conoZe.com » Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo primero.- La caridad cristiana frente a la barbarie nazi.

La obra pontificia para la emigración de los judíos

Antes del 8 de septiembre, la Santa Sede, a través sobre todo de la Obra de San Rafael, que durante la guerra socorrió a veinticinco mil necesitados, ayudó a unos mil quinientos judíos a emigrar procurándoles los visados necesarios.

Fundada en 1871 para ayudar a los emigrados de diversos países, la Obra de San Rafael era dirigida por los palotinos.[7] A causa de las leyes raciales, desde 1939 la Obra prestó asistencia a miles de judíos que buscaban ayuda para huir de Europa. El padre Antonio Weber, auxiliado por tres hermanos de su congregación, consiguió que emigraran mil quinientos judíos alemanes, polacos, austriacos y yugoslavos. Un judío que logró salvarse de la persecución describía así esta gran obra de caridad: «Por decenas afluían a San Rafael judíos que hablaban diez lenguas, y que no sabían dónde refugiarse. Había maridos que habían huido mientras sus mujeres se habían quedado en los campos de concentración. Padres que no sabían qué había ocurrido con sus hijos. Allí estaban quienes habían visto su casa destruida y conocido el horror de los campos dé concentración. Familias que habían tenido una vida cómoda y digna se encontraban ahora en la calle, sin nada, sin ni siquiera el dinero necesario para pagar el billete que les llevara a un país donde por lo menos pudieran tener la seguridad de vivir. A todos éstos proveía la Obra de San Rafael, escuchando sus historias, haciendo lo posible para que las mujeres alcanzaran a sus maridos, ocupándose de los pasaportes, de los documentos, de todos los innumerables papeles que era necesario poseer para lograr ser finalmente libres de ir más allá del mar. Cada uno de estos infelices representaba un cúmulo de gestiones por diversas oficinas, de ir y venir por diversos ministerios, de conversaciones no siempre agradables, de aguardar en salas de espera. Pasaban semanas y meses hasta que uno de ellos estaba vivo y a salvo.»[8]

Pruebas todavía más evidentes de esta gran obra de asistencia se encuentran en el Museo de la Liberación de Roma, en la Via Tasso, número 145. El museo está instalado simbólicamente en el mismo edificio utilizado por la Gestapo durante la ocupación de Roma para torturar a los prisioneros contrarios al régimen. En las habitaciones que entonces se empleaban como celdas, todavía se conservan los graffiti dejados por los infortunados prisioneros. Entre los objetos salvados están las camisas y vestidos ensangrentados de las víctimas de la persecución.

En la celda número diez del tercer piso, pegada a la pared, hay una lista de 155 instituciones entre centros religiosos, instituciones de la Iglesia, parroquias y colegios que, sólo en la ciudad de Roma durante la ocupación nazi, ocultaron, alimentaron y salvaron a 4.447 ciudadanos judíos.

De ellos, 680 fueron hospedados en locales pertenecientes a iglesias e institutos religiosos, por pocos días, a la espera de un lugar más seguro; otros 3.700 encontraron refugio durante meses en cien congregaciones religiosas femeninas y 55 parroquias, institutos, casas y hospederías de religiosos. Solamente los franciscanos de San Bartolomé en la isla Tiberina ocultaron cuatrocientos judíos.

Por los testimonios recogidos por Emilio Pinchas Lapide resulta, además, que: «No menos de tres mil judíos encontraron refugio en la residencia veraniega del papa en Castelgandolfo, sesenta vivieron durante nueve meses en la Universidad Gregoriana, dirigida por los padres jesuitas, y una media docena durmió en el sótano del Pontificio Instituto Bíblico, cuyo rector era entonces Agustín Bea. Los guardias palatinos, que en 1942 constituían una fuerza de trescientos hombres, contaban en diciembre de 1943 con cuatro mil poseedores del precioso pase palatino; al menos cuatrocientos de ellos eran judíos, de los que 240 residían dentro de los recintos vaticanos.»[9]

Notas

[7] Nombre con que se conoce en Italia a los miembros de la Sociedad para las Misiones de África.

[8] «Un'Opera Pontificia per l'emigrazione degli ebrei», L'Osservatore Romano della Domenica, número especial monográfico, 28 de junio de 1964, pp. 69-70.

[9] Emilio Pinchas Lapide, Roma e gli ebrei. L'azione del Vaticano a favore delle vittime del Nazismo, Milán, 1967, p. 191.

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