conoZe.com » Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (I): Hasta el Concilio de Nicea » I: Literatura antenicena anterior a Ireneo » 3. Los Comienzos de la Novela Cristiana, de las Historias Populares y de las Leyendas » II. Evangelios Apócrifos

1. El Evangelio según los Hebreos

En su obra De viris illustribus (c.2), San Jerónimo, hablando de Santiago, el hermano del Señor, dice lo siguiente:

También el Evangelio llamado según los Hebreos, traducido recientemente por mí al griego y al latín, y del que Orígenes se sirve con frecuencia, después de la resurrección del Salvador refiere: "El Señor, después de haber dado la sábana al criado del sacerdote, se fue a Santiago y se le apareció" (pues es de saber que Santiago había hecho voto de no comer pan desde el momento en que bebió del cáliz del Señor hasta tanto que le fuera dado verle resucitado de entre los muertos), y asimismo poco después: "Traed, dijo el Señor, una mesa y pan," e inmediatamente añade: "Tomó el pan y lo bendijo y lo partió y se lo dio a Santiago el Justo, diciéndole: Hermano mío, come tu pan, porque el Hijo del Hombre ha resucitado de entre los muertos."

El Evangelio según los Hebreos, del que Jerónimo cita este interesante pasaje, fue escrito originalmente en arameo, pero con caracteres hebreos. En tiempo de Jerónimo el texto original estaba en la biblioteca de Cesárea, en Palestina. Tanto los ebionitas como los nazarenos hacían uso de este evangelio, y de ellos obtuvo Jerónimo un ejemplar para sus traducciones griega y latina. El que lo usaran los cristianos palestinenses que hablaban hebreo (arameo) explica la razón del título según los Hebreos. Ello explica también que sea Santiago "el hermano del Señor," el representante del cristianismo estrictamente judío, la figura central de la narración de la Pascua, contra lo que dicen los textos canónicos. En tiempo de Jerónimo muchos creían que este evangelio apócrifo era el original hebreo del evangelio canónico de Mateo, mencionado por Papías (Eusebio, Hist. eccl. 3,39,16; 6,25,4; Ireneo, 1,1). De hecho, los pocos fragmentos que quedan revelan estrechas relaciones con Mateo. Según la conclusión más segura, este Evangelio según los Hebreos sería probablemente una especie de revisión y prolongación del evangelio canónico de Mateo. El pasaje citado mas arriba muestra que había en él frases de Jesús que no están en nuestros evangelios canónicos. Este rasgo característico lo atestiguan también, además de Jerónimo, otros escritores; por ejemplo, Eusebio (Teofanía 22):

El evangelio que ha llegado hasta nosotros en caracteres hebreos no lanzaba la amenaza contra el que escondió (su talento), sino contra el que vivió disolutamente; porque (la parábola) distinguía tres siervos: uno que había consumido la hacienda de su señor con meretrices y flautistas; otro que había hecho rendir mucho a su trabajo, y otro que había escondido su talento, y cómo, al final, uno fue recibido, otro fue tan sólo amonestado, y otro encerrado en la cárcel.

Este evangelio apócrifo debió de ser compuesto en el siglo II, porque Clemente de Alejandría lo usó ya en sus Siromala (2,9,45) en el último cuarto del mismo siglo.

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