conoZe.com » Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo séptimo.- La iglesia entre antijudaísmo, «mea culpa» y martirio

La escuela según la raza

En 1933, la mayor parte de las escuelas de Alemania eran católicas y protestantes, muy pocas las interconfesionales y laicas sin enseñanza religiosa. El gobierno nazi suprimió la normativa que reconocía el derecho de los padres a exigir escuelas que correspondieran con sus respectivas confesiones o concepciones de vida. Al mismo tiempo, surgieron nuevos programas escolares centrados en la teoría de la raza. De esta manera, la eugenesia se convirtió en la materia fundamental de los cursos de estudio. Las más insulsas teorías racistas se convirtieron en materia de estudio. También se adaptaron los programas de historia. De acuerdo con este proyecto, la alternancia de los imperios y de las civilizaciones se encuadró dentro de la lucha por la supremacía étnica, por la pureza biológica e ideológica contra el «declive de las razas».

Los padres que intentaban oponerse eran denigrados, amenazados con campañas intimidatorias y considerados traidores a la patria. La obsesión racista era tan fuerte que se confió a los médicos la vigilancia eugenésica de las escuelas, hasta llegar a la absurda idea de dividir a las alumnas (desde la edad de trece años) en secciones, no de acuerdo al alfabeto o a la fecha de inscripción, sino de acuerdo al tipo de hijos que podían tener en el matrimonio según correspondía a su grupo sanguíneo.[18] La influencia de la Iglesia sobre las escuelas fue eliminada. Las órdenes religiosas fueron excluidas de las instituciones educativas y de enseñanza. Sólo en Baviera, 367 monjas de 126 ayuntamientos fueron apartadas de la enseñanza en las escuelas populares. No podía haber monjas ni siquiera en las guarderías y en los jardines de infancia. Desde el 1 de enero de 1937, 1 200 fueron apartadas de la enseñanza en las escuelas públicas. En la Pascua de 1938, con una orden ministerial, se cerraron 84 escuelas religiosas.[19]

Fuera de la escuela, la juventud fue alejada de la Iglesia y de la familia y sometida al influjo irreligioso de las organizaciones juveniles nazis. A la vez que se iban gradualmente suprimiendo las asociaciones católicas, crecían la Hitlerjugend y la Jungvolk. Describiendo las actividades de estas organizaciones juveniles, La Civiltà Cattolica escribía: «En las organizaciones e instituciones hitlerianas se empuja a la juventud prácticamente a la apostasia, haciendo imposible el cumplimiento de los deberes religiosos y frecuentar la iglesia,[20] al mismo tiempo que los jóvenes son formados de modo neopagano "bajo la continua influencia de discursos y lecturas de periódicos y revistas que vilipendian a la Iglesia y al papa, al clero, a la doctrina y a toda institución católica". La Landjahrgesetz (ley de campaña del año) dispone que los niños y niñas, tras realizar la escuela primaria, puedan ser enviados, incluso contra la voluntad de sus padres, a centros rurales para ser educados y formados durante nueve meses en contacto con la naturaleza, lejos de la familia y de la Iglesia. Así, cada año de treinta mil a cincuenta mil niños católicos, de doce a catorce años, son alejados de la casa paterna y de la localidad de nacimiento y trasladados a localidades totalmente distintas para trabajar en las granjas y recibir una instrucción anticatólica. Los muchachos vuelven cambiados, llenos de desconfianza hacia los sacerdotes, la Iglesia y sus mismos padres.

»Los jóvenes de las diversas organizaciones juveniles oyen decir con frecuencia que no tienen necesidad de ir a misa los domingos. Se llega incluso, en algunos campos de niños de diez años, a rezar oraciones al antiguo dios germánico Wotan y a decirles que la confesión es el camino hacia la inmoralidad.»[21]

A partir de 1940, en una zona de Polonia occidental anexionada al Reich, denominada Warthegau, Hitler puso en acción un plan agresivo de germanización que preveía la eliminación de la Iglesia católica. Warthegau contaba entonces con 4.500.000 habitantes, la mayoría polacos católicos. Estando bajo la total dependencia de Hitler, debía convertirse en un «ejemplo» de la sociedad del futuro preconizada por los nazis.[22] Para comenzar, los sacerdotes polacos fueron arrestados, internados en los campos de concentración o asesinados en un porcentaje muy superior respecto del resto de Polonia. A los católicos polacos y alemanes se les prohibió reunirse en la Iglesia, se les prohibió confesarse en polaco, y los sacerdotes polacos no podían ejercer su ministerio ni siquiera junto a los enfermos en los hospitales. Se llegó al punto de que los polacos no podían casarse antes de haber alcanzado los veintiocho años los hombres y los veinticinco las mujeres. Retrasar la edad del matrimonio significaba para los nazis una medida que limitaba el crecimiento demográfico polaco. Todas las fundaciones y conventos se cerraron. Los movimientos confesionales y los grupos juveniles fueron abolidos y prohibidos. Las Iglesias dejaron de ser reconocidas como tales, sólo se permitió la constitución de asociaciones religiosas rígidamente controladas. Los sacerdotes no podían vivir de su ministerio sino que tenían que ejercer otra profesión. Las manifestaciones ordinarias de la vida de la Iglesia fueron abolidas. Se prohibió recoger colectas para la Iglesia. Los católicos no podían tener ninguna relación con el papa de Roma. El plan de germanización de Warthegau preveía también la «recuperación y purificación de la sangre», un proyecto inhumano que involucró a las tropas alemanas en el rapto de niños. Para regenerar la «sangre alemana», Hitler mandó seguir una selección racial de los niños polacos, y los que mejor respondían a las características arias eran arrebatados a los padres y llevados a los centros de germanización en territorio del Reich. Según estimaciones creíbles, en Warthegau se eligieron y raptaron seiscientos niños.[23] En ningún otro territorio ocupado por los alemanes se tomaron medidas tan duras. De nada valieron las protestas de la Santa Sede, sólo la derrota nazi puso fin a este plan de erradicación del cristianismo.

Notas

[18] Cfr. Vitaliano Mattioli, Gli ebrei e la Chiesa, Ugo Mursia Editore, Milán, 1997, p. 51.

[19] Cfr. La Civiltà Cattolica, vol. II, 1938, pp. 170-173.

[20] M. Barbera, «La gioventù nella Germania razzista e totalitaria», La Civiltà Cattolica,cuaderno 2107, 2 de abril de 1938, p. 13.

[21] Ibídem, p. 14.

[22] Robert A. Graham, «Il piano straordinario di Hitler per distruggere la Chiesa», LaCiviltà Cattolica, 3474, 18 de marzo de 1995, p. 545.

[23] Michael Burleigh, Wolfgang Wippermann, Lo stato razziale - Germania 1933/1945, Rizzoli Libri, Milán, 1992, p. 75.

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