para esta Iglesia (igual que para la búlgara) un medio para robustecer su independencia frente al patriarca ecuménico y sus tendencias helenizadoras.

En la baja Edad Media vino de Hungría una creciente influencia latinizante, que luego se hizo muy pronunciada. Tras la caída de Constantinopla y antes del ascenso de Moscú, Rumania era el centro de la vida de la ortodoxia, como lo atestigua la impresión de libros. El dominio turco (desde 1393 y 1484) no afectó esencialmente a la vida eclesiástica.

Hasta 1648 la liturgia se celebraba en el viejo idioma eslavo-eclesiástico y en griego; después el rumano llegó a ser lengua litúrgica. En el siglo XVII el rumano Pedro de Moghila desempeñó un importante papel teológico como metropolitano de Kiev.

A partir de 1700 la influencia griega vuelve a crecer. La unión de los dos países fundamentales, Moldavia y Walaquia, en una unidad política (1858) determinó el cese de esta influencia extranjera, una creciente secularización y, en 1865, la autocefalia (con el rumano como lengua eclesiástica). Surgieron fuertes tensiones con la vida eclesiástica no ortodoxa que se iba desarrollando de manera independiente en Transilvania y Hungría. En el siglo XVIII el monasterio rumano de Neamtzu era, especialmente para Rusia, el punto de partida de la renovación monástica procedente de Athos (abad Psisios Velitchkowski).

A partir de la Primera Guerra Mundial, Rumania obtuvo, mediante la incorporación de Transilvania (partes de Hungría, Bukovina, Bessarabia), una importante minoría católica (de rito rumano y de rito latino), así como fuertes comunidades protestantes.

En 1925, todos los ortodoxos de Rumania (y también los ucranios, rusos y servios) fueron agrupados bajo un patriarcado único. La Constitución estatal se refería expresamente a la ortodoxia, que era predominante, pero también a la Iglesia uniata. De todas formas, la enorme dispersión de fuerzas favoreció notablemente la discusión de competencias y rivalidades (en las que no dejó de influir la política) y, más en concreto, la presión de los ortodoxos sobre los católicos, a veces en forma de un proselitismo desagradable.

La formación teológica ortodoxa de Rumania tuvo una importancia de primer orden dentro del conjunto de la ortodoxia. Había cuatro facultades teológicas, además de un seminario en cada diócesis. En su orientación interna tuvo gran importancia el hecho de que muchos profesores recibieran instrucción en las facultades evangélicas de Alemania y también en la Universidad católica de Estrasburgo (College St. Basile).

En 1929 se firmó un concordato que, indudablemente (de acuerdo con la Constitución), tenía una tendencia nacional, y aun nacionalista, pero que también aseguraba a los obispos, elevando su condición social, una fuerte influencia en la enseñanza de la religión, lo cual tuvo una importancia notable en el florecimiento de la educación religiosa.

Apenas había Ordenes religiosas católicas oriundas del país, pero hicieron una gran labor los basilianos, jesuitas, asuncionistas y franciscanos de rito oriental.

Desde la Segunda Guerra Mundial el comunismo declaró abrogado el concordato; aniquiló a la Iglesia católica; todos los obispos, lo mismo los católico-latinos que los católico-griegos, fueron a parar a la cárcel. La Iglesia ortodoxa, a pesar de la presión externa, es hoy todavía la más viva de todas las Iglesias ortodoxas en el campo teológico y en el monástico[51]. Junto con el patriarca forman la jerarquía catorce obispos.

Hay dos institutos teológicos con rango de universidad y seis seminarios (1963).

Notas

[51] La enorme dispersión eclesiástica da idea de la dificultad de la situación. Antes de la Segunda Guerra Mundial se daban las siguientes cifras: ortodoxos: 11,7 millones; uniatas: 1,45 millones; católicos de rito latino: 1,48 millones; evangélico-luteranos de Transilvania y Sajonia, húngaros calvinistas, unitarios de Hungría: 1,34 millones; armenios uniatas: 175.000; judíos: 834.000; mahometanos: 44.000. Después de la Segunda Guerra Mundial (en la que Rumania quedó considerablemente reducida) las cifras eran las siguientes: ortodoxos: 14 millones (el 79 por 100); católicos de rito latino: 1,17 millones; uniatas: 1,57 millones; armenios uniatas: 10.000; reformados (en Hungría): 780.000; luteranos alemanes: 170.000; luteranos húngaros: 34.000; miembros de sectas evangélicas: unos 100.000; judíos: 138.000.

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