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Los nuevos constructores de la cultura del matrimonio

"El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia".

Cuando el papa Juan Pablo II escribió estas palabras en la Exhortación Apostólica, Familiaris Consortio, la institución del matrimonio estaba siendo atacada.

La aparición de la píldora anticonceptiva dos décadas antes se había aliado con la emergente contracultura hippie para poner en marcha la revolución sexual. Las feministas radicales con su denuncia del matrimonio como una forma de esclavitud habían convencido con éxito a muchas mujeres que el matrimonio era tan malo para ellas que debían evitarlo o escapar de él.

También a los varones se les animaba a ver el matrimonio como una "trampa" y a aprovechar la liberación sexual de la mujer que derivaba a promiscuidad, así que estaban encantados. El gobierno americano y los tribunales aceleraron la revolución sexual legalizando el aborto a la carta, desalentando el matrimonio y jaleando el fenómeno de las madres solteras. La ilegitimidad perdía el estigma social, las relaciones homosexuales salían del armario y el divorcio sin causa era la ley del estado.

Los niños se encontraban atrapados en el fuego cruzado de estos cambios culturales y pagaron un alto precio por la liberación sexual de sus padres. Los matrimonios terminaron y las familias se desplomaron. Los maridos abandonaban a sus esposas y a sus hijos, y recomenzaban con nuevas esposas y nuevos hijos. Las madres solteras trabajaban el doble, luchando por mantener a sus hijos no tenían tiempo para cuidar de ellos, para criarles.

La televisión se convirtió en la niñera de la nación y en su educador moral, enseñando a la nueva generación que la avaricia es buena, el sexo un deporte de contacto y el matrimonio un compromiso contingente que no tiene ninguna relación con la procreación. El matrimonio, una institución que los americanos una vez consideraron la única manera socialmente aceptable en la que hombres y mujeres compartiesen intimidad sexual y hogar, se convirtió en algo así como otro "estilo de vida" y se ridiculizaba continuamente.

La esperanza de la Familia.

El papa Juan Pablo II vio estos hechos como amenazas a los fundamentos de la Iglesia y la civilización occidental. Desde el principio de su pontificado, en 1978, el Papa trabajó por defender el matrimonio y la familia ofreciendo a los jóvenes una apremiante alternativa a la cultura secular que se les presentaba. Empleó muchas encíclicas y su "teología del cuerpo" para iluminar el verdadero significado del matrimonio y la sexualidad en los planes de Dios.

"El matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad", escribió el Papa en la Familiaris Consortio. "Según el designio de Dios, el matrimonio es el fundamento de la comunidad más amplia de la familia, ya que la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole, en la que encuentran su coronación."

El Papa mantuvo que ese amor es fundamental y una vocación innata para cada persona, y que el hombre y la mujer estaban creados para compartir el propio don de sí mismos el uno con el otro. Por esta razón, el Papa dijo, la unión sexual de un hombre y una mujer debe ser una "total auto donación" - una unión que se da lugar en el contrato matrimonial y que permanece abierta a los hijos. El hombre y la mujer que se oponen abiertamente a esta "ley de donación" actúan contra su propia naturaleza. Están usando sus cuerpos para mentir, una mentira que puede destruir su matrimonio, su familia y la cultura en la que viven.

Los jóvenes, hoy ya adultos, han tenido experiencia de esa destrucción de primera mano, y muchos de ellos han visto al Papa como un profeta, un líder en quien confiar por que les dice la verdad acerca de lo que son y cómo vivir. Aunque su mensaje es un giro radical de las opiniones convencionales respecto al sexo y al matrimonio, el número de jóvenes católicos que abraza el mensaje y lo comparte es cada vez mayor.

La Teología del Cuerpo.

Un ejemplo que hace al caso es de Christopher West, un joven autor católico graduado en el Instituto Juan Pablo II para el Estudio del Matrimonio y la Familia en Washington, DC. West es una buena prueba de la teología del cuerpo del Papa con el cambio de su vida, y ahora viaja por todo el país compartiendo su experiencia con otros. No tiene dificultad en encontrar audiencia. Jóvenes católicos y un gran número de protestantes descubren la teología del cuerpo y la aplican. Los jóvenes han formado grupos de estudios en más de veinte estados para profundizar en la obra del Papa, y han lanzado varios sitios web que permiten discutirlos on-line. "TOB" (Theology of body, teología del cuerpo) ha cambiado nuestro mundo", escribió un joven al explicar en un foro el por qué él y su esposa lanzaron un grupo de estudios de la teología del cuerpo para colegios. "Me atrevo a asegurar que todos los que experimentan la teología del cuerpo no son capaces de contener la alegría y el entusiasmo que hemos experimentado nosotros. Así que necesitamos ser el canal por que fluya la labor del Espíritu Santo".

Parece que el Espíritu ya está trabajando a través de hombres y mujeres jóvenes que abrazan la verdad cristiana articulada por Juan Pablo II. Esos jóvenes católicos, muchos de los cuales han crecido sin una significante formación en la fe católica, rechazan hoy en día la cultura secular, practican el celibato antes del matrimonio y la castidad después, y así construyen sus matrimonios y su familia alrededor de su fe mutua en Jesucristo.

Practican la Planificación Familiar Natural, los niños son amorosamente bienvenidos, y a menudo optan por enseñarles en casa una sólida formación en la fe. Muchos de estos "nuevos fieles", como yo les llamo, también defienden bravamente la santidad del matrimonio en la vida pública, utilizando tanto la sabiduría de la Iglesia como argumentos meramente de ley natural para defender la unión de un hombre y una mujer, lo que en su tiempo fue venerado, como un amor vivificador.

La batalla por la cultura.

Estos jóvenes católicos, por supuesto, afrontan una agresiva batalla. Cuando nuestra nación debate el oximorón del "matrimonio gay", muchos católicos ignoran las enseñanzas de la Iglesia respecto a la sexualidad, se sienten desbordados y derrotados por una cultura hostil. La auténtica comprensión del matrimonio como procreador, permanente, compromiso público es la especie más en peligro de nuestra nación, y sus defensores son tachados rutinariamente como sectarios o etiquetados de "homofóbicos".

Pero los defensores del matrimonio tienen la verdad de su lado. Armados con ella, y con las ricas ideas y argumentos que han recibido del Papa, de su Iglesia y de sus propias experiencias de fidelidad marital practicada día a día, esos jóvenes tienen la oportunidad de pelear por reedificar una auténtica cultura del matrimonio en América.

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