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Honorio III

Vida y significado de su Pontificado.

Elegido como sucesor de Inocencio III el 18 jul. 1216, Cencio Savelli había nacido en Roma en fecha que desconocemos. Clemente III le nombró camarero de la Iglesia de Roma, para ser posteriormente promovido al cardenalato. Su pontificado se extendió hasta su muerte, el 18 mar. 1227. Conciliador y pacífico por temperamento y por su concepción del papado, hizo ganar a la Iglesia, en el plano espiritual, lo que en el orden temporal le arrebataba el realismo del Emperador, Federico II , que abusó de la benevolencia de su antiguo preceptor. La muerte de su rival, Otón IV de Brunswick, favoreció la coronación imperial de Federico en Roma, realizada por Honorio el 22 nov. 1220. El mismo año, había promulgado Federico II sus Constitutiones, en las cuales renunciaba a todo poder sobre la Iglesia, y le aseguraba su apoyo en la lucha contra la herejía y en la realización de la cruzada. Honorio centró en estas dos finalidades sus principales actuaciones como Pontífice.

Dificultades para la cruzada a Tierra santa.

Federico II controlaba, durante el papado de Honorio los Estados Pontificios que tenía militarmente ocupados, y extendía su poder a Lombardía y Sicilia. Además, poco deseoso de abandonar estos territorios retrasaba indefinidamente su partida a Tierra santa, a pesar de que Honorio, impresionado por la triste suerte de la cruzada en Egipto, le urgía sin cesar. Es más, el propio Emperador de Occidente dificultaba la política papal en el Oriente apoyando al Emperador de Nicea, que era el favorecedor principal del clero griego en su empeño de impedir la unión con Roma, que se intentaba bajo la sombra del Imperio latino de Oriente. Así, la cruzada oriental no progresó durante los años del papa Honorio .

La cruzada occidental contra los movimientos heréticos.

Otro problema que heredó Honorio del pontificado de Inocencio III consistía en la difícil represión de la herejía en diferentes países de la cristiandad, y particularmente, en el sur de Francia. El Concilio de Letrán, en 1215, había tratado de dar una solución al problema albigense, pero no había logrado restañar la unidad de la fe. Al principio de su pontificado, Honorio, ante la falta de príncipes que secundaran la empresa, toma la dirección de la expedición albigense, a través de sus legados, y afronta los dispendios económicos derivados de la misma. La segunda cruzada contra los albigenses de dirige al Languedoc y Narbona; pero la empresa no alcanza el éxito militar apetecido y determina una cierta oposición del clero local a la causa del papa. Ante estas dificultades, se funda una orden militar especialmente destinada a la lucha contra los herejes: los Hermanos de la fe de Jesucristo. Junto a la nueva orden, los dominicos asisten a los prelados en la predicación. Pero, como en tiempos de Inocencio III, la cruzada toma un cariz de rivalidad entre diferentes familias señoriales. Es entonces cuando el legado papal Conrado hace ver al rey de Francia, Felipe II Augusto -, el interés que encerraba para la corona la invasión del condado tolosano; no obstante, la rivalidad de este monarca con el rey inglés hace que llegue su muerte sin haber intervenido contra la herejía. Será su sucesor, Luís VIII, quien en 1226 conquistará para su corona la región del Languedoc.

También en Aragón, Jaime I el Conquistador prestó apoyo a la lucha contra la herejía: después de romper la alianza con el conde de Tolosa, Raimundo VI, prohibió la prestación de refugio o de cualquier otro auxilio a los herejes. Estas medidas equivalían a cerrar el camino de los Pirineos a los albigenses que huían del norte. Con más violencia se empleaba en la persecución de los herejes de sus estados Federico II, quien, pretendiendo hacer olvidar sus culpas contra la Iglesia, aplicaba severamente sus propias Constituciones de 1220, que preveían, para los culpables de herejía, la pena del fuego.

Las órdenes mendicantes. En el pontificado de Honorio alcanzaron un especial desarrollo las órdenes mendicantes: el papa prodigó los favores a los frailes de S. Domingo de Guzmán, recomendándolos a los obispos y favoreciendo su ingreso en las universidades.

Con más rapidez se extendieron los hermanos de S. Francisco de Asís, a quienes Honorio les concedió la protección del cardenal Hugolino, futuro Gregorio IX, y les dio la aprobación general de su regla el 23 nov. 1223. Continuaban así, en el orden religioso, cosechándose los frutos que ya habían germinado en el pontificado anterior.

Bibliografía

P. PRESSUTI, Regesta Honoril Papae III, 2 vol., Roma 1888-95; J. CLAUSES, Papst Honorius III, Bonn 1895; C. POULET, Guelles et Gibelins. La lutte du sacerdote et de l'Empire, Bruselas 1922; Fliche-Martin, X,291-304.

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