conoZe.com » Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo tercero.- Una red de asistencia judeocristiana

La obra de la Delasem en Italia

El apostolado del padre Benedetto en Roma comenzó con un encuentro en la sede de la Delasem con un grupo de judíos que huían de Francia. El comienzo de las deportaciones convenció a Settimio Sorani y a otros cargos de la Delasem de que debían esconderse. Desde ese momento toda la responsabilidad de la organización se confió al padre Benedetto. El archivo de la Delasem, con los nombres, se trasladó al convento de los capuchinos en la Via Sicilia, 159. El padre Benedetto despachaba a los fugitivos y los dirigía a los diversos escondites diseminados por toda la ciudad. Muchos de los judíos que llegaban al convento preguntaban al portero si estaba el «padre de los judíos». Otros importantes centros, a través de los cuales se desarrolló la asistencia de la Delasem, fueron la casa de las clarisas franciscanas en la Via Vicenza, la parroquia del Sacro Cuore en la Via Marsala y la de Santa Maria degli Angeli. El número de judíos que pedían ayuda crecía por miles. El padre Benedetto se encargaba de todo, proporcionaba documentos falsos, dinero para alimentos, ropa y apoyo moral.

El rabino jefe de Roma, Elio Toaff, cuenta que al final de la guerra, «cuando los aliados habían entrado en Roma y la multitud de judíos estaba enfrente del Templo, no se lograba encontrar la llave; la gente se había dispersado mucho, el Templo había sido saqueado por los alemanes; quién sabe dónde estaría. Entonces, en medio de la multitud, apareció el padre Benedetto quien reveló, y él era el único que lo sabía, dónde se encontraba la llave. De esta manera, fue el primero que puso el pie en el Templo de Roma y asistió a su consagración después de la profanación de los soldados alemanes. Este episodio trasciende toda otra obra suya por excelsa que sea, porque se trata de una participación espiritual».[12] El 26 de abril de 1964, la Comisión del Instituto Yad Vashem reconoció al padre Benedetto como Justo entre las Naciones. Lyndon B. Johnson, presidente de los Estados Unidos, con motivo de la inauguración en Nueva York de un busto en honor del padre Benedetto, escribió el siguiente mensaje: «Los actos heroicos y fabulosos del padre Marie Benoit al salvar de la Gestapo a judíos durante la ocupación nazi de Roma deben ser para nosotros estadounidenses un ejemplo de protección y respeto de los derechos civiles de los hombres sin discriminación de raza, color o religión. El padre Benedetto vio la dignidad del hombre en los judíos perseguidos y arriesgó muchas veces su vida para salvarles de la Gestapo y de los campos de exterminio que les esperaban. Él nos ha indicado a todos nosotros el camino a seguir para proteger los derechos civiles y humanos de nuestros compatriotas y respetar su dignidad de seres humanos como nosotros.»[13]

El doctor Joseph Lichten, de la Anti Defamation League B'nai B'rith, ha afirmado: «El padre Marie Benoit es una de las figuras legendarias de nuestro tiempo.» Lewis Webster Jones, presidente de la Conferencia nacional de judíos y cristianos, ha declarado que: «Las dimensiones y la perseverancia del padre Marie Benoit, que ha ayudado, arriesgando la vida, a los judíos a huir de las garras de los nazis en Francia y en Italia, hacen de él una figura excepcional, en quien todos nosotros debemos inspirarnos para actuar a favor de los oprimidos de todas las razas y de todos los países.»

Notas

[12] Elio Venier, «Il Clero romano durante la Resistenza», extraído de la RivistaDiocesana di Roma, Tipografía Colombo, Roma, 1972, p. 88.

[13] Père Tharcisius, Un capucin «Père des Juif» La Père Marie Benoit, París, 1990, p. 52.

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