conoZe.com » Baúl de autor » Eleuterio Fernández Guzmán » Eleuterio - 2008

Abonarse al paganismo

Sabemos que antes de que el hombre reconociera, en su vida, la existencia de Dios, se había entregado a la superstición; también que le paganismo ocupó muchos siglos de la vida del ser humano y que, hasta que Abraham encontró al que Era el que Era (Dios le dijo, ya sabemos, «Soy el que soy») vagó por un mundo de dioses que lo confinaban a la «voluntad» de los mismos.

Pues ahora, a pesar de los siglos pasados desde entonces, muchos cristianos se han abonado al paganismo.

¿En qué se manifiesta la superstición?

Son muchas las formas y maneras mediante las cuales podemos caer en la trampa de dejarnos dominar por elementos exteriores a nosotros a los que atribuimos algo que puede resultar beneficioso para nosotros.

Ejemplos tenemos muchos:

  • Horóscopos
  • Amuletos
  • Lectura de cartas
  • Adivinaciones, etc.

Por tanto, esto que, en apariencia, puede resultar inocuo para nuestra fe es algo que, al contrario, resulta directamente atentatorio contra la misma porque nuestra vida espiritual se hace depender, sí, de algo que, en sí mismo, está muy alejado de la misma.

En primer lugar, atenta, directamente, contra el primer mandamiento («Amarás a Dios sobre las cosas») porque lo que se hace con la superstición es atribuir a personas o cosas los poderes que pertenecen, en exclusiva, a Dios. En segundo lugar, supone una adoración (siempre peligrosa para el espíritu) sobre lo que no lo merece huyendo, aunque sea en tales actuaciones, del culto debido a Dios.

Antes hemos visto algunos ejemplos de lo que, en general, puede suponer una superstición. Sin embargo, también podemos hacer frente a lo siguiente que es, en sí mismo, la manifestación del ser supersticioso:

  • No pasar debajo de una escalera.
  • Evitar el número 13.
  • Tocar madera para que no algo no de «mala suerte», etc.

Aunque, seguramente, cualquiera puede añadir muchos más ejemplos, el caso es que siempre que seamos capaces de responder negativamente a las preguntas que podrían originar tales afirmaciones (¿Evitas pasar debajo de una escalera?, etc.) bien podemos decir que nos hemos comportado como se espera de alguien que se dice Hijo de Dios y que no se deja someter por tales aberraciones (entiéndase desviaciones) del espíritu religioso cristiano.

Bien sabemos, por otra parte, que no siempre resulta fácil huir de tales sugestiones porque la naturaleza humana, el devenir nuestro en la sociedad en la que nos encontramos, nos empuja con fuerza a creer en tales cosas porque, de otra forma, puede darnos la impresión de que no «encajamos» en nuestro entorno porque ¿Quién no tiene alguna superstición?

¿Qué consecuencias espirituales puede tener la superstición?

Es, la misma, un pecado mortal.

Dicho de tal forma parece grave la cosa. Y lo es, porque atentar contra Dios mismo (hemos dicho arriba que contra el primer mandamiento, ¡el primero!) no debe ser tenido como cosa baladí sino como algo contra lo que debemos manifestar una clara prevención espiritual.

Pero, a pesar de todo, estos pecados pueden ser veniales si no concurre la suficiente deliberación como para poder dejar de lado la superstición. Aquí lo que, en realidad importa, es que se sepa que la superstición no es nada bueno en la vida del creyente en Dios y que, si es posible (con un conocimiento adecuado de la misma) no debemos dejarnos convencer por tal tentación.

Aquí bien podríamos traer la siguiente afirmación de San Josemaría (santo eminentemente práctico para la vida diaria): «No dialogues con la tentación. Déjame que te lo repita: ten la valentía de huir; y la reciedumbre de no manosear tu debilidad, pensando hasta dónde podrías llegar. ¡Corta, sin concesiones!» (Surco 137)

Habla, el santo fundador, de valentía y de reciedumbre, dos cualidades importantes a cultivar por el cristiano. Pero lo refiere no a algo abstracto sino a algo muy concreto: la debilidad, con la que no debemos jugar para, seguramente, no perder en tal intento.

Mantener una relación sana y adecuada con Dios, Padre nuestro y Creador nuestro, requiere no abandonarse a la superstición ni, entonces, al paganismo. Por tanto, cuando nos encontremos con las propuestas que el Maligno nos hace a través de tales prácticas, sólo cabe una respuesta posible: no.

A veces, sin embargo, tales expresiones de fortaleza espiritual no están al alcance de todas las personas que se consideran creyentes.

Y eso es supone una gran victoria para mal que se ocupa, en estas pequeñas cosas, de envenenarnos en corazón, de donde salen las obras y la bondad de las mismas.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=2930 el 2008-11-19 18:44:30