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Ejemplaridad del deber

Su Santidad el Papa ha cumplido ochenta y dos años, con la mente plena de lucidez y el cuerpo quebrantado por la vejez y la enfermedad. Vuelven a desmentirse los rumores propagados sobre su posible dimisión. Mientras no le falte el último vestigio de fuerza vital, el Pontífice seguirá exhibiendo ante el mundo la ejemplaridad del cumplimiento del deber. Quienes de buena fe se declaran partidarios de su dimisión, quizá ignoren que los caminos del espíritu no coinciden con los del mundo, y que el Papado no es una mera profesión sino una vocación de servicio a los fieles y a toda la humanidad. En unos tiempos como los actuales, en los que se tiende a considerar a los valores de la juventud y de la salud corporal como los superiores, quizá no haya nada tan necesario como el ejemplo de un anciano que quiere dar testimonio de la única manera en la que es posible hacerlo: a través de la actitud personal.

El domingo, Juan Pablo II pidió a los fieles oraciones para continuar prestando el «servicio de Pedro» al frente de la Iglesia. El más viajero de los Papas emprende hoy viaje a Azerbaiyán y Bulgaria. Las últimas semanas, mientras algunos seguían haciendo cábalas sobre su posible dimisión, Juan Pablo II se dedicaba a practicar el búlgaro para poder leer correctamente los discursos que pronunciará del jueves al domingo. No ha querido cancelar su viaje pastoral a pesar de que pondrá a dura prueba su salud y de que la artrosis le impide subir escaleras y le dificulta hasta caminar un metro.

El Papa no sólo demuestra el valor del cumplimiento del deber frente a toda adversidad y la fidelidad a su misión apostólica, sino también dicta una lección cuya ejemplaridad trasciende el ámbito de lo religioso, para abarcar a toda la conducta humana. Juan Pablo II nos enseña así que el valor de la vida humana no reside en ser conservada sino en ser gastada al servicio de la vocación. Todo parece indicar que está dispuesto a morir con las botas pastorales puestas, si una causa de fuerza mayor, más fuerte que su indoblegable voluntad, no se lo impide. Cuando con demasiada frecuencia ocupan el primer plano de la información sobre la Iglesia asuntos escandalosos, aunque exiguamente minoritarios, se impone sobre todas esas noticias la buena y ejemplar nueva del heroísmo de quien en el crepúsculo de su vida es ejemplo para todos, y, especialmente, para los jóvenes, pues exhibe la fuerza de la verdadera juventud, que no es la del cuerpo sino la del espíritu.

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última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=1305 el 2005-03-10 00:22:49