conoZe.com » Baúl de autor » Dalmacio Negro Pavón

El sentido del Estado

Los partidos son una consecuencia de la existencia del Estado Nacional. El Estado es el punto de referencia, el centro institucional en torno al que se organiza la Nación en partidos de derecha y de izquierda con diversidad de matices. Se presupone que todos representan por igual a la Nación como una unidad indivisible, incluso aquellos que prefieren circunscribir su campo de acción a un territorio del espacio nacional, bien por regionalismo o «nacionalismo», bien por falta de medios o bien por otras circunstancias. Un buen ejemplo de este último tipo de partidos podría ser el partido bávaro alemán (CSU). Los partidos constituidos con el propósito de separar una parte del territorio de la Nación constituyen una excepción que confirma la regla, siendo muy discutible su derecho a participar de cualquier forma en el Gobierno de la Nación, que es un todo, sea en el poder legislativo o sea en el ejecutivo o en ambos; en rigor, debieran limitar su actuación política al territorio que quieren separar, puesto que su principio es la negación del Estado-Nación que, aunque en declive, es el que existe. Salvo a estos últimos, lo menos que se puede exigir a los demás partidos es tener sentido del Estado. Como éste refleja los intereses generales, al partido en el Gobierno le cumple orientar la razón de Estado.

Ese sentido falta en España excesivamente, como se está viendo en el caso del «Prestige»: con nulo sentido del Estado, a los partidos de la oposición les ha faltado tiempo para aprovechar la ocasión y atacar al Gobierno con el propósito de derribarlo o debilitarlo, siendo lo más lamentable que se haya puesto a la cabeza el partido socialista. El Gobierno puede haber cometido errores - tanto de forma como de fondo - , pero no es aceptable que se le ataque y persiga con tergiversaciones, maledicencias, argumentos infantiles o simplemente bobadas, que no llegan ni a ser demagogia, con ánimo de influir en la opinión pública y ganar votos.

El asunto, con ser muy desgraciado no sólo para Galicia sino para toda la Nación, se ha desorbitado excesivamente con estas actitudes. Sin embargo, es suficientemente grave como para haberlo considerado casi desde el primer momento un asunto de Estado en el que la oposición normal, es decir, la auténtica oposición política debiera estar al lado del Gobierno, del que aunque esté en la oposición forma parte, sin perjuicio de las críticas pertinentes a las que está obligada. El Gobierno puede haberlo hecho mal o no del todo bien, pero no se ha abstenido de actuar como ha juzgado más útil y sólo una indiferencia del Gobierno desde que se vio la gravedad del asunto podría explicar las reacciones que se han producido. La política tiene también una función educativa, de ejemplaridad. El Gobierno tendrá sus defectos, pero como las desgracias nunca vienen solas, el suceso ha dejado ver que, al parecer, no existe una oposición responsable, sino un enjambre de señoras y señores cuya idea de la política consiste en atacar sin reparar en formas y razones al adversario con la finalidad de llegar como sea al poder. Y esto es particularmente imputable al partido socialista, el partido de la oposición que puede ser alternativa de gobierno.

Parece ser un defecto congénito del socialismo español el considerarse con derecho a gobernar por el mero hecho de existir. Pero ese talante es una forma de inmadurez o infantilismo que ya en una ocasión, en 1934, desde luego muy distinta a la actual, tuvo trágicas consecuencias. Semejante actitud, que tiene bastante de señoritismo, reaparece siempre a la menor ocasión. Si el partido quiere sinceramente renovarse y ser aceptado por muchos - por ejemplo, absteniéndose de votar - que no siendo ciertamente socialistas o de izquierdas están aburridos, cansados o desengañados de sus rivales, pero temen la desmesura de la autocomplacencia del socialismo hispano, debiera intentar abandonarla definitivamente; aunque, dados los malos hábitos adquiridos, no será fácil.

El sentido del Estado, que inspira confianza al gobernado, se demuestra en la práctica política tanto estando en el Gobierno como en la oposición. En puridad, las elecciones tienen o debieran tener como finalidad, designar a quienes tengan mayor inteligencia de lo que es el Estado.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=1629 el 2005-03-10 00:25:45