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Todos somos homosexuales: el viejo truco de inflar las cifras

¿Cuatro millones de homosexuales, dicen? Son los mismos números hinchados que se usaron para aprobar el divorcio y el aborto.

En vísperas de la introducción de la ley del divorcio en España, en 1981, el entonces Ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, afirmó sin titubeos que medio millón de parejas esperaban esa ley como agua de mayo para formalizar la ruptura de sus matrimonios. Afortunadamente, cometió un pequeño error de cálculo. El número total de las parejas que solicitó el divorcio en los dos años posteriores a la aprobación de la ley, no llegó al 7% de sus pronósticos.

En 1985 se despenalizaba la interrupción del embarazo, con un argumento similar. Había que dar un marco legal a los 300.000 abortos anuales que se calculaban se estaban realizando en la clandestinidad. Sin embargo, al año siguiente de la despenalización se registraron tan solo 467 abortos legales.

Eso sí, a partir de ahí, el aborto y el divorcio no han hecho sino crecer en España, hasta alcanzar los 77.000 abortos y 45.000 divorcios del año pasado. Paradojas de la vida, aquellos datos ofrecidos a la opinión pública como estimaciones de una realidad falseada, acabaron siendo más bien vaticinios de la degradación moral que estaba por llegar. Lo cual demuestra que las políticas familiares no se limitan a dar marco legal a las realidades sociales con las que se encuentran, sino que las generan activamente.

Pero la historia se repite. La rueda de prensa del 1 de Octubre pasado, en la que la Viceministra, Fernández de la Vega, acompañada del Ministro de Justicia, López Aguilar, presentaron a la opinión pública el anteproyecto de ley aprobado por el Consejo de Ministros, no tuvo desperdicio por los argumentos con los que el Gobierno justificó su decisión de equiparar las uniones de homosexuales a los matrimonios. Guardemos esos datos para nuestra hemeroteca: En España hay 4 millones de homosexuales De acuerdo a más de 50 estudios, no hay riesgo alguno para los niños adoptados por parejas de homosexuales.

Antes de entrar en otras consideraciones, constatamos una vez más el serio problema de comunicación interna que existe en este Gobierno. El pasado 27 de Julio la ministra de Sanidad, Ana Salgado, a propósito de la política de prevención del SIDA, se basaba en los datos del INE: los españoles que dicen mantener exclusivamente relaciones homosexuales son el 1 por ciento. Si se sumasen los que declaran haber tenido algún contacto homosexual en su vida, la cifra llegaría al 3 por ciento. Unas cifras muy en consonancia con las que se barajan en otros países occidentales. Así, por ejemplo, el Instituto de Estadística Canadiense hacía público en Junio el resultado de su último estudio según el cual el 1'3 % de los hombres y el 0'7% de las mujeres se declaraban homosexuales. ¿De dónde salen ahora los 4 millones de españoles homosexuales contabilizados por la Viceministra; es decir, el 10 % de la población española? Nos gustaría saberlo; y, desde luego, no sería de recibo que se esquivase la pregunta recurriendo al argumento de que lo importante son las personas y no las cifras. Algo de importancia deben de tener los números cuando son manipulados con la intención de justificar determinadas políticas.

Las datos ciertos son los que reflejan el registro de parejas de hecho del Gobierno Vasco, publicados en Junio. En el espacio de un año se han registrado en Euskadi 2702 parejas, 162 de las cuales eran homosexuales. Pero claro, para tener una idea aproximada del segmento de la población del que estamos hablando, hay que añadir los 10.865 matrimonios, civiles y canónicos, que tuvieron lugar en ese mismo periodo. Y entonces resulta que el primer año en el que todas las parejas homosexuales que reivindicaban una regularización tienen ocasión de hacerlo, no llegan al 1'2 % de las parejas totales, en datos del País Vasco. En España hay ahora mismo registradas 10.474 uniones de hecho homosexuales, según datos del INE. Representan el 0'11 % del total de parejas censadas (8.900.000 matrimonios y 563.723 parejas de hecho heterosexuales). ¿Tiene una explicación lógica que la presión de determinados lobby homosexuales consiga cambiar el mismo concepto de matrimonio? ¿La reivindicación de esas minorías a una regulación legal de sus relaciones, va a convertir en políticamente incorrecta la concepción del matrimonio como la unión del hombre y la mujer?

El cometido principal de la Iglesia en materia moral es predicar la ley de Dios, tutelar la ley natural y, de forma especial en nuestros días, salir en defensa del sentido común. Sin embargo, en esta cuestión concreta, por una vez y sin que sirva de precedente, se siente arropada por una opinión pública que se resiste a reconocer que los niños puedan ser adoptados por parejas homosexuales. En el momento en que escribo esta líneas, consulto los resultados de la encuesta que la edición digital de El Mundo ha realizado sobre esta cuestión, con un resultado clarificador. De los 55.323 votantes habidos, el 67 % se muestra en contra de que las parejas homosexuales puedan adoptar hijos. La alusión de la ministra a los 50 estudios que supuestamente demuestran la inocuidad de esta experiencia con niños, merece un comentario aparte, que reservo para otra ocasión. ¡Es una de las manipulaciones más graves que se han dirigido jamás a la opinión pública!

¿Cómo cabría calificar la política familiar de este Gobierno? Por una parte se facilita el divorcio de forma que el matrimonio se devalúa en la práctica a la condición de mera pareja de hecho; y, por otra, se elevan a categoría de matrimonio otras uniones que no pasan de ser simples parejas de hecho. Estamos ante la política de la apisonadora, donde los valores morales son igualados por debajo, que no por encima.

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