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¿Existen milagros?

Mi amigo Jorge afirma: «No sólo existen los milagros sino que sólo existen milagros. Una salida del sol, una nube, una flor, la transición del día a la noche, la secuencia de las estaciones, la vista de un caballo noble, ¡qué digo!, la vista de cualquier caballo, de cualquier animal. La creación de un ser humano, ¡todo milagroso! Sólo que ya no lo sentimos como milagro porque nos hemos acostumbrado a ello. Si mañana el sol saliera en occidente en lugar de en oriente, lo consideraríamos un milagro. Pero si a partir de entonces lo hiciera todos los días o en días alternos, muy pronto nos acostumbraríamos a ello. En el fondo; sin embargo, el simple hecho de que salga es un milagro y lo es el que existas tú y yo, el que exista algo es un milagro».

En cierto sentido tiene razón. Un «milagro» es de acuerdo con su etimología algo digno de admiración, algo asombroso. Y no nos admiramos ya de aquellas cosas a las que nos hemos acostumbrado. Es una de nuestras características más elementales. Existe sin embargo un concepto muy diferente para la misma palabra. «La intervención de un poder sobrenatural en la naturaleza». Los materialistas rechazaron desde un principio esta posibilidad. Para ellos sólo existe la naturaleza y no hay ningún poder sobrenatural, que por tanto tampoco puede intervenir. La mayoría son tan dogmáticos en este punto que rechazan incluso la revisión de ningún caso.

¿Cómo dice Morgenstern? Afirma de manera tajante: «no puede ser lo que no debe ser». Las personas religiosas son en esto más objetivas. Consideran esa posibilidad. Pero también entre ellas existen «escuelas» diferentes. Así podemos oír muy a menudo: «Creo en Dios, creo que Dios ha creado el universo y con él un orden establecido por El mismo. ¿Por qué habría de intervenir arbitrariamente en este orden con modificaciones repentinas? ¿Acaso para impresionarnos con ello? ¡Qué ridiculez!». Suena singularmente plausible, pero lo que esta gente no ve es que con ello prescriben a Dios lo que debe y lo que no debe hacer. «Ha establecido un orden determinado... pues que se quede quietecito dentro de él. Rechazamos enérgicamente las salidas fuera de programa. En mi opinión esto es pedantería pura. Pero Dios es todo menos pedante...