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¡Ma-pá!, ¡pa-má!

Los estudios de adopción gay del gobierno son tramposos: los experimentos se hacen con gaseosa, no con niños

Estamos expectantes ante la próxima votación en la Camára Alta del proyecto de ley que equipara las uniones homosexuales al matrimonio. Aunque todos sabemos que tras la aprobación del Congreso de Diputados, el trámite del Senado es poco más que protocolario, ocurre que el PP y CIU han solicitado la comparecencia de especialistas en psicología y psiquiatría, para dar su parecer sobre las consecuencias psicológicas que pueden derivarse para los niños que sean adoptados por dos personas del mismo sexo. ¡Por fin, confiamos en que podamos asistir a un debate mínimamente serio en una cuestión de tanta trascendencia!

En la rueda de prensa efectuada tras el Consejo de Ministros en el que se aprobó el citado anteproyecto de ley (1-Octubre-2004), la Vicepresidenta, Fernández de la Vega, justificó la decisión con dos afirmaciones: En España hay 4 millones de homosexuales y De acuerdo a más de 50 estudios, no hay riesgo alguno para los niños adoptados por parejas de homosexuales. En su momento, ya denunciamos la manipulación de las cifras, como parte de una estrategia política (Cuatro millones, www.loiola.org/4millones.htm). Pero, la referencia a los 50 estudios que supuestamente demuestran la inocuidad de esta experiencia con niños, merece un comentario aparte. ¡Es una de las manipulaciones más graves que se han dirigido jamás a la opinión pública!

1º.- El número de casos analizados en esos estudios es demasiado pequeño como para poder otorgarles credibilidad científica. Por si fuese poco, no se trabaja en base a muestras aleatorias, sino con persona que se han ofrecido voluntarias. Así ocurrió en el único estudio realizado hasta el momento en España, a cargo del Colegio de Psicólogos de Madrid y la Universidad de Sevilla. Se investigaron 28 casos, presentados voluntariamente, después de haber realizado anuncios y llamamientos en revistas y asociaciones de gays y lesbianas de Madrid y Andalucía. ¿Alguien admitiría un hipotético estudio representativo sobre las familias españolas, efectuado sobre la base de un grupo de 28 matrimonios pertenecientes al Opus Dei o al Camino Neocatecumenal, por poner un ejemplo?

2º.- Pero, en un estudio estadístico comparativo sobre la salud psicológica de estos niños, no sólo es importante analizar cómo se ha tomado la muestra de los niños educados en convivencias homosexuales, sino también cómo se ha obtenido el contraste representativo. Es decir, ¿cómo se han seleccionado a los niños educados en familias heterosexuales? Pues bien, resulta que en todos los estudios argumentados por el Gobierno, se ha elegido como grupo de contraste a niños que viven con un padre o madre heterosexual, pero nunca a niños que convivan con un matrimonio unido.

Se argumenta para justificar este proceder que los niños de parejas homosexuales han pasado previamente por la ruptura del matrimonio de sus padres. Es un argumento falso, dado que una buena parte de estos niños educados por lesbianas han sido obtenidos por inseminación artificial; pero, sobre todo, de esta forma no se puede concluir si hay diferencias psicológicas entre los niños criados por homosexuales o por una pareja heterosexual. ¡Esta es precisamente la cuestión relevante a efectos de decidir sobre la adopción!

Para ilustrar este segundo punto, permítaseme citar una perla extraída de uno de los estudios aludidos por la Vicepresidenta del Gobierno Español: se comparan 24 padres gays y 24 padres heterosexuales, con la peculiaridad de que estos últimos han sido seleccionados nada menos que ¡en un club de alterne!, lo que debe de servir de prueba implícita de su heterosexualidad (S. Nadaud, Homoparentalité. Une Nouvelle chance pour la familee? Fayard, París 2002, pag 273).

3º.- La inmensa mayoría de estos estudios no hacen un seguimiento de la evolución de estos niños, sino que extraen sus conclusiones de una sola entrevista o de un cuestionario. Exceptuando dos trabajos concernientes a adolescentes, el resto de las investigaciones se refiere a niños pequeños, casi siempre impúberes. Un método tan deficiente conlleva necesariamente muchos errores de cálculo: Por una parte no se tiene en cuenta la incidencia que pueda tener la mayor promiscuidad en las uniones homosexuales. (En datos oficiales de Suecia, donde ya existe un registro de estas uniones desde hace más de 10 años, las parejas gay se divorcian un 50 % más que la heterosexuales, y las lesbianas un 167 % más).

Y en segundo lugar, añadamos a esto que con esta metodología, se está hurtando a la opinión pública un dato importante: ¿qué incidencia puede tener en la orientación sexual de un niño el haber sido educado por homosexuales? En datos de la única investigación en la que se ha hecho un seguimiento evolutivo a lo largo de un período de 16 años (Golombok y Tasker 1996), resulta que alcanzados los 23 años de edad, el 24 % de los niños educados en parejas lesbianas desarrollaron también comportamientos homosexuales, frente al 0% de los niños estudiados que habían crecido con madres heterosexuales.

Recientemente, la plataforma Hazteoir hizo entrega a todos los senadores españoles de un Informe sobre el desarrollo infantil en parejas del mismo sexo, prologado por el catedrático de psicoanalítica, D. Aquilino Polaino, en el que se advierte del grave peligro que los niños adoptados por homosexuales pueden correr. Se han recopilado 200 investigaciones anteriores, hasta completar el trabajo más exhaustivo de los realizados hasta ahora. ¡Qué interesante sería poder transcribir muchos de los casos clínicos allí reflejados! Me limito a uno estudiado por Eisold (1998), que muestra un hijo de padres gays que identifica a la empleada de hogar como su madre. Ocurre que el niño llega a creer que las madres se contratan y se despiden. El niño sufre por motivo de que la asistenta es despedida cada vez que se involucra emocionalmente con él. Conducido al terapeuta, éste descubre que el niño llevaba tiempo ahorrando dinero en su hucha, con el propósito de? comprar otra mamá.

El Gobierno debe de ser sensible a los argumentos que expongan psicólogos y psiquiatras. Ante la previsible disparidad de pareceres, no es de recibo que legisle en base a probabilismos, sino con certezas. La duda en un tema tan grave solo puede ser resuelta en la opción por lo más seguro. Sería gravemente inmoral poner en riesgo la salud psíquica de los niños, por ceder a las reivindicaciones de equiparación de algunos colectivos gays. ¡Los experimentos se hacen con gaseosa, no con niños!

La manifestación convocada para el 18 de Junio en Madrid por una multitud de asociaciones pro familia (http://hazteoir.org/18j), en defensa del matrimonio natural y del derecho del niño a ser adoptado por un padre y una madre, es una seria llamada a la conciencia de la clase política. Una demostración popular multitudinaria en las calles, unida al posible rechazo de la ley en la votación del Senado que tendrá lugar el día 22 de Junio, podría forzar al Gobierno a reconsiderar la aprobación de la ley en los actuales términos.

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