conoZe.com » Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (I): Hasta el Concilio de Nicea » I: Literatura antenicena anterior a Ireneo » 7. Los Comienzos de la Literatura Herética

Otros Escritos Gnósticos

Además de las obras gnósticas mencionadas por los autores eclesiásticos, existen otros escritos gnósticos que se han conservado en traducciones coptas.

I. El Codex Askewianus, manuscrito en pergamino que antiguamente fue propiedad de A. Askew y ahora está en el British Museum (Add. 5114), contiene cuatro libros que se designan generalmente con el nombre de Pistis Sophia. Pero estos cuatro libros no constituyen una obra única. El cuarto comprende supuestas revelaciones que hizo Jesús a sus discípulos inmediatamente después de su resurrección. Es más antiguo que los otros tres libros, los cuales contienen revelaciones del mismo género, pero fechadas el año 12 después de la resurrección. El libro cuarto debió de componerse en la primera mitad del siglo III, y los tres primeros, en la segunda mitad del mismo siglo. Los cuatro proceden probablemente de los círculos barbelo-gnósticos de Egipto. A Pistis Sophia se la menciona solamente en los tres primeros libros, donde Jesucristo da instrucciones sobre el destino, la caída y la redención de Pistis Sophia. Es ésta un ser espiritual que pertenece al mundo de los eones y que debe correr la misma suerte que la humanidad en general. Parece que el original fue escrito en griego, porque en el texto aparecen muchas palabras griegas. Según la opinión de Cari Schmidt, el manuscrito es de la segunda mitad del siglo IV.

II. El Codex Brucianus, antigua propiedad de James Bruce, ahora en la biblioteca Bodleiana de Oxford, es un papiro del siglo V ο VI, que abarca dos manuscritos diferentes. El primero comprende los dos libros del Misterio del gran Logos (Λóγos κατά μυστήριον), identificados por Carl Schmidt con los dos Libros de Jeû citados en la Pistis Sophia. Contienen las revelaciones de Jesús sobre ?los tesoros por los que debe pasar el alma.? Se van indicando los tesoros con diagramas místicos números y colecciones de letras sin sentido. La segunda obra del Codex Brucianus está mutilada. Contiene especulaciones sobre el origen y evolución del mundo trascendental y parece proceder de la escuela gnóstica de los setianos.

III. Un tercer manuscrito se conserva en Berlín. Comprende tres tratados. El primero se titula el Evangelio de María, que contiene revelaciones transmitidas por María. El segundo es el Apócrifo de Juan, traducción de una obra griega refutada por Ireneo en el primer libro de su tratado Contra las herejías (1,29). Jesús se aparece en una visión al apóstol Juan como "el Padre, la Madre y el Hijo." El tercer tratado se llama Sophia Iesu Christi. Según C. Schmidt, esta Sophia seria la que atribuye a Valentín.

IV. Los nuevos escritos gnósticos de Chenoboskion. En 1946 se descubrió en Egipto una importante colección de textos gnósticos, consistentes en trece volúmenes, que vienen a comprender más de mil páginas en lengua copta. Fueron hallados en una vasija cerca de Nag-Hammadi, en las cercanías del antiguo Chenoboskion, a 48 kilómetros al norte de Luxor, en la orilla oriental del Nilo. Estas páginas contienen treinta y siete obras completas y cinco fragmentarías. Todos estos opúsculos se habían perdido. Algunos corresponden a obras citadas va por Ireneo, Hipólito, Orígenes y Epifanio en sus escritos polémicos antignósticos. Otras obras son completamente desconocidas; muchas, probablemente, eran obras secretas que no se podían dar a conocer a los incrédulos. Así, pues, los escritores eclesiásticos que escribieron contra los gnósticos no las vieron, probablemente, nunca. Cinco de estas obras se atribuyen a Hermes Trimégistos ("tres veces grande"). Otras llevan títulos como éstos: La ascensión de Pablo Primero, el Segundo Apocalipsis de Santiago, el Evangelio según Tomás, el Evangelio según Felipe, el Libro secreto de Juan, las Cinco revelaciones de Set, el Evangelio de los egipcios, las Tradiciones de Matías, la Sabiduría de Jesús, la Epístola del bienaventurado Eugnosto y el Diálogo del Salvador. Algunos títulos son iguales a los que llevan los evangelios apócrifos conocidos, pero parece que el contenido es distinto. No cabe duda que estos papiros recuperados proyectarán abundante luz sobre la historia del gnosticismo y de los primeros siglos de la Iglesia, en que la teología cristiana estaba todavía en su fase de cristalización.

Hasta ahora ninguno de estos textos había sido editado. El año 1946, Togo Mina, director del Museo Copto de El Cairo, adquirió uno de esos trece volúmenes. El anticuario belga Eid compró otro. En 1949 se ofrecieron los volúmenes restantes al Museo Copto de El Cairo, donde se conservaron en espera de una valoración.

En forma detallada solamente conocemos los dos primeros volúmenes. El códice comprado por Togo Mina contiene cinco tratados:

1. El Apocryphon Iohannis o Libro secreto de Juan (p.1-40). Se presenta como un apocalipsis o revelación concedida al apóstol por un ser divino que se le aparece en forma de Padre, Madre e Hijo.

2. El Evangelio de los egipcios (p.40-69), tratado cosmogónico y escatológico, completado con fórmulas bautismales. La obra atribuye su propia redacción al maestro Eugnosto el Agapético.

3. La Epístola del bienaventurado Eugnosto a los suyo (p.70-90), que explica la naturaleza divina y la generación del universo invisible y visible.

4. La Sabiduría de Jesús (p.90 etc.), diálogo entre el Salvador y sus discípulos.

5. El Diálogo del Salvador, conversación de Cristo con sus discípulos sobre cuestiones escatológicas.

El más antiguo de estos cinco tratados parece ser el Libro secreto de Juan. Efectivamente, lo utilizó San Ireneo como fuente para el capítulo 29 del libro I de su Adversus haereses. Debió, pues, de componerse antes del año 185. El Diálogo del Salvador parece ser de la segunda mitad del siglo III. En cuanto al Evangelio de los egipcios, la Epístola de Eugnosto y la Sabiduría de Jesús, son probablemente posteriores al Libro secreto de Juan, pero anteriores al Diálogo del Salvador. La Sabiduría de Jesús parece estar relacionada con el libro gnóstico Pistis Sophia. El Evangelio de los egipcios contenido en este códice no tiene nada que ver con la obra del mismo nombre que conocieron Clemente de Alejandría y otros Padres de la Iglesia (cf. supra, p.116). En cambio, muchas ideas le son comunes con el Libro secreto de Juan. El códice, en su totalidad, fue redactado a mediados del siglo IV, lo más tarde.

El códice adquirido por el belga Eid estuvo perdido algún tiempo, hasta el 5 de mayo de 1952. G. Quispel consiguió comprarlo en nombre del Instituto Jung de Zurich. En homenaje al conocido psicólogo suizo, el papiro recibió el nombre de Codex Jung. Contiene los siguientes escritos:

1. La Carta de Santiago, en la cual el apóstol cuenta una revelación secreta que ha recibido de Cristo, juntamente con San Pedro, quinientos cincuenta días después de la resurrección y poco antes de la ascensión (p.1-16). No sé dice quién sea el destinatario. La carta trata en primer lugar de la cuestión: ¿conviene o no conviene sufrir la muerte del martirio? La respuesta del Señor es ésta: "Despreciad, pues, la muerte y preocupaos de la vida. Acordaos de mi cruz y de mi muerte y viviréis... El reino de Dios pertenece a los que consienten en la muerte." El autor aborda seguidamente la discusión de una profecía que ve cumplida en la degollación de San Juan Bautista. El resto trata del Logos, de la Gnosis y de la Ascensión del Señor. La obra revela en su contenido tendencias valentinianas.

2. El Evangelio de Verdad es, probablemente, el tratado más importante de toda la colección. H. Ch. Puech y G. Quispel piensan que se trata de la obra del mismo nombre que, según Ireneo " (Adv. haer. 3,11,9), utilizaban los valentinianos. Sugieren como fecha probable de composición el año 150. El autor conoce todos los escritos canónicos del Nuevo Testamento, aun la epístola a los Hebreos. Esto es de gran importancia para la historia del canon neo-testamentario. G. Quispel se siente tentado a atribuir su composición al mismo Valentín antes de su separación de la Iglesia, lo que adelantaría su origen a unos cuantos años antes del 150.

3. La Carta de Reginos sobre la resurrección demuestra que Cristo "destruyó la muerte con su resurrección y nos condujo a la inmortalidad." Habla de una "resurrección pneumática" que absorberá el lado "psíquico" y "carnal." Valentín y su escuela atribuían a Cristo un cuerpo pneumático. Apoyándose en esto, Puech y Quispel se inclinan a considerar al mismo Valentín como autor de esta carta.

4. El Tratado sobre las tres naturalezas, por sus ideas, que provienen claramente de la doctrina de Heracleón, recuerda a uno de los jefes de la escuela "italiana" de Valentín (cf. supra p.251).

5. La Oración del apóstol, oración atribuida quizás a San Pedro.

Parecen, pues, de origen valentiniano tres de los tratados del Codex Jung. El códice fue redactado en el siglo IV por dos manos distintas. Epifanio atestigua la existencia de valentinianos en el siglo IV en distintas partes de Egipto (Panarion 30,7,1). Los tratados del Codex Jung están escritos en dialecto subakmímico, pero los tres primeros son traducciones del griego.

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